El Mundo Primera Edición - Weekend

“Es el momento de que la mujer coja la escopeta... metafórica­mente”

Andrea Jaurrieta. La directora sorprende con una relectura del ‘western’ clásico en ‘Nina’

- Por Luis Martínez NINA. Dirección: Andrea Jaurrieta.

L“Hay que denunciar sin caer en el linchamien­to público. No me gusta la cultura de la cancelació­n”

a palabra género es demasiado genérica. Igual habla del sexo, que de la clase, que de la forma, que de la mercancía, que (llegado el caso y según lo que nos dice la propia RAE) del taxón, sea esto último lo que quiera ser. Nina, por ejemplo, es película. Pero es película de género (western moderno) que habla del poder de un género (la mujer) y que, además, pertenece al género de películas sorprenden­tes (que no son tantas). Si en vez de cine habláramos de biología, su taxón sería «una de las mejores películas del cine español en lo que va de año». Pero como tampoco está claro que taxón no pueda ser tomado por un insulto, mejor dejarlo en lo que verdaderam­ente es: el segundo trabajo de la directora Andrea Jaurrieta (Pamplona, 38 años). Y eso, el ser la película que viene después del anómalo drama tan cerca de la ciencia-ficción que fue

Ana de día, es todo un género: el género de las reválidas.

«La película me ha costado mucho tiempo. Seis años desde el estreno de mi trabajo anterior y cuatro y medio de mucha dedicación. El problema es que cuando buscaba financiaci­ón en, por ejemplo, las television­es públicas, me decían que no entendían el proyecto. No sabían dónde situarme. No entendían que la película arrancara con una mujer con una escopeta entre las manos», dice la directora para dar fe que el género de su película es otro. Nada que ver con lo que hasta la fecha hemos visto con la etiqueta de novedad en el cine español. Ni rastro de una nueva mirada sobre la maternidad, ni un solo fotograma dedicado a dibujar la intimidad desde otro punto de vista y muy lejos de esa gramática verista que ha definido a lo nuevo en eso que genéricame­nte (otra vez el género) se ha descrito como «la irrupción de la mujer en la dirección».

De hecho, a lo que más se parece Nina es al western de toda la vida. Y aquí entra desde La diligencia, de John Ford («Me fascina cómo en menos de un minuto es capaz de definir a cada uno de los personajes») a Duelo al sol, de King Vidor («Me interesa mucho cómo vive el tormento Jennifer Jones») pasando por Johnny Guitar, de Nicholas Ray («El más anómalo y disruptivo de todos»), por «el travelling cuando llega al pueblo» de

Río Bravo, de Howard Hawks, por «la cicatriz» de El gran silencio, de Sergio Corbucci, por «el silencio de un pueblo entero» en Solo ante el peligro, de Fred Zinneel mann, por «los relojes» de Hasta que llegó su hora, de Sergio Leone... Y la lista sigue.

«Se trata de recurrir a los arquetipos que han informado el cine clásico para, quizá, darles la vuelta completame­nte», razona Jaurrieta por aquello de colocarse, por aquello de, de nuevo, generar género. Sobre la obra de teatro de José Ramón Fernández, a la vez una relectura de La gaviota de Chejov, Nina cuenta la historia de una mujer que se venga. Patricia López Arnaiz da vida a la señora de la escopeta que acude a vengarse (ella es el Wayne) y Darío Grandinett­i encarna al prohombre local que, por supuesto, no se sabe culpable de nada (por apurar, digamos que a él le toca ser Lee Marvin). La película avanza por la pantalla como una ensoñación perfectame­nte realista como si se tratara de un documental de las emociones ocultas o de un retrato meticuloso de todo aquello que no se ve. Y siempre pendiente de la herida del pasado sin renunciar a escarbar en la responsabi­lidad que arrastra el presente.

«Más allá de las formas, lo interesant­e es el propio argumento y cómo el western es una herramient­a metafórica para hablar de lo que nos pasa ahora mismo. Se trata de salir del realismo y atreverse a poner un rifle en manos de una mujer. Porque en verdad, es el momento de hacer eso. Es el momento de que la mujer coja una escopeta... Hablo, entiéndase, metafórica­mente. La venganza, después de todo este tiempo de abusos, está sobre la mesa. Ahora estamos en disposició­n de hablar de cosas de las que nunca hemos hablado y enfrentarn­os a ellas. Hay que coger el toro por los cuernos. No estoy diciendo que haya que matar a nadie. Simplement­e, el código que facilita

western es ése y creo que es muy útil porque forma parte de la mirada de todos», dice. Y, como no puede ser de otra manera, la creemos.

Jaurrieta es consciente (y no duda en calificars­e a sí misma como francotira­dora) que nada a contracorr­iente. Pero eso no quiere decir que esté sola. «Quizá no haya en el mundo del cine español muchos ejemplos parecidos a lo que yo hago, pero sí los hay en la música, por ejemplo. Veo cómo C. Tangana o Rosalía se reapropian de temas y formas musicales del pasado para traerlos al presente y me veo reflejada. Del cine del Oeste me interesa cómo el paisaje afecta a la psicología de los personajes o el dibujo de la soledad frente a la inmensidad de la naturaleza...», explica, se toma un segundo y continúa: «Pero hay algo perverso en eso de que si eres mujer se interpreta que solo puedas hacer un tipo de cine». –¿Perverso?

–Sí, hay una tendencia a colocarte en un nicho. Y lo perverso tiene que ver con la forma de financiar los proyectos. El nicho es el de las películas baratas. Como se supone que vas a hacer película naturalist­a y por fuerza más pequeñas, se cuenta con que a las mujeres directoras se les va dar menos dinero. Es como si, de golpe, nos dejaran entrar (y mira que es fea esta expresión), pero con estas limitacion­es, condenándo­nos a no salir del nicho.

Ahora se entiende lo de francotira­dora. En cualquier caso, y para evitar crisis y malentendi­dos, a Jaurrieta le parece bien, por evidente, que haya cada vez mujeres en la dirección. «Lo que me niego es a pensar que el cine tiene género [esta vez se habla de otro tipo de género]. El cine tiene 125 años de historia. Durante los primeros 100 años lo han hecho solo hombres y todas lo hemos ido a ver. Pues lo mismo al revés. El cine, lo haga quien lo haga y sea del género que sea, es para todos».

Por debajo de Nina, se ha dicho sin decir del todo, discurre la historia negra y muy triste de un abuso. Un hombre mayor fascinante y cultivado (escritor para más señas) y una niña menor y fascinada son los personajes de una historia demasiado conocida. «Lo curioso es que mientras trabajaba en la película, mucha gente se me acercaba y me decía que le había pasado lo mismo o parecido. Por eso digo que es necesario hablar de estas cosas y ponerlas sobre la mesa. Cada vez son más las víctimas que piden la palabra para contar un secreto a voces». Pausa. «Hay que sacar esto a la luz, pero sin caer en el linchamien­to. No me gusta la cultura de la cancelació­n. Hay que curar y cambiar la sociedad, pero sin eliminar obras de arte cuya desaparici­ón nos haría peores».

Nina, una película de género y con el género como argumento. Todo un taxón en sí, sea esto lo que sea.

 ?? ??
 ?? ?? Patricia López Arnaiz en un momento de ‘Nina’. Abajo, Andrea Jaurrieta.
Patricia López Arnaiz en un momento de ‘Nina’. Abajo, Andrea Jaurrieta.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain