El Mundo Primera Edición - Weekend

En el nombre de mi padre, Paco Rabal, y de mi madre, Asunción Balaguer

Teresa Rabal y su hermano recorren las calles de Alpedrete en rebelión contra la eliminació­n de Paco Rabal del callejero: “Nuestros padres, que eran comunistas, profesaban amistad y cariño hacia quienes pensaban de manera diferente a la suya. Vecinos y vo

- Luigi Benedicto Borges @Luigibborg­es

Por prisa, para los delincuent­es y los malos toreros». La mítica frase que pronunciab­a Francisco Rabal en la recordada serie Juncal, de Jaime de Armiñán, vuelve a resonar estos días en Alpedrete. Los vecinos no han procesado aún la decisión del Ayuntamien­to, gobernado por PP y Vox, de retirar las placas de Asunción Balaguer y Francisco Rabal del centro cultural y la plaza a las que daban nombre, pegadas una a la otra, como lo estuvieron los dos actores en sus 51 años de matrimonio.

«Nos avisaron por la noche para cambiar las placas. Fue de prisa y corriendo», le confiesa una trabajador­a del Ayuntamien­to a Teresa y Benito Rabal, los hijos de Francisco y Asunción, sobre lo ocurrido entre el 25 y el 26 de abril.

Los hermanos acuden a esta localidad madrileña en la que sus padres «vivieron felices sus últimos años» desde distintos puntos. Teresa vivió allí hasta la muerte de su madre en 2019. Se ha mudado a la vecina Collado Mediano, pero regresa «todos los días».

Benito llega a Alpedrete desde Águilas, Murcia, donde reside ahora y donde nació su padre. Mira a todos lados con una sonrisa. «Viví aquí 13 años. Ese bar, que ahora se llama Despacho y antes La Marmita, lo tenía yo. Era el centro cultural», presume. No acaba de pronunciar la frase y se le acerca otra vecina a saludarlo. Acaba de pasar por la librería La Milana, nombre que le daba a su grajilla Azarías, el personaje de Los santos inocentes por el que Paco, como se le conocía popularmen­te, ganó el premio del Festival de Cannes al Mejor Actor en 1984.

«Es totalmente absurdo. Ha sido una chapuza perpetrada con rapidez y alevosía», señala Teresa mientras mira con admiración el busto de su padre, que preside la plaza ahora denominada «de España», y del que se desconoce su futuro. «Consideran que la bandera es de ellos. Y no es así. Es de todos. También era de mis padres, que pasearon España por todo el mundo», destaca. Ante la oleada de críticas, el Ayuntamien­to de Alpedrete se ha limitado a anunciar que el centro cultural, ahora llamado La Cantera, contará con un salón de actos denominado Teatro Francisco Rabal y Asunción Balaguer. «Para poner el nombre de mis padres al salón de actos tenemos que autorizarl­o nosotros», recuerda Benito. El director de cine, guionista y escritor ha hecho una parada en la promoción de su libro de memorias, Gracias por mi vida (La Esfera de los Libros), para defender la figura de sus progenitor­es.

El alcalde de Alpedrete, Juan Rodríguez (PP), ha asegurado que su «equipo de Gobierno es firme en las decisiones» y no cree «que haya cambio de opinión». «No están preparados para dar la cara o para dar explicacio­nes. Cuando lo hacen, es peor», manifiesta la cantante y presentado­ra. «El alcalde me mintió. Me dijo que no estaba cerrado y ese mismo día quitaron los nombres». La velocidad con la que se efectuó el cambio fue tal que una de las placas que señalaba dónde estaba la Casa de Cultura Asunción Balaguer permanece junto a las indicacion­es para tomar la M-619 o llegar al centro urbano, pero dada la vuelta y boca abajo.

Teresa fue la primera en llegar a Alpedrete, en 1973. Luego construyer­on sus padres al lado. Ambas casas fueron vendidas y ella se mudó a Collado Mediano con su hijo y sus nietos, pero visita cada día el que considera su pueblo. Sólo que ahora llora al hacerlo. «Por un lado está el disgusto por la maldad de lo que han hecho. Por otro, el cariño de los vecinos, de votantes del PP que nos piden disculpas a ca«la da rato. Han politizado algo que tenía otra naturaleza. Estaban aquí por su talento, no por sus ideas».

Teresa recuerda cómo el Gobierno presidido por José María Aznar, en el que Mariano Rajoy era ministro de Cultura, «hizo todo lo posible» para repatriar a España el cuerpo de su padre, que falleció el 29 de agosto de 2001 en un vuelo que partió de Montreal, Canadá, e hizo una parada de emergencia en Burdeos cuando el intérprete comenzó a asfixiarse. Aunque uno de los viajeros era médico y Rabal fue atendido de inmediato, ya había muerto cuando el avión tocó suelo francés.

«Prefiero que digan la verdad, que es un acto de revanchism­o y quitan sus nombres porque eran comunistas y no se ocultaban», dice Benito, que recuerda cómo distintos cargos del PP, como Alicia Moreno, hija de Nuria Espert, y consejera de Las Artes de la Comunidad de Madrid con Alberto Ruiz-gallardón, estuvo presente cuando se inauguró la plaza Francisco Rabal. «¡Era tan bonito! Era como sentir a

a los dos juntos de nuevo, ella dando nombre a la casa de cultura y él a la plaza donde estaba», rememora Teresa. En los años 40 Asunción Balaguer era una joven promesa de la compañía de teatro Lope de Vega. Tenía un futuro brillante, pero en su carrera se cruzó un atractivo actor , Francisco Rabal, que no tardó en declararse en un autobús en el que ambos viajaban de Córdoba a Algeciras. Él, hijo de un minero murciano, y ella, joven de la burguesía catalana, se casaron en 1951. Paco triunfó en la interpreta­ción, pero Asunción aparcó su carrera para dedicarse a su familia.

«Tenían amigos en todos los lados. Profesaban amistad y cariño hacia quienes pensaban de manera diferente a la suya», señala Teresa, que destaca por ejemplo la figura de Santamarta, «un empresario de teatro, completame­nte de derechas. Eran íntimos y él, un segundo padre para mí». Benito también recuerda cómo, en Ferrol, había un bar dedicado a Franco y Olga, su dueña, sólo dejaba entrar a comer «a un rojo»: su padre.

Este sábado 11 de mayo, la romería en la dehesa fue eclipsada por la concentrac­ión dedicada a los actores, en la que Ana Belén y Pepe Viyuela leyeron un manifiesto firmado por ministros, políticos y personalid­ades del mundo de la cultura. El lema de la concentrac­ión, «Francisco y Asunción de Alpedrete son», resonó en plenas fiestas de Santa Quiteria, en cuyo programa aún figura la plaza Francisco Rabal y la Casa de Cultura Asunción Balaguer.

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Á. NAVARRETE Teresa y Benito Rabal, junto al busto de su padre Francisco, en la plaza de Alpedrete que llevaba su nombre.

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