El Mundo Primera Edición - Weekend

El español que triunfa en Nueva York diseñando las maletas que duran toda la vida

LIFESTYLE. Víctor Sanz quiso ser escultor, creó cámaras digitales y hoy tiende puentes entre moda y tecnología como director creativo de Tumi, la casa de artículos de viajes

- Por Marta González-hontoria

Empezó su carrera como diseñador industrial creando cámaras para Kodak. Pero su interés por hilvanar arte, moda y tecnología le llevó a Tumi, la marca de maletas y artículos de viaje fundada en Nueva York en 1975, donde hoy Víctor Sanz es director creativo. Estos días ha cambiado su estudio en la Quinta Avenida, con vistas al Empire State Building, por Madrid, donde la marca acaba de inaugurar una nueva tienda en la Galería Canalejas. Hablamos con el creador de maletas y accesorios inteligent­es, de las virtudes del titanio, de sus veranos en Segovia y de cómo le gustaría crear la próxima antorcha olímpica.

P. De Cascajares, Segovia, de donde es su familia, a vivir en la Gran Manzana. ¿Cómo ha sido este viaje?

R. Mis padres se mudaron a EEUU para montar un restaurant­e español. Yo tengo doble nacionalid­ad. Nací en Baltimore y estudié Diseño Industrial en el Instituto Pratt de Nueva York.

Sanz (47 años) trabaja en Tumi desde 2003. Es esa combinació­n de funcionali­dad y diseño en sus reputados productos lo que le atrajo de la marca. «De pequeño siempre quise ser artista», dice con acento americano, pero en buen español. «En Tumi encontré una empresa donde cada pieza industrial está diseñada con una lente de maison de moda. Eso me encantó». Según Sanz, la clave para crear la maleta perfecta es «entender cómo se usa». Si es por negocio o por placer, si vas en familia o viajas solo. Sostiene que su objetivo es crear un producto que te haga la vida más fácil. «El siguiente paso es asegurarse de que la calidad no va a faltar. En Tumi siempre buscamos los materiales más avanzados». Los buscan, según cuenta, en aviones, cohetes, Teslas y coches de F1. Hablamos de titanio, policarbon­ato reciclado, nailon antibalas o polipropil­eno autorrefor­zado... «Queremos que tenga el mínimo peso y la mayor fuerza posible. Esa es la fórmula».

Para la colección 19 Degree, ya un clásico de la marca, Sanz eligió el aluminio. Son maletas con líneas inclinadas 19 grados en la superficie. «Cuando las miras ves escultura y ves ingeniería. Parece agua, pero es metal». Es el diseño del que se siente más orgulloso. El creador encuentra la inspiració­n cuando viaja. «Y cuando hablo con gente, escucho música, voy a un restaurant­e... Viviendo. Tengo una libreta siempre conmigo donde apunto todo». En París, la semana pasada, le gustó la antorcha olímpica («me pregunté cómo sería diseñar un símbolo»). Y en Madrid le ha llamado mucho la atención la arquitectu­ra. «Cuando llega el momento de la inspiració­n hay que sacarla del cuerpo como sea:

“Para hacer la maleta perfecta hay que entender cómo se usa y asegurarte de que no falte calidad”

cosiendo, pintando, rompiendo papeles... Esto es una pasión y una obsesión».

P. ¿Y cuándo se da cuenta de que ha dado en el clavo?

R. Llega un punto en el que ves que estás haciendo cambios que no hacen falta, que en lugar de mejorar la pieza, estás creando más problemas. Es el momento de dejar que la pieza empiece a vivir. Luego estudiarem­os cómo se ha usado y haremos cambios. Para nosotros una maleta tiene que durar la vida entera, no sólo la tuya, sino las de las generacion­es siguientes. Su diseño no puede ser algo que se tira.

P. Si se pierde en Nueva York, ¿dónde habría que buscarle?

R. En el MOMA, pero también en nuestro estudio. Tenemos una terraza muy guapa en el piso 20 de nuestras oficinas en Tumi...

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‘19 Degree’.
Víctor Sanz, director creativo de Tumi, sentado sobre la maleta ‘19 Degree’.

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