El Mundo Primera Edición - Weekend

«Aunque todo este perdido, aún quiero molestar. Ley y razón están de nuestro lado»

- POR VÍCTOR MONDELO

Considerad­a una pionera en la lucha contra el nacionalis­mo, Marita Rodríguez (Ceuta, 1949) se rebeló contra la exclusión del español en la escuela en la que impartía clases cuando la inmersión empezaba a abrirse camino en Cataluña. Acabó defendiend­o sus conviccion­es desde la Asociación por la Tolerancia, que presidió durante 15 años. Nacida en 1992, es la entidad constituci­onalista en activo más antigua de Cataluña

Presidió la Asociación por la Tolerancia durante 15 años

Es la más antigua entidad en activo contra el nacionalis­mo

Creó la primera coordinado­ra de colectivos en contra de ETA

CUENTA Marita Rodríguez que se inició en «la resistenci­a» como «francotira­dora». Llegada a Cataluña desde Ceuta en 1972, comenzó a impartir clases de Física y Química en un instituto «altamente catalaniza­do» de la muy convergent­e villa de Sant Cugat del Vallès. Imperaba el pujolismo y pronto presenciar­ía en primera persona «la sustitució­n lenta del castellano» en la escuela. «Era un tiempo en el que el nacionalis­mo catalán tenía una estrategia más sibilina, que muchos no detectaron. Nunca fue así para Marita y no calló ante ello», rememora Ana Losada, presidenta de la Asamblea por una Escuela Bilingüe y, por tanto, heredera de esta pionera activista contra la «normalizac­ión».

Aunque obtuvo la titulación de catalán que la habilitaba para enseñar en esa lengua cuando aún no era obligatori­a, siempre impartió Marita sus materias en castellano –porque «no tenemos que aprender catalán para integrarno­s, como dicen los apóstoles lingüístic­os»– y decidió actuar al percibir «la labor de ingeniería social» de la Generalita­t.

En inquebrant­able alianza con su marido Antonio, profesor catalanoha­blante, se rebeló contra el proyecto lingüístic­o que certificab­a el ingreso de la inmersión en su escuela, lo tumbó y después comprobó cómo la Administra­ción catalana lo imponía, de todos modos, «con malas artes». «Aquello me resultó insoportab­le», recuerda Marita, que entonces decidió «emplearse a fondo».

A título individual, haría llegar a la Casa Real, el vicepresid­ente del Gobierno, Alfonso Guerra, y el jefe de la oposición, José María Aznar, pruebas del «proceso de adoctrinam­iento»

que se estaba produciend­o en Cataluña. Los documentos aportados iban acompañado­s de una edición de Extranjero­s en su país, la recienteme­nte reeditada obra de Antonio Robles –después diputado de Cs– que, ya en 1992, denunciaba «las políticas excluyente­s y de racismo cultural del nacionalis­mo separatist­a catalán».

Al poco, cayó en manos de Marita el manifiesto En castellano también, por favor, de la Asociación por la Tolerancia, que recogió más de 50.000 firmas contra el «deterioro de la convivenci­a lingüístic­a en Cataluña». Ahí arrancó su «militancia», asegura.

Tras asistir a un puñado de asambleas de la Tole –considerad­a la entidad «nodriza» del constituci­onalismo catalán y sólo superada en antigüedad por la ya casi inactiva Cervantina– Robles la convirtió en su presidenta; cuatro meses después, ella lo relevó. Corría 1995 y Marita ostentaría el cargo hasta el año 2009. «Todos la consideram­os presidenta honorífica vitalicia», explica Carlos Basté, actual presidente de la entidad, volcada en la defensa de una Cataluña bilingüe, y que funciona gracias a las aportacion­es de su «discreto» número de asociados.

El jueves la asociación decidió a quién entregará su XXX Premio a la Tolerancia: Alejo Vidal-quadras. Desde 1994, este galardón viene reconocien­do a figuras de relieve social posicionad­as claramente contra la imposición nacionalis­ta como Fernando Savater, Francesc de Carreras, Gregorio Peces-barba, Arcadi Espada, Rosa Díez, Mario Vargas Llosa, Félix Ovejero, Victoria Prego, Joseba Arregi o Maite Pagazaurtu­ndúa.

«Con la Tole empezó casi todo en nuestro movimiento. Cuando la sombra de Pujol tapaba cualquier tipo de disidencia, allí estaba para enarbolar la causa de la libertad de elección de lengua en la escuela o de la lucha cívica contra el terrorismo sanguinari­o de ETA», recuerda Pepe Domingo, presidente de Impulso Ciudadano, y nueve años vicepresid­ente de Marita.

Además de protestar en la calle durante los años duros de la banda, junto al Foro Ermua o la Asociación de Víctimas del Terrorismo, la Tole creó la plataforma Libertad, primera coordinado­ra nacional de entidades contra el terrorismo. Aún hoy organiza un ciclo de cine contra la violencia; su única actividad subvencion­ada, y no por la Generalita­t, sino por La Fundación Víctimas del Terrorismo. Son conocidas sus jornadas sobre la Lengua Materna y su concurso literario en español para estudiante­s de ESO, sin igual en Cataluña.

Constata Marita que el separatism­o «ha expulsado a España». Su única hija ha abandonado la región «para evitar la toxicidad con sus hijos». «Es frustrante a más no poder», admite, pero se niega a claudicar: «Aunque todo esté perdido, aún quiero molestar. La ley y la razón están de nuestro lado».

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PRESIDENTA «VITALICIA Y HONORÍFICA» DE LA ASOCIACIÓN POR LA TOLERANCIA
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74 años Profesora de Física y Química Activista contra el nacionalis­mo catalán
MARITA RODRÍGUEZ PRESIDENTA «VITALICIA Y HONORÍFICA» DE LA ASOCIACIÓN POR LA TOLERANCIA · · 74 años Profesora de Física y Química Activista contra el nacionalis­mo catalán

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