El Mundo Primera Edición - Weekend

25 de mayo de 2014: Y ya nada volvería a ser igual

Podemos y Vox nacieron ese día: suerte inversa, como exhiben 10 años después. Y ese domingo, Ucrania inició el no retorno

- ANÁLISIS LUIS FERNANDO LÓPEZ

Las biografías de esta década en la izquierda dibujan un adictivo folletín

Ni las puñaladas repetidas socavan Vox. Disciplina­dos hasta al rendirse

Si una vez hubo un Sábado Santo comunista, aquello fue el Domingo de Resurrecci­ón rojo, que cuatro décadas, y no tres días, llevaba moribundo ese dios.

Aquel 25 de mayo de

2014 –ayer hizo 10 años–, domingo –como hoy–, de elecciones europeas –como en dos semanas–, impuso una foto en portada, primera de Iglesias: en EL MUNDO, con una mirada amenazante que llenaba un periódico; en El País, esbozaba un aplauso con jolgorio a su espalda, de Monedero, de Teresa Rodríguez y de un trozo del cuerpo de Errejón. En ABC, sin embargo, aún confiaron en Cospedal y Arias Cañete en portada, vencedores numéricos, con el labio caído ella y un susto tremendo él. Esa noche el bipartidis­mo se dejó cinco millones de votos. Nacía otra España política en otra Europa. Y no solo por la izquierda, aunque hay que comenzar por ahí.

Los 2.829.145 votos que sumaron Izquierda Unida y Podemos eran el mejor resultado histórico de esa izquierda a la izquierda de Ferraz, que con el mejor Anguita firmó 2,6 millones y con el mítico PCE nunca superó los dos, desde esa legalizaci­ón de Sábado Santo del 77. Pero, además, esos casi tres millones de votos rojos emergían en unas Europeas y eran el 18%, cuando los topes previos en generales eran un 10,77% de Carrillo (1979) y un 10,54% de Anguita (1996). Hay que aclarar un equívoco común: al 18% contribuyó mucho más IU (10,03%) que Podemos (7,98%). Pero si los diarios no se acordaban (casi) de Arias Cañete ni de Elena Valenciano (cabeza de lista del PSOE, compareció con Óscar López, hoy mano derecha de Sánchez), quién se iba a acordar de Willy Meyer. Ni en IU dudaban de dónde estaba el futuro.

En ese futuro aparecían nombres de un pasado. Consultado­s de urgencia, uno de ellos, aún leal comunista, lamentaba: «Nos han ganado en Rivas y hace tres días íbamos juntos». Efectivame­nte, en ese feudo, aquel domingo, Podemos logró el 21% e IU, el 17%. En otra consulta rápida, en este caso, a un neomorado, ante la pregunta: «¿Iglesias es aquel que...?», la respuesta fue: «Sí, pero Tere va segunda y Urbán, séptimo», dejando clara su raíz anticapita­lista-troskista, en IU hasta 2008, bajo la marca Espacio Alternativ­o. Dos mensajes bastaban para aventurar que lo que había unido dios (resucitado, recuerden) lo separarían pronto sus hombres (rojos), obcecados, entre familiares, por quién le gana a quién o quién es el mío.

Este 9-J ese espacio político vuelve a concurrir quebrado, exhibiendo el final de su década prodigiosa –aún en Moncloa– y menguante –ni la mitad de escaños–. El horizonte conjunto está a un abismo de aquel 18%. Alrededor del 10% dan los sondeos, es decir, lejos del tope UE de la propia IU (13,4%, 1994). Tantas vueltas para... y volver y volver y volver.

Si las elecciones de 2024 certifican el repliegue de esa izquierda se debe sobre todo a la pulsión aniquilado­ra

del camarada torcido y a la fragilidad orgánica. Errores estratégic­os, excesos y/o defectos programáti­cos, malas compañías, las cloacas o el propio contexto fueron lastres menores comparados con la autodestru­cción. Tiene algo de adictivo navegar en esas biografías. Folletín.

En las listas vigentes de Sumar y Podemos se descubren pocos vivos una década después. En Podemos, un par. Un tal Juan Pablo Fernández Santos, noveno suplente en 2014, es número 3 en 2024 sin dejarse más que el Juan por el camino. Cuando arrastra jirones, que... Con él, Podemos de Castilla y León cayó de 10 procurador­es (2015) a dos (2019) y de dos a uno (2022). Número 3 europeo es. Justo un puesto por delante aparece Isabel Serra, la 16 en 2014. Aupada entonces por el ala anticapita­lista, llegó a liderar en Madrid una lista contra el pablismo. Vio pasar todas las guerras mientras cambiaba de bancada, de aliados o, simplement­e, de amistades. Resiste por lo único fiable: la sintonía con el clan de Iglesias, que no tardó en imponer en casa los peores usos. La decrepitud alcanza hoy, pero la carcoma estaba en el principio.

Sobre Lola Sánchez, que era cuarta en la lista morada fundaciona­l para Europa, la wikipedia incluye este incunable: «Iglesias le encargó dos tareas: espiar a Urbán (no lo hizo) y presentars­e a las primarias de Podemos en Murcia contra Urralburu, seguidor de Errejón». Esta joya sería un chiste hacker si no naciese de su propia confesión hace un año. La formación que juega su última bala el 9-J, tras un infinito de traiciones, acabó reducida a un grupo de devotos del joven cuyo rostro pusieron como logo en su primera papeleta, que ahora lidera Irene Montero, como su predecesor, criada en las Juventudes Comunistas, cantera mayor de un único espacio que hoy, y en 2014, se presenta como si fuesen dos.

Izquierda Unida sólo existe ya –no es poco, para la expectativ­a– como manantial y armadura de Sumar. En la lista de IU de 2014, ocupó el tercer puesto Urtasun, hoy ministro y portavoz de Yolanda Díaz. Y en el número 10 aparecía Lara Hernández, portavoz de La Acampada de Sol, en aquel 15-M de 2011, y un mes después de las Europeas de 2014 en el grupo que tomó la dirección de IU con Garzón. Fue responsabl­e de Convergenc­ia, es decir, encargada de propiciar la reunificac­ión con Podemos.

Dimitió en la Navidad de 2015 y ha reaparecid­o en primera línea hace un mes, como secretaria de Organizaci­ón de Sumar, es decir, para intentar lo imposible a este lado de la izquierda, en incesante refundació­n.

Veamos un ejemplo de la lista de Sumar el 9-J. Fabio Cortese tiene 32 años que le han permitido ser un prominente adolescent­e comunista y entre los líderes de Juventud Sin Futuro, cuña del 15-M; aliado mediático de Iglesias en La Tuerka; impulsor desde el ala comunista de la fusión con Podemos para aupar a Carmena... Rompió con su pretérito y abrazó el errejonism­o; como asesor en la Alcaldía, firmó el registro de Más Madrid que les divorciaba de Podemos... Resurgió en la lista de Sumar del 23-J (suplente), y va el 25 para Europa. En el 4 está Manu Pineda, en el PCE desde los 90, cuando nació Cortese. Maneras de vivir en el Salvaje Oeste; reinvenció­n de nunca acabar.

Aquel 25 de mayo de 2014 tuvo otra novedad en las portadas: el triunfo del Frente Nacional en Francia; tema secundario aquí porque la extrema derecha no existe en España, ripio clásico durante décadas, aunque justo habría aflorado ese domingo de debut de Vox. Con 246.833 votos, ni una décima parte de los logrados por el rojerío, se quedó a 1.740 de lograr un eurodiputa­do. Todavía no era Abascal su líder, sino Vidalquadr­as, con Espinosa de los Monteros (hijo) a la derecha, dos caídos ya. Fueron la undécima formación y la primera sin representa­ción, detrás de Compromis-equo. Tanto después de esa decepción, como en días recientes, Vox vivió puñaladas, escándalos y disparates argumental­es sin descompone­rse, disciplina­dos hasta para rendirse, a diferencia de sus equivalent­es por la izquierda.

A mitad de la última década, en 2019, Vox ya estaba por delante de Unidas Podemos. Y hoy se ven blindados ante los intentos de absorción del PP, a diferencia de Ciudadanos, con hechura fantasmal hoy y nacido como partido nacional ese mismo 25 de mayo de 2014 (dos escaños). Abascal, además, emerge como pivote europeo de todas esas derechas radicales que no lograron pactar un portavoz para el primer debate electoral europeo. Son nacionalis­tas sobre todas las cosas, unidos por el rechazo a lo ajeno, sea el izquierdis­ta –«zurderío», diría Milei– o el extranjero, especialme­nte si es de otra confesión religiosa. Es su momento, de manera nítida en Europa y, en España, aunque aquí, paradójica­mente, la izquierda fía su empuje al miedo al ultrerío. Vox ya ha superado la fase del qué dirán. Está en la ola, anfitrión hace una semana de Le Pen y Milei, con vídeo de apoyo de Meloni, a la que Von der Leyen, y Feijóo, ya ha validado como socio deseable. Irreconoci­ble Europa sólo una década después.

P. D. Los diarios de ese 25 de mayo, entre Iglesias, Le Pen y el festejo de La Décima, llevaron a portada la victoria de Petro Porosehenk­o –ejército, idioma y fe eran sus principios, nacionalis­tas– en las elecciones de Ucrania, boicoteada­s en el Este pro ruso. Llevaban un mes a tiros; Europa, en guerra. Y sólo avanza a peor.

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SERGIO ENRÍQUEZ-NISTAL Iglesias, antes de la rueda de prensa tras el espectacul­ar resultado en las Europeas’2014 (5 eurodiputa­dos).
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Abascal (3º, izda.), con la cúpula de Vox de 2014.

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