El Mundo Primera Edición - Weekend

Falsos dilemas para problemas reales

- EL PRIMER CRUCE DAVID MEJÍA

EL PRESIDENTE del Gobierno es un experto en convertir asuntos poliédrico­s en figuras planas. Justifica cada decisión controvert­ida con un falso dilema. Y como para imponer una decisión no hay nada más efectivo que denigrar las alternativ­as, el presidente suele estampar a sus falsas dicotomías un sello de moralidad: no basta con que la decisión adoptada sea la correcta, debe ser también la única éticamente respetable.

La falacia del falso dilema no consiste en limitar a dos las posibles soluciones y después elegir. Al contrario: el demagogo primero elige y después, para hacer valer su elección, finge que existe una única alternativ­a fatal: o aplaudir la amnistía o ser cómplice de la confrontac­ión, o apoyar la revaloriza­ción de las pensiones o negar la dignidad a los pensionist­as… Los españoles estamos constantem­ente forzados a elegir entre ser buenas personas o llevar la contraria a Pedro Sánchez.

La última muestra de esta lógica falaz la hemos visto a propósito de la decisión del Gobierno de reconocer el Estado Palestino. Una decisión cuestionab­le que el presidente promociona como la única moralmente aceptable: «quiero que los españoles estén satisfecho­s de que su Gobierno ha estado en el lado correcto de la historia». Para esquivar las críticas, el presidente se pregunta si acaso los más de cien países que ya reconocen a Palestina son también cómplices del terrorismo.

Obvia que el problema no es el reconocimi­ento, sino el reconocimi­ento post 7 de octubre, pero la pregunta es razonable. Es una lástima que no se pregunte si los países que no han reconocido a Palestina (Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Canadá…) son acaso cómplices de la guerra. Líbrenos, señor presidente, de sus falsos dilemas y asuma que tener reservas respecto al reconocimi­ento del Estado Palestino en este momento no equivale a oponerse a la paz. El lado bueno de la historia no siempre es fácil de detectar, no siempre es único, y no siempre coincide con el lado electoralm­ente más rentable.

El urdidor de falsos dilemas pasa por alto que, si sus tesis son ciertas, su arbitraje no tiene valor. Si su postura es la única aceptable, ¿dónde está el mérito? Por eso me cuesta entender la solemnidad que Pedro Sánchez imprime a sus decisiones. Para decidir entre oro y carbón no hace falta un estadista genial. Bastaría con un niño de cinco años o un ministro.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain