El Mundo Primera Edición - Weekend

“NO ME DISFRACÉ DE AMY WINEHOUSE. QUERÍA QUE ME MIRARAN A LOS OJOS”

‘Back to Black’. Marisa Abela interpreta a Amy Winehouse en un biopic basado en sus canciones

- Por Charlotte Davies

QLa actriz aprendió a cantar como Winehouse y encogió hasta tener su envergadur­a para entenderla mejor

uiero que se me recuerde por ser cantante... Por ser simplement­e yo». Fama y fragilidad, el binomio más peligroso. Más de una década después de su muerte, el recuerdo de Amy Winehouse, la última diva del soul aún está manchado por el aura de malditismo efímero que la convirtió en carne para la triturador­a de juguetes rotos. Amy Winehouse fue muchas cosas, todo a la vez: una voz prodigiosa en una imagen complicada, una compositor­a que mezclaba el jazz, el soul y el ska-punk; una mujer solista que se negó a dejarse moldear por la industria... También fue una persona delicada e insegura que llenó su vida de drogas y alcohol para hacer frente al dolor que sufría y a su deseo de ser amada, el anhelo que la atormentó hasta el final.

La última integrante (por ahora) del aciago Club de los 27 sucumbió a sus adicciones en su casa del barrio londinense de Camden el 23 de julio de 2011. Desde entonces, su historia se ha contado varias veces, tanto en fotografía­s sensaciona­listas en las que aparece tropezando descalza por las calles de Londres, como en múltiples libros y en el documental Amy, de Asif Kapadia, ganador de un Oscar y muy criticado por el padre de la cantante, Mitch. Lo que no se había hecho, sin embargo, era intentar comprender a la cantante a través de la autobiogra­fía que ella misma escribió: su música. Y es aquí donde entra en escena Sam Taylorjohn­son, directora de la película Back to Black, que llegará a los cines el próximo 31 de mayo.

«Todo lo que hizo quedó eclipsado por la tragedia del final de su vida», afirma Taylor-johnson en conversaci­ón con EL MUNDO. «Quería llevarla a un lugar donde recuperara su autonomía, y eso solo era posible a través de sus canciones». La cineasta británica no es una novata en el mundo de los biopics, pues debutó como directora en 2009 con Nowhere Boy, una película basada en la infancia de John Lennon y protagoniz­ada por su ahora marido Aaron Taylorjohn­son. Por eso, cuando la productora Alison Owen la llamó para decirle que había obtenido permiso de Universal Music y Sony para utilizar la discografí­a de Amy Winehouse en un largometra­je, no dudó.

«La idea me cautivó enseguida y pensé que esto era a lo que debía dedicar los siguientes dos años de mi vida», recuerda Taylor-johnson, que confiesa ser fan de la cantante desde que la vio actuar en un talent show en el bar de jazz Ronnie Scott’s en 2002. «Normalment­e estos proyectos requieren mucha reflexión, ya que te pueden consumir la vida, pero éste fue pan comido... Siempre y cuando pudiera conseguir al guionista que quería». Ese guionista era Matt Greenhalgh, el mismo escritor con el que trabajó en Nowhere Boy.

Antes de ponerse manos a la obra, Taylor-johnson

pidió a Greenhalgh que escuchara Tears Dry On Their Own, la canción que se convertirí­a en el cimiento para la película. «Cuando la escuchas superficia­lmente, tienes la sensación de que te está contando algo optimista y alegre sobre el amor. Pero cuando te fijas más atentament­e la letra, es todo lo contrario».

Tears Dry On Their Own es la canción sobre el amor intermiten­te y temperamen­tal de Winehouse con el donjuan Blake Fielder-civil. La cantante decía allí: «No sé por qué me encariñé tanto/ Es mi responsabi­lidad/ Y tú no me debes nada».

«Yo tenía muy claro que no quería hacer un biopic

que repasara su vida sin pausa. Quería centrarme en un periodo concreto», explica la directora. «Después de escuchar esa canción, comprendí que ese álbum era mi punto de entrada para entender la brillantez de Amy y conectar con ella a través de algo muy humano y complejo, su música. Así que nos dejamos guiar por las letras de las canciones para elaborar el guion, que es, en esencia, una historia de amor, porque eso es lo que nos cuenta en ellas».

Esta tensión entre la alegría y la devastació­n sirvió a Taylor-johnson y Greenhalgh para establecer el tono de Back to Black. La película sigue a la cantante desde su adolescenc­ia en el norte de Londres, en el seno de una familia judía con padres separados y marcada por una abuela adorafa, pasa por la cima de su fama y la grabación del álbum homónimo de 2006, galardonad­o con un Grammy, hasta finalizar en las horas previas a su muerte por intoxicaci­ón.

«No sólo era importante retratar a Amy, la cantante, sino también a Amy, la adolescent­e, y luego a Amy, la mujer, y a Amy, la chica enamorada», señala Marisa Abela, la actriz encargada de dar vida a Winehouse.

Durante el casting, ocho actrices se presentaro­n para el papel, siete de las cuales apareciero­n caracteriz­adas como la cantante, ya fuera con pendientes de aro, pañuelos, una colmena o un grueso delineador de ojos negro. La única que no lo hizo fue Abela.

«Hubo cuatro audiciones en total, pero la primera fue la más importante. Era la oportunida­d de mostrarles a Sam y a Nina [Gold, la directora de casting] lo que había encontrado en este papel, que era el alma y el punto de vista de Amy. Y quería que la vieran dentro de mí, así que no me peiné ni me maquillé porque meterme en el corazón del personaje iba a ser lo más importante en la película», explica Abela, que saltó a la fama en la serie de HBO Industry. «No importaba cuánto pudiera engañar a la gente para que pensara que era alguien que no era. Quería que la gente me mirara a los ojos y viera lo que ella quería de la vida y de la gente que la rodeaba. Es lo que intenté hacer en mi audición».

Funcionó. Taylor-johnson quedó cautivada de inmediato. «Desde el momento en que miré por el objetivo y Marisa se sentó a leer, supe que era nuestra Amy. Antes incluso de que dijera nada, pude ver que había captado su espíritu», cuenta la cineasta, mientras dedica una sonrisa a la actriz. «No era una imitación cualquiera, era Amy en carne y hueso».

Una vez fichada, Abela se metió de lleno en el papel con un ímpetu casi obsesivo. Se mudó a un apartament­o de Camden Town durante cuatro meses para iniciar

fentonces en una preparació­n física digna de un atleta de alto rendimient­o: pasaba 10 horas diarias con un entrenador personal y una profesora de canto para perfeccion­ar el timbre y el tono de Winehouse y daba de clases de guitarra tres veces por semana. Bajo el asesoramie­nto de un nutricioni­sta, se encogió físicament­e para replicar el cuerpo de la cantante, quien, además de sus adicciones, sufría trastornos alimentari­os.

«Hasta entonces no entendía hasta qué punto ser más delgada afecta a tu ritmo», dice Abela. En la época del disco Frank, Winehouse no estaba tan delgada. Era rápida, ruidosa y hacía movimiento­s más amplios. Cuando empezó a adelgazar, muchos gestos se volvieron imposibles. «No dejaba de preguntarm­e qué significa tener este tamaño y cómo afecta a su forma de estar de pie, de sentarse y de sentir. Y no sólo en casa con los seres queridos, sino también en el escenario de Glastonbur­y ante miles de personas», continúa. «Por eso era tan importante para mí hacer ese viaje, igual que lo era aprender cómo cantaba y cómo se movía. Cambió mi forma de relacionar­me con el mundo».

Para Abela, la hercúlea tarea de recrear la voz cantante de Winehouse en la película, fue un reto que no formaba parte del plan original. La actriz nunca había cantado en público aunque tenía alguna formación. Cuando era adolescent­e, había aprendido algo de canto en una escuela de arte dramático, pero nunca se había atrevido a compartir su talento hasta ahora. «Cuando concebimos Back to Black, yo quería a alguien que tuviera una presencia increíble, una actriz que captara la esencia de Amy y eso era lo más importante. No pensé demasiado en el canto», recuerda Taylor-johnson. «Me parecía una locura pensar que alguien pudiera recrear su voz, pero Marisa estaba dispuesta a intentarlo. Se entregó en cuerpo y alma e hizo un auténtico truco de magia».

«Saber cantar no era imprescind­ible pero me ayudó muchísimo, porque me permitió trabajar desde la curiosidad y no desde el miedo», añade al respecto Abela. «Había pensado que, en el peor de los casos, podrían fundir nuestras voces, así que era más importante que, emocionalm­ente, conectara de verdad con las palabras que había escrito y el estilo con el que las cantaba». Consciente de las críticas que le pueden caer por su interpreta­ción de Winehouse, Abela se muestra tranquila. «Nadie va a cantar igual que Amy. Para mí era importante cantar su música como ella la hubiera sentido, y luego intentar perfeccion­ar toda la técnica para sonar lo más parecido posible», admite. «Así que, de este modo, creo que hemos llegado a un punto en el que se siente auténtico. Si hubiéramos interpolad­o su voz en las canciones, no habría encajado con la emoción de las escenas».

Para Abela, este papel supuso una oportunida­d de reencontra­rse con sus raíces. Nacida en un pueblo de las afueras de Brighton, también en el seno de una familia judía, la actriz se sintió muy identifica­da con Winehouse durante el rodaje: «Recuerdo cómo me sentía de joven al verla con una estrella de David sobre su escote. Entendía cómo podría ser una cena de viernes por la noche en su casa, arropada por su familia. Cuanto más la conocía, más conexión sentía con esa chica de Londres», cuenta.

«Había una sequedad en Amy, en su forma de entender el mundo y de estar. También era intrépida en su forma de abordar a otras personas y en la forma en que permitía que otras personas interactua­ran con ella. Interpreta­r sus canciones a veces parecía un monólogo. Era una letrista increíble», añade la actriz, que tiene los mismos 27 años de Winehouse cuando murió. Como ella misma dijo, sólo quería un amor que le secara las lágrimas cuando lloraba.

BACK TO BLACK. Director: Sam Taylor-johnson. Estreno: 31 de mayo.

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El argentino se aleja de la masculinid­ad clásica y comparte sus desamores, preocupaci­ones y problemas.
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La actriz inglesa Marisa Abela encarna a Amy Winehouse en la película ‘Back to Black’.

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