El Mundo Primera Edición - Weekend
“Hay que hacer terapia estando bien y estando mal, porque así estás preparada para afrontar los golpes de la vida”
PROTAGONISTA. Después de una temporada algo turbulenta en lo personal, Hiba Abouk regresa a la pequeña pantalla con ganas y por partida doble
Los papeles en la carrera de un actor pueden servirle de ornamento y de losa para su imagen pública. Su propia personalidad queda parapetada tras la de sus personajes. Hiba Abouk (Madrid, 1986) regresa este mes a la televisión con y sin ese escudo. Después de un paréntesis personal para volcarse en su doble maternidad de Amín, de cuatro años, y Naím, de dos, y de su doloroso divorcio del jugador del Paris Saintgermain Achraf Hakimi, estrena la serie de Atresmedia Eva & Nicole, una historia de rivalidad femenina en la jet set de la Marbella de los años 90. También está grabando Masterchef Celebrity para La 1 de TVE.
Lejos de sentirse oxidada, la actriz, que acaba de estar en Cannes de la mano de Campari, colaborador oficial del festival de cine, asegura reincorporarse «con las pilas cargadísimas». Habla cinco idiomas y cursó Filología Árabe, pero jamás ha contemplado un plan B a la interpretación. «Cuando eres actriz, lo eres toda la vida. Esta profesión tiene de todo menos estabilidad y rutina. Hay que saber adaptarse y no me voy a quedar de brazos cruzados. Si se me cierran las puertas, ya me crearé yo las oportunidades». Por lo pronto, está entrenando con ahínco para otra serie, esta vez de acción, en la que, en lo posible, va a renunciar a utilizar a una doble.
P. Más allá del parecido en la sonoridad de vuestros nombres, ¿qué tienes en común con el personaje de Eva?
R. Ambas somos dos mujeres hechas a sí mismas, resilientes y valientes. Las dos hemos sabido empezar desde cero una y otra vez. P. ¿Te molesta que el motor de Eva & Nicole sea la rivalidad femenina?
R. En absoluto. Nuestros papeles son tan ricos, con tanto desarrollo y capas... Asumo que la rivalidad femenina existe, aunque sea más común entre los hombres.
P. En la vida real, hasta los 24 años, no fuiste de fiesta, y en esta serie montas una discoteca. ¿Estás saldando cuentas con tu pasado?
R. No se puede todo: si me iba de fiesta no podía concentrarme en lo importante, trabajar y estudiar.
P. Cuando rompiste aguas de tu primer hijo, condujiste escuchando a Camarón de la Isla a todo volumen. ¿Qué lugar ocupa la música en tu vida?
R. No puedo vivir sin ella. Creo que es la creación más sublime del hombre. Me gusta más que el cine. Pero no soy espectadora de musicales, hay algo fake. No consigo conectar.
P. ¿A qué artista has descubierto recientemente?
R. A uno joven de Gaza, Saint Levant, que mezcla rap y R&B, canta en inglés, en francés y en árabe. Su disco se llama From Gaza, With Love. Muchas de sus canciones tienen un compromiso político con la causa palestina. Pero también puedo escuchar a Bad Bunny, que no puede tener un mensaje más vacío. En mi día a día, no hay nada mejor que cocinar con música y abrir una botellita de vino.
P. Cuando ahora te enfrentas a una entrevista, ¿lo haces con reservas?
R. Cada uno es libre de preguntar lo que quiera y yo de no contestar si me parece demasiado íntimo. He intentado ser muy discreta y que las cosas no fueran tan mediáticas, pero, por desgracia, no lo pude controlar. Más que nada porque tengo dos hijos, quiero protegerles y las declaraciones se tergiversan.
P. ¿Qué te ha dolido más?
R. No lo recuerdo.
P. ¿Recuerdas, en cambio, tu primera sensación en los fogones?
R. Mi padre guisaba mucho y la casa entera olía a comida árabe.
P. ¿Tienes ganas de que el público conozca a Hiba Abouk a través de Masterchef?
R. Sin duda. Es un formato que te hace más cercana, pero no hay que olvidar que hay cámaras delante y en los actores siempre hay una deformación profesional, aunque sea para hacer de nosotros mismos.
Solo soy yo al 100% en casa, de puertas para adentro.
P. ¿Cómo afrontas el programa después de la experiencia de Patricia Conde?
R. Te reconozco que me he enterado de muy poco, porque no me gustan las polémicas de ese tipo. Sé que no estaba contenta.
P. Se dijo que antepuso su salud mental a ganar el programa. Tú has hablado abiertamente de que acudes a terapia. ¿Pones la tirita antes de la herida?
R. Distingo entre el entrenamiento físico, el intelectual y el emocional. Entreno dorsales, lumbares y hombros para tener una espalda fuerte y aguantar como una campeona el día que tenga que
“Me han descartado por guapa, como si las guapas no pudieran ser yonquis o sufrir”
“Cada uno es libre de preguntar y yo de no contestar si me parece algo muy íntimo”
“Que nuestro Gobierno vaya a reconocer el Estado palestino me parece un acierto”
estar de pie ocho horas. Del mismo modo, creo que hay que hacer terapia estando bien y estando mal, porque es una manera de estar preparada para afrontar los golpes de la vida.
P. ¿Cuál ha sido la determinación que te ha motivado esta última vez?
R. El amor. Siempre. En ocasiones, a mí misma, porque me quiero mucho, y en otras, hacia mis hijos.
P. A este respecto, has declarado que en este último año has sentido mucho machismo. ¿Te referías a la sociedad o a los medios?
R. En general, en comentarios en redes a los que no hago ni caso, pero existen y reflejan una sociedad que evolucionará, como todo está evolucionando, a mejor.
P. ¿Has tenido mentores en tu profesión?
R. Rossy de Palma y Belén Rueda, a las que pido consejo porque son muy amigas mías. Esta profesión es para toda la vida, puedes actuar hasta que te mueras, así que todavía tengo mucho que recorrer. Todo lo afronto con el mismo respeto y con los mismos nervios.
P. Has sido una actriz fundamental en la representación de personajes norteafricanos en nuestro audiovisual. ¿Has temido no poder salir del estereotipo?
R. No temo a nada. Sabía que iba a ser una de las primeras en hacerlo y que luego vendrían muchas detrás. Estoy feliz por haberles marcado el camino. En España era algo muy novedoso, pero no en Francia: las actrices árabes de tercera generación hacen papeles de todo tipo.
P. ¿Te han descartado más por guapa o por exótica?
R. Por las dos cosas.
P. ¿Verbalizan ese rechazo o lo intuyes?
R. Alguna vez se lo han callado, otras veces me han dicho que soy demasiado guapa para el personaje, como si las guapas no pudiéramos ser yonquis, no pudiéramos sufrir. Deben pensar que es un piropo, pero me parece una falta de inteligencia y de empatía.
P. ¿Tampoco se cortan con tus rasgos árabes?
R. Son más sutiles, porque es un microrracismo.
P. ¿Te gustaría que tus hijos siguieran tus pasos o los de su padre?
R. Que hagan lo que quieran. Si ellos son felices, les voy a apoyar, ya sean actores, futbolistas o fontaneros.
P. Siempre reiteras que la infancia es lo que más te conmueve en este mundo. ¿Cómo estás viviendo las imágenes de la guerra en Gaza?
R. Lo de Gaza es un abuso y un genocidio, pero como ha pasado tanto tiempo y ya no es una novedad, a menos que estés comprometido con la causa, pasas de puntillas por encima de las noticias.
P. ¿Qué opinas sobre las acampadas universitarias?
R. Me parece maravilloso. Y que nuestro Gobierno vaya a reconocer al Estado palestino me parece un acierto, nos tenemos que posicionar.
P. Hace tiempo que apoyas la labor de Save the Children. ¿En qué otras tragedias no ponen el foco los medios?
R. ¿Sabes la de conflictos que hay en el continente africano de los que nadie sabe nada? Cada uno es responsable de lo que sabe y de lo que quiere saber. La prensa te ofrece una información, pero ahí están la actitud y el compromiso que tú tengas, y dónde acabe tu mundo, si en tu ombligo, para abrir los ojos.