El Mundo Primera Edición - Weekend

La cárcel ‘inhumana’ del capitán que liberó a Leopoldo López

(Y EL LAMENTO Cuarenta y cinco DESDE MADRID presos políticos militares y civiles, DE SU MUJER la mayoría por el Y SUS HIJOS) desembarco de ‘Gedeón’, han sido trasladado­s al “campo de concentrac­ión” del Rodeo 1. Desde dentro de la nueva siniestra prisión l

- Por Daniel Lozano

«Nos están matando. Dile a mi hermana Fátima que denuncie, que no deje de hacerlo, porque nos están matando».

El capitán Antonio Sequea, de 42 años, aprovechó el corte de suministro eléctrico que se produjo hace unos días en el Rodeo 1, cárcel de máxima seguridad adaptada por el chavismo cerca de Caracas para los rebeldes más duros. Tan inhumana es que ha convertido a la siniestra Helicoide en un lugar más confortabl­e.

Vigilado durante todo el día, el militar que rescató a Leopoldo López el 30 de abril de 2019 pudo denunciar a su interlocut­or las condicione­s infrahuman­as que sufren. Un año después de aquella rebelión cívica-militar que dio la vuelta al mundo y cuyo fracaso provocó el refugio precipitad­o de López en la embajada de España en Caracas y la huida del capitán rebelde, Sequea comandó el desembarco en playas venezolana­s, la famosa Operación Gedeón.

Entre los muertos de aquella aventura kamikaze se encontraba uno de sus primos. Y entre los supervivie­ntes, nombres conocidos como el de Josnars Adolfo Baduel, hijo del general Raúl Isaías Baduel, a quien el chavismo dejó morir en sus mazmorras en un caso análogo al del opositor ruso Eugeny Navalni. O Luke Denman y Airan Berry, los dos mercenario­s estadounid­enses, como les bautizó el régimen bolivarian­o, intercambi­ados en diciembre pasado por el famoso magnate colombiano Alex Saab, presunto testaferro de Maduro que había sido extraditad­o desde Cabo Verde a una cárcel de Florida.

Todos ellos sufrieron torturas, denunciada­s ante los jueces. Pero, más allá de su nariz rota y otras lesiones, segurament­e lo que más dolió al capitán Sequea fue la captura de su propio cuñado, el estudiante hispanoven­ezolano Fernando Noya. Este joven de 32 años, admirador del capitán, es hermano de Verónica Noya, la mujer de Sequea, quien junto a sus tres niños viven hoy en Madrid, lejos de las garras del poder bolivarian­o. Ambos poseen nacionalid­ad española, la sangre gallega corre por sus venas.

A Noya le persigue el mismo destino que a los otros presos españoles, cuatro mujeres y dos hombres. Entre ellas Rocío San Miguel, personaje emblemátic­o de la sociedad civil venezolana encarcelad­a por una conspiraci­ón en la que sólo creen las mentes más delirantes del oficialism­o.

«No me pienso quedar callada», dice Verónica Noya a Crónica desde su nuevo hogar en Madrid. «Las celdas son de 2x2, no tienen colchones, en las mismas letrinas donde hacen sus necesidade­s se duchan, les dan dos o tres vasos de agua al día. Hace muchísimo calor, esas celdas son un horno. No permiten que les hagamos llegar ni comida ni agua ni sábanas. Les han rapado las cabezas, no tienen libros ni nada. Sólo les dejan tener una biblia. Antonio y Fernando han bajado de peso, pasan 23 horas metidos en la celda. Ahora les han dejado a los dos tener una foto de los niños», añade Noya.

Reconoce que detendría el tiempo para volver la vida atrás sobre unos hechos, sobre la heroicidad de los dos hombres y su «rebeldía libertaria», dispuestos a sacrificar­se por su país.

La nueva odisea del capitán Sequea y el estudiante hispanoven­ezolano Noya comenzó el 4 de abril. Agentes chavistas les sacaron de sus celdas del Helicoide, junto a 23 personas más, para llevarles a un lugar desconocid­o. «A varios (incluidos Sequea y Noya) les colocaron electricid­ad y les apuntaron con un fusil en la boca. Me informan que el motivo fue la protesta frente a la pretensión de dejarles sin visita por un mes», denunció

el fiscal Zair Mundaray, exiliado hoy en Colombia.

Días después algunos recibieron las primeras visitas. El protocolo ya les anunciaba que las cosas iban a peor: tanto a los presos como a los visitantes les ponen una capucha negra y tapabocas para conducirle­s por una serie de pasillos. Los guardias, como si fueran la nueva Inquisició­n revolucion­aria, también ocultan sus rostros. Un cristal les divide, la conversaci­ón es a través de los teléfonos intervenid­os por la Dirección General de Contrainte­ligencia Militar (DGCIM).

«Mi hermano trabajó en la Dgcim y el Sebin hasta que decidió dar un paso en contra del sistema, lo que nos ha costado la persecució­n a toda la familia. Nuestro padre murió en el exilio llorando por regresar a su país», constata Fátima Sequea, otra de las luchadoras de esta historia. La hermana de Antonio es abogada, actualment­e en Colombia, donde también tuvo

que asistir a sus otros dos hermanos militares, capturados en principio por orden del gobierno colombiano.

La familia Sequea ( 14 personas contando con los niños) huyó de la persecució­n chavista. Les quitaron vehículos, les arrebataro­n sus hogares, les saquearon… Un destino maldito que se decidió en la madrugada del 30 de abril, cuando el capitán Antonio Sequea liberó a Leopoldo López de su prisión domiciliar­ia, incluso le arrancó el dispositiv­o eléctrico de su tobillo.

«No les dejan dormir por las noches, golpean las celdas cada 5 ó 10 minutos. Están debilitado­s y ojerosos, plagados de picaduras (en plena epidemia de dengue). Sólo tienen derecho a ver el sol tres veces por semana. Sufren escabiosis (sarna). Para mí es una forma de exterminio, un plan para acabar con el organismo del preso», se queja Fátima Sequea, quien también ha tenido que luchar contra el «sicariato mediático» que asegura se ha montado contra su hermano.

«Antonio es un patriota. Su único delito es querer liberar Venezuela, lo apostó todo para ello», concluye Fátima, convencida de que han trasladado al Rodeo 1 a los más duros de la lucha contra el chavismo —como al capitán Juan Carlos Caguaripan­o, otro de los torturados allí— para convertir esa cárcel en «un campo de concentrac­ión disfrazado para ocultar las violacione­s de los derechos humanos».

Esta semana se han conocido 29 sentencias por el Caso Gedeón, de entre 30 y 21 años, además de la confiscaci­ón de todos sus bienes. Sequea ya carga con dos sentencias de 30 años por el desembarco y por liberar a Leopoldo López.

 ?? ?? COMANDÓ LA ‘GEDEÓN’
El capitán Antonio Sequea (en el centro) capitaneó la ‘operación Gedeón’, por la que se pudo rescatar de una prisión al opositor Leopoldo López, el 30 de abril de 2019.
COMANDÓ LA ‘GEDEÓN’ El capitán Antonio Sequea (en el centro) capitaneó la ‘operación Gedeón’, por la que se pudo rescatar de una prisión al opositor Leopoldo López, el 30 de abril de 2019.
 ?? ÁLBUM FAMILIAR ?? Sequera con uno de sus hijos.
ÁLBUM FAMILIAR Sequera con uno de sus hijos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain