La sequía de Kevin
KEVIN D, un ‘hacker’ que desde los 12 años se ha dedicado a colarse en todo tipo de bases de datos, páginas web y multinacionales, ha sido condenado a tres años de prisión en Bélgica por piratear decenas de billetes de avión. El tipo sacaba vuelos en primera clase (de American Airlines, pero también varias europeas) sin pagar nada, se añadía puntos de fidelidad y ya que estaba por ahí, trasteaba un rato con información de pasajeros. Ha tenido mucha suerte, porque
EEUU había pedido su extradición y le esperaban hasta 40 años de cárcel.
Hay cierta ola de simpatía hacia el pirata. Quién no quiere volar en Business con las colas de los últimos meses en los aeropuertos, y más aquí, donde hay huelgas sorpresa cada dos por tres. Tentado he estado de hacerlo desde la pandemia, pues los precios que antes eran más que razonables (es un decir) conectando con la capital española se han puesto bastante imposibles y la diferencia empieza a ser asumible.
Antes hubiera podido escribir que muchos aquí entenderían también al ciberdelincuente, pues quién no tiene la necesidad de escapar corriendo de Bruselas, sobre todo a la vuelta de verano, cuando llegan las nubes, ¿no? Error, ya no. En este mundo loco en el que vivimos ahora, la temperatura en Bélgica es desde muchas hace semanas infinitamente más soportable y llevadera, no que en el sur, que eso ‘ va de soi’, sino que antes. El cambio climático es aliado apreciado del expatriado, del turista y del bronceador, pero no del suelo y el agricultor. El julio más seco en 137 años, tras la segunda primavera más árida, ha arrasado parques y jardines. Antes no estábamos preparados para las olas de calor (ejem, a partir de unos pocos días a más de 25º), y mucho menos para que no llueva. Es norma de la casa la falta de preparación, pero uno ya no sabe qué pensar, qué decir o cómo vestirse.