El Mundo Primera Edición

Sánchez, el del BNG

- F. JIMÉNEZ LOSANTOS

AYER, el pecio más necio de cuantos flotan en el océano naufragó en la trampa dialéctica que le había tendido al presidente del PP. No es que, con Iván Redondo a su lado Pedro Sánchez fuera mejor que con Félix Bolaños, pero corría menos riesgos y cometía menos «errores no forzados», como dicen en el tenis. Ayer no sólo fue incapaz de evitar las trampas que le puso el jefe de la oposición, sino que se adelantó a ponérselas él mismo. Está tan fuera de sí, tan políticame­nte desnortado, que recordaba a Mitrofán, aquel oso ruso al que emborracha­ban para que Campechano no corriera riesgos venatorios.

Por un momento, Mitrofán Sánchez pareció presentar su candidatur­a a la Junta de Galicia, porque dedicó casi toda su perorata a insultar a Feijóo y criticar su política en la región que le ha dado cuatro mayorías absolutas. No dudo de que a Rueda le sería facilísimo derrotar a este okupa del BNG, tan radical y enloquecid­o como Beiras, pero ayuno de su brillantez oratoria.

Feijóo estuvo muy cómodo ante el plantígrad­o, que sacó a colación la ETA porque el del PP no lo había hecho y condenó que llamase «títeres» a los monigotes parlantes de su Sálvame Deluxe, cosa que Feijóo no había hecho pero que sin duda delató cómo los lla

Está tan fuera de sí, tan desnortado, que recordaba a ‘Mitrofán’, aquel oso ruso al que emborracha­ban para Campechano

ma Bolaños. En fin, que Sánchez boxeó con su propia sombra presidenci­al y acabó en la lona. Y allí, seguía manoteando.

Otro de los efectos positivos para la derecha del bamboleo del pecio monclovita fue que, al no poder enfrentars­e en ese formato Abascal y Feijóo, dejó como programas compatible­s y complement­arios los del PP y Vox, sobre todo en materia de energía, donde el zumbado criticaba lo que Feijóo no había dicho y presumía de lo que debería callar. Le faltó pedir que se votara la ilegalizac­ión de la derecha y que lo pillaran embutiendo votos en la urna. No sería la primera vez.

No se puede hablar de triunfador del debate, porque no hubo debate. Sánchez es un aspirante a espadón bolivarian­o, incompatib­le con la democracia. Pero está claro quién fue el perdedor: el promotor de la pelea, que ganó Alberto Núñez Feijóo sin moverse del rincón. Lo de Sánchez ya son manotazos de ahogado, alardear de amigotes indeseable­s y recibir al toro a porta gayola cuando el cornúpeta, aburrido, ha llamado a Florito y se ha vuelto a los corrales a cenar con los bueyes, harto del chulángano.

Allí se ha encontrado con sólo media ración. También ha subido el pienso.

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