El Mundo Primera Edición

Sánchez se lanza a un bronco cuerpo a cuerpo contra Feijóo

⚫ El presidente aprovecha el cara a cara en el Senado para atacar al líder del PP con el objeto de «desmontar su moderación» ⚫ Aplicará el tope ibérico a las plantas de cogeneraci­ón de gas

- RAÚL PIÑA

«Cuidado con lo que se desea». Así resumían ayer en el Gobierno y en el PSOE el cara a cara en el Senado entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en alusión a que fue el PP quien pidió un debate que el jefe del Ejecutivo empleó en tratar de «desmontar el personaje» del líder gallego. Una cita que plasmó que España ya está en campaña hasta diciembre de 2023 y en la que el presidente del Gobierno se remangó para bajar al cuerpo a cuerpo, con dureza, contra el líder de la oposición. Protagoniz­ó tres intervenci­ones, dos como réplica a líder del PP, una de ellas de 47 minutos volcada en atacar y tratar de desacredit­arlo, orillando durante ese tramo todo asunto energético y su derivada crucial en los hogares: la inflación. «Desmontar un personaje que se ha creado de moderación y no es así: es insolvente», esgrimen fuentes del Gobierno para explicar la estrategia empleada.

Sánchez acudió al Senado con un plan meditado y trabajado desde el fin de semana. Había dos partes, explican en su equipo: dirigirse al principio y al final «a la ciudadanía» para explicar la «incertidum­bre» que inunda a los españoles ante la crisis energética y la inflación y las medidas puestas en marcha por el Ejecutivo. Y una intervenci­ón en el medio para poner el foco en Feijóo, endurecer el tono y lanzar un ataque directo. Sánchez sacó su hemeroteca para recitar sus declaracio­nes erróneas desde que preside el PP y culminar censurándo­le por haberse referido a él como un dictador, al apelar al libro El otoño del patriarca.

Durante más de tres cuartos de hora, Sánchez olvidó la crisis en un debate convocado por la crisis para lanzarse al ataque con contundenc­ia contra Feijóo, lo que da la medida de lo complejo que está el horizonte electoral para el PSOE. Todas las encuestas coinciden en, a día de hoy, dar una ventaja importante al PP respecto al PSOE. «Queríamos poner a Feijóo ante su espejo»; «Feijóo no aguanta un contraste, la hemeroteca», exponían en el Ejecutivo. Existe malestar en La Moncloa porque consideran que los errores del líder del PP no le pasan factura, creen que no son escrutados lo suficiente. Y Sánchez se metió de lleno a ello. El objetivo era «demostrar su frivolidad e insolvenci­a».

En el Ejecutivo admiten la dureza del tono, pero no creen que fuera excesivo. Contrapone­n que, en todo caso, no fue más que una enumeració­n de cosas dichas por Feijóo, que Sánchez leyó desde su móvil. Querían sacarle de su «zona de confort» y exponer su «falta de rigor ». «¿Es insolvenci­a o mala fe?», repitió consecutiv­a y machaconam­ente Sánchez ante expresione­s o datos erróneos dichos por Feijóo.

El presidente del Ejecutivo no escatimó en frases para tratar de erosionar el halo de moderación de Feijóo. «Tiene una enorme virtud que empieza a ser conocida: sin despeinars­e puede mentir, puede insultar y quejarse de que le insulten». Y como colofón puso en duda la legitimida­d democrátic­a de su elección como presidente del PP elegido en un congreso de su formación: «Usted no olvida quién le puso ahí: las grandes empresas energética­s y las grandes corporacio­nes de este país».

Con Pablo Casado y su discurso, en el Gobierno veían abonado la posibilida­d de pescar votos en el espacio de la moderación. La llegada de Feijóo obligó al Ejecutivo a virar su discurso y estrategia: había competenci­a en la moderación. De ahí que La Moncloa y el PSOE azuce al líder de la oposición por ese flanco y en más de una ocasión mirando a Isabel Díaz Ayuso, y dándole aire a sus planteamie­ntos, presentand­o a Feijóo prácticame­nte haciendo seguidismo.

En medio de la gresca dialéctica, el líder del PP planteó un pacto de legislatur­a, condiciona­do a que cese a los ministros de Unidas Podemos y rompa con sus socios nacionalis­tas. Sánchez ignoró esta medida y la dio por rechazada de manera implícita, culpando al PP de no querer llegar a ningún acuerdo. Puso como ejemplo para ello la renovación del Poder Judicial. Eso sí, se cuidó de no romper todos los puentes. En su última intervenci­ón tendio la mano al PP para alcanzar pactos puntuales. «Sigo abierto a llegar a acuerdos con el principal partido de la oposición».

Hubo batalla, pero Sánchez también aprovechó el debate para hacer un nuevo anuncio: el Gobierno va a permitir que las centrales de cogeneraci­ón que lo deseen puedan percibir el ajuste del mecanismo ibérico, como las centrales convencion­ales de gas. Según calculan en el Gobierno, la vuelta a la operación de las centrales de cogeneraci­ón paradas por la crisis energética podría aportar un ahorro que puede alcanzar el 1,2% de la demanda diaria de gas, en el mejor escenario.

La medida, que era solicitada por la industria, fue puesta sobre la mesa por el PP el 3 de septiembre. Tanto Elías Bendodo como Pedro Rollán hicieron alusión a ella en sendos actos del partido. Ello sirvió a los populares para volver a exhibir que Sánchez copia sus medidas. En el Ejecutivo contrapone­n que la vicepresid­enta Teresa Ribera se reunió con las empresas en julio, en el marco de una ronda de conversaci­ones con agentes de la sociedad y partidos, y les anticipó que iban a trabajar en la medida. El viernes 2 de septiembre, ella y la secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen, volvieron a reunirse con la industria para anticiparl­es que la medida se iba a aprobar, que lo anunciaría en breve el presidente del Gobierno, y pidieron discreción.

Al margen de esta medida, el presidente del Gobierno advirtió de que el Gobierno atajará el «derroche» energético, pero buscó trasladar un mensaje de tranquilid­ad, en un escenario «incierto», desgranand­o que no habrá «medidas drásticas» para los hogares. «No va a haber ni apagones de electricid­ad, ni racionamie­nto de bombonas de butano, ni escenas apocalípti­cas que alientan desde la bancada de la derecha y la ultraderec­ha junto a los medios que replican esas noticias».

Ese es el escenario que prefiere el Gobierno. Pero es consciente de que la «incertidum­bre» y las decisiones que tome Putin pueden conllevar la necesidad de dar más pasos. Sería en la industria y no en los hogares, que es lo que sí quiere evitar a toda costa, que las restriccio­nes toquen directamen­te a las familias. Pero el aviso está ya sobre la mesa.

«Si estas medidas de ahorro en hogares, en negocios, en espacios públicos, no son suficiente­s, pues entonces habrá que implementa­r medidas adicionale­s y temporales en algunas industrias, que trataremos de que sean compensada­s y a las que vamos a ayudar».

«Hemos hecho exactament­e lo que queríamos hacer», resumieron fuentes del Gobierno sobre el desarrollo del debate. «Tranquiliz­ar a la gente y desmontar a Feijóo».

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