El Mundo Primera Edición

‘HELIMULCHI­NG’ PARA SALVAR LA ESPAÑA QUEMADA

- 8. También hay ciencia en una lasaña. POR DAVID VIGARIO

Weitz es también muy conocido en Harvard por sus cursos sobre ciencia y cocina. Imparte clases, por ejemplo, sobre la Física de la paella, y ha colaborado con cocineros españoles como José Andrés –«una de las personas más maravillos­as del mundo»– o Ferran Adrià, cuyas creaciones le inspiraron esta nueva forma de enseñar: «Puedo entender los fenómenos que él usa para crear comida maravillos­a desde un punto de vista físico. Yo enseño a estudiante­s sobre ciencia, pero no lo saben. No se dan cuenta de que están aprendiend­o ciencia, creen que están aprendiend­o cocina».

Weitz se muestra muy orgulloso de una estudiante de Historia que, tras acudir a sus clases y aprender unas «fórmulas básicas», pudo ayudar a su madre, de vuelta a casa por vacaciones, a calcular con total exactitud el tiempo de cocción que necesitaba una lasaña. «Ahora puede calcularlo, ya no le asustan las ecuaciones. Eso para mí es ciencia», concluye.

Tras los incendios de este verano se está aplicando en nuestro país una técnica de origen americano que consiste en lanzar paja desde helicópter­os para evitar que las cenizas desemboque­n ahora en arroyos o ríos

E CONOCE COMO helimulchi­ng y aunque no es una iniciativa inédita –Galicia comenzó a aplicarla en pruebas en el 2010– se impone cada vez más como medida urgente de regeneraci­ón en las superficie­s calcinadas, evitando una mayor erosión del terreno como consecuenc­ia de los graves incendios. De origen anglosajón, la palabra procede de la suma de dos términos: helicópter­o

(heli) y mulching (acción de extender una cama vegetal) y su principal objetivo es evitar que las cantidades de cenizas resultante­s del fuego logren semanas después

Sdesemboca­r, ladera abajo, en arroyos o ríos.

Este recurso, que con el paso de los años ha ido mejorando su eficacia desde el punto de vista técnico, permite actuar en grandes superficie­s y obtener una cobertura rápida del suelo quemado. Se busca crear una cubierta sobre el terreno antes de la llegada de las lluvias del otoño –si es que llegan en esta época de sequía extrema– para comenzar a regenerar las zonas arrasadas por el fuego, y en un futuro que se pueda sembrar. Una de sus caracterís­ticas es que no puede aplicarse en toda la extensión del incendio porque su rentabilid­ad se consigue si se aplica incluso en un pequeño porcentaje de la superficie quemada –entre un 5 y un 15%–, lo que supone que hay que elegir la superficie selecciona­da para garantizar su éxito.

Para que mejore su efectivida­d, tiene que aplicarse sobre elevadas pendientes y que hayan sufrido una alta incidencia por el fuego, evitando su proximidad a núcleos de población, cauces de ríos y espacios naturales protegidos. El daño por el fuego no sólo se produce en el instante de las llamas, sino que también hay que evitar las derivadas posteriore­s, y una de las principale­s «se produce al crearse escorrentí­as y riadas que arrastran las propias cenizas negras junto a los residuos vegetales afectados hasta el agua, produciend­o, todavía más, daños irreparabl­es en el medio ambiente».

Lo advierte Paco Castañares, experto forestal y ex director general de Medio Ambiente de la Junta de Extremadur­a, quien se muestra a favor de la utilizació­n del helimulchi­ng para conseguir «una cubierta protectora del suelo con materiales como la paja de cereales».

Desde la semana pasada, en Extremadur­a, región azotada por graves incendios en julio, se está aplicando este método en las principale­s zonas afectadas por en fuego en Las Hurdes (3.323 hectáreas) y Monfragüe (2.775), donde los helicópter­os –modelo Águila 7– sobrevuela­n estos días en turnos de ocho horas consecutiv­as

Los helicópter­os llevan en cada carga 900 kilos de paja.

lanzando importante­s cantidades de paja. Próximamen­te, también se tiene previsto hacerlo en la Sierra de Gata.

La confección de cada carga que transporta el helicópter­o es una labor minuciosa que comienza a ser elaborada por las cuadrillas de operarios, que se encargan de apilar y preparar las cargas de paja para posteriorm­ente engancharl­as a la aeronave, desde donde se sueltan en cada operación.

En concreto, se trata de depositar la paja a modo de alfombras en las laderas con más pendiente, evitando así que la ceniza llegue a los cauces, según indica el jefe de obra de Tragsa en Extremadur­a, Daniel Tabares, quien detalla que en cada carga el helicópter­o transporta 900 kilos de paja, en ciclos de no más de cinco minutos, cubriendo por descarga unos 500 metros cuadrados de superficie. También se suele aplicar la técnica del mulching o acolchado de astilla repartida en el terreno.

Este tipo de recurso tuvo su origen en EEUU en

2006 y el Centro de Investigac­ión Forestal de

Lourizán (Pontevedra) lo adaptó cuatro años después con éxito en la comunidad gallega, una zona habitualme­nte muy castigada por los incendios. De ahí fue adoptada en países como Grecia y Portugal, víctimas usuales de las llamas. De hecho, hace dos años, técnicos del Instituto da Conservaçã­o da Natureza e das Florestas de Portugal se desplazaro­n a Orense para comprobar in situ los trabajos de recuperaci­ón que se estaban realizando en más de 80 hectáreas calcinadas en el término municipal de Lobios. Los resultados del helimulchi­ng parecen tener cada día más aceptación.

Para que realmente esta técnica tenga un resultado positivo se necesita que no llueva, o en todo caso llueva muy poco, una cuestión paradójica porque los agricultor­es padecen desde hace meses una sequía de consecuenc­ias alarmantes: «Como empiece a caer agua, la paja lanzada y la ceniza acumulada irían a parar al mismo sitio», advierte Manuel Santos, ganadero de Jaraicejo, en Cáceres.

Para esta primera fase se prevé una semana de trabajos, en la que se levantarán diques de contención con paja y piedra para evitar el deslizamie­nto de la ceniza. A continuaci­ón, se tiene previsto cortar y retirar la madera quemada, evitando consecuenc­ias adversas de tipo fitosanita­rio. Se adecuarán pistas forestales y se construirá­n otras nuevas para disponer de más accesos.

El plan de actuación en Extremadur­a prevé la recuperaci­ón forestal con especies autóctonas de la zona, sembrando entre otros, encinas y alcornoque­s, a lo que se suman los castaños en las Hurdes. Para Castañares, es urgente programar también un plan de adecuación dentro del Parque Nacional de Monfragüe que evite el «riesgo evidente» de que restos vegetales quemados puedan contaminar gravemente las aguas a través de las gargantas del Cubo y Riofrío, de arroyos como Giraldo y sus afluentes y ríos como el Tajo o el embalse de Torrejón. Por eso, subraya, no es suficiente con el helimulchi­ng, que se aplicará en la zona de la Reserva de la Biosfera, pero no dentro del parque en sí, por lo que había que trabajar desde ya en la construcci­ón de albarradas, fajinas y caballones.

«Hay que aprovechar los restos de la madera quemada a modo de barreras en las laderas para ir frenando los arrastres».

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E.M. Un helicópter­o descarga bloques de paja sobre la superficie quemada en los incendios.
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