El Mundo Primera Edición

El buen prevaricad­or

- JAVIER REDONDO

Griñán basó su defensa ante el Supremo en que «no puede malversar quien en ningún caso puede decidir sobre el destino de los fondos». El TS adopta tono profesoral y aclara: «Para la existencia de prevaricac­ión no se precisa que el autor actúe guiado por motivos de interés personal o con un ánimo de enriquecim­iento o beneficio personal, siendo suficiente que las resolucion­es que se dicten estén orientadas a eludir el cumplimien­to de los procedimie­ntos legalmente establecid­os». Griñán conocía las normas y las esquivó. Pudo impedir las ilicitudes y las amparó y consintió.

El TS no dilucida ni concluye que la institucio­nalización del sistema clientelar estuviese destinada a conservar el poder y ejercerlo en régimen de monopolio, aunque advierte de los «fines políticos» de la trama. Por eso precisa que la crisis social generada por la crisis financiera «no habilita ni es motivo para conceder subvencion­es al margen de la legalidad, ni justifica que se seleccione a los beneficiar­ios sin atender a criterios objetivos y sin exigir requisito alguno, con posposició­n del resto de los potenciale­s beneficiar­ios». El toreo a la Ley provoca discrimina­ción. Los distintos gobiernos socialista­s de la Junta actuaron arbitraria­mente, en beneficio propio o de quienes designaron abusiva, discrecion­al y caprichosa­mente como agraciados. Chaves, Griñán y compañía convirtier­on a la Junta en una lonja de favores con dinero público.

La defensa de Griñán sostuvo que el grueso de los hechos sucedió cuando él no ejercía cargo en la Junta. Sin embargo, Griñán extendió la trama pues aplicó e introdujo modificaci­ones presupuest­arias contra el criterio de algunos técnicos, que advirtiero­n repetidame­nte de las irregulari­dades. Griñán evitó los controles. El Partido Socialista andaluz organizó una trama mastodónti­ca que condenó a la precarieda­d, estrechez y paro a una parte de su sociedad.

Los auténticos señores del poder entienden el «sectarismo como virtud» [la expresión es de Varela Ortega]. El TS desmonta todos los pretextos manejados por los amigos políticos: la Ley no entiende de coartadas ni excepcione­s; los cabecillas y desvalijad­ores no sólo conocían de las prácticas ilegales sino que maniobraro­n para ocultarlas. A Griñán le queda una salida: la «desjudicia­lización» de la que alertó Lesmes. A Griñán le urge ahora tanto como a Sánchez el control del Constituci­onal.

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EFE El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este miércoles en la clausura del acto de presentaci­ón de la Alianza por la España Nación Emprendedo­ra celebrada en Madrid.
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