Suecia confirma el triunfo de la derecha dura
Andersson dimite tras perder el Gobierno ante el histórico auge del ultra Akesson
A menos que naufraguen en las negociaciones, Suecia tendrá los próximos cuatro años un Gobierno de centroderecha encabezado por el moderado Ulf Kristersson, pero dominado por Demócratas de Suecia (SD), el partido antiinmigración de Jimmie Akesson, quien aún no ha revelado si le bastará con ser un imprescindible socio externo o si también exigirá ministerios.
Las autoridades electorales suecas han confirmado, tras revisar el voto por correo y desde el extranjero, que la suma del SD con el bloque de centroderecha (moderados, cristianodemócratas y liberales) obtiene la mayoría en las legislativas por tres escaños (176 por 173), arrebatando el poder a la premier, Magdalena Andersson (que dimitió ayer), pese a que sus socialdemócratas han sido los más votados con un 30,4%.
El SD de Akesson ha ascendido hasta una histórica segunda posición con el 20,6%, adelantando por primera vez a los moderados de Kristersson, que se han quedado en un 19,1%. Los antiinmigración, por tanto, parten desde una evidente posición de fuerza de cara a las conversaciones con sus potenciales aliados, en principio más partidarios, sobre todo los liberales, de que el SD apoye un eventual Ejecutivo desde fuera en vez de como parte del mismo.
Los analistas políticos coinciden en que Suecia va camino de emular la realidad que se ha vivido en la vecina Dinamarca durante buena parte de las últimas dos décadas. «Nos debemos acostumbrar a que la política sueca se parecerá cada vez más a la danesa», explica Patrik Kronqvist, del diario Expressen. «Allí, los partidos de centroderecha llevan muchos años colaborando con la derecha populista que representa el Partido Popular Danés (DF)».
«Y lo que es muy interesante es que esta colaboración no ha supuesto un gran cambio en los parámetros
Los antiinmigración ascienden a una histórica segunda posición en las urnas
económicos del DF», apunta. «Porque, en realidad, el SD y el DF no son en esencia partidos de derecha en lo que a economía se refiere. Así que veremos una política de inmigración más estricta, condenas de cárcel más largas y objetivos medioambientales menos ambiciosos, pero no un cambio de sistema como cuando el centroderecha tuvo el poder por última vez, entre 2006 y 2014, e hizo recortes en las ayudas sociales. Esto es algo que el SD, que tiene una gran base de votantes entre la clase trabajadora, no permitirá».
«El bloque de centroderecha considerará que vale la pena pagar ese precio si le permite acceder al Gobierno», añade. «Además no puede olvidar que el SD ha sido el partido más votado de la oposición, por lo que estará obligado a hacerle concesiones. En este sentido, sí veremos cambios menores relacionados con un endurecimiento de la política económica hacia los inmigrantes, como un periodo de tiempo más largo antes de poder acceder a las prestaciones sociales y reglas más estrictas respecto a las ayudas personales».
Si el SD parece haber sido el verdadero vencedor de las legislativas, los grandes derrotados han sido los centristas de Annie Lööf, el partido que cambió de bando tras las elecciones de 2018 y prefirió apoyar a los socialdemócratas antes que aceptar un Gobierno basado en la colaboración con los antiinmigración.