El Mundo Primera Edición

Lecciones ante el perdón en Múnich

El apagón de los extremos, la gestión en el eje o el papel de los revulsivos condiciona­n la competitiv­idad del Barcelona en Europa

- FRANCISCO CABEZAS

Que el Barça jugara como nunca y perdiera como casi siempre en Múnich (2-0), donde los azulgrana nunca alzaron los brazos, provocó en el técnico Xavi Hernández un enfado que él mismo quiso exterioriz­ar. «El año pasado sí fueron muy superiores, pero esta vez les sometimos. Aunque fallamos muchísimo». Remató el Barcelona 18 veces (13 el Bayern), y fue capaz de amontonar hasta 10 disparos en el primer tiempo, registro que ningún equipo lograba como visitante ante el Bayern en competició­n continenta­l desde 2008. « Pero esto va de ganar», asumió Xavi.

Fue el Barça un equipo que supo llevar al límite al Bayern en el primer tiempo, pero al que le bastaron dos errores defensivos en cuatro minutos (el marcaje de Marcos Alonso a Lucas Hernández en el 1-0; la pasividad con la que el equipo dejó avanzar a Musiala y Sané por el centro en el 20) para mostrar que su estabilida­d

Gavi, con el Barcelona. emocional es aún demasiado frágil. Asumiendo que el Barcelona no jugó esta vez de rodillas, sino de pie, la derrota desveló problemas que condiciona­n por ahora la competitiv­idad en la Champions.

Raphinha y Dembélé venían realizando un inicio de temporada fantástico. El brasileño, mezclando inteligenc­ia futbolísti­ca y determinac­ión con el sacrificio defensivo. El francés, logrando que su caótico despliegue no fuera pernicioso para su equipo, sino para el rival. Incluso hace unos días su entrenador ya le ponía a la altura del mejor Neymar. Pero este Barcelona que Xavi procura que crezca a partir de la incidencia de sus extremos se encontró en Múnich con la peor versión de ambas piezas.

Raphinha, si bien dispuso de dos buenas ocasiones, una por acto, apenas pudo intervenir en el juego. Fue un tormento para él tener que perseguir a Alphonso Davies, que le ganó la espalda cuantas veces quiso.

Aunque peor estuvo Dembélé. Ni siquiera le salvó que protestara con razón un claro penalti de Davies. En la noche en la que el francés debía mostrar que, tras cinco temporadas, ya estaba preparado para ser un futbolista decisivo en una gran cita, no pudo evitar el naufragio. No disparó a puerta. Sólo completó tres de los 10 regates que intentó y, en los 80 minutos que estuvo en el campo, perdió 25 veces el balón.

Sorprendió que el primer futbolista del eje en ser sustituido fuera Gavi, que en el primer tiempo, como escolta de Pedri, había llevado por el camino de la amargura tanto a Kimmich como a Sabitzer. Xavi, consciente de que debía dar cuerda al despliegue de De Jong una vez Nagelsmann recurrió a los pulmones de Goretzka, prefirió en cambio mantener a Sergio Busquets en el campo hasta el minuto 80. Después de que Piqué y Alba hayan perdido todos sus privilegio­s, y de que Sergi Roberto sea un mero reservista, Busquets se mantiene todavía firme en su posición.

El Barça, en cualquier caso, tiene en Gavi a un futbolista estructura­l. La entidad oficializó por fin este jueves su renovación hasta el 30 de junio de 2026, quedando su cláusula fijada en 1.000 millones de euros.

Ante el reto de corregirse y de levantar un resultado adverso, Xavi, con media hora por delante, recurrió a Ferran Torres. Ocurre que el valenciano ha perdido su luz. Ya sea porque se ha creído su nuevo rol de jugador secundario, ya sea porque aquella obsesión constante de reivindica­ción continúa sin dejarle vivir en paz. Mientras, Ansu Fati sigue asomando en periodos tan breves (10 minutos esta vez) que resulta imposible descifrar cuánto hay que remontar aún en lo físico, y cuánto en lo mental.

Gavi renueva hasta el 30 de junio de 2026 y tendrá una cláusula de 1.000 millones de euros

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E. FONTCUBERT­A / EFE

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