El Mundo Primera Edición

IRENE PAPAS, UNA ACTRIZ DE LA A A LA Z

- POR PHILIPP ENGEL

I TUVIÉSEMOS QUE sintetizar en una sola letra a la actriz griega Irene Papas, que murió ayer a los 93 años, esta bien podría ser la Z, pues la recordamos especialme­nte por sus papeles de viuda con frondosas cejas en Zorba el griego (1964). Pero también en Z, la obra maestra de Costa Gavras (1969). Si la película de Michael Cacoyannis protagoniz­ada por Anthony Quinn mostraba la faz solar de Grecia, elevando el sirtaki a niveles de anuncio de yogurt, el film coral de Costa Gavras representa­ba el lado más oscuro de ese país, pues se rodó en Argelia como una clara alegoría de la llamada dictadura de los coroneles, que llevó a la actriz al exilio, como a la mayor parte de la clase intelectua­l y artística de su país.

Pero Irene Papas, nacida Irene Lekolou, fue sobre una actriz con una A mayúscula, reina absoluta del teatro griego. Aunque también protagoniz­ó obras de Shakespear­e o Ibsen, llegó a encarnar prácticame­nte a todas las heroínas de la tragedia griega, y de todas las maneras posibles, sobre las tablas y en la gran pantalla. Hija de un profesor de teatro griego y de una profesora de escuela, enseguida tuvo clara su vocación, estudió arte dramático y no tardó en

SFue la reina de la tragedia griega, estrella de Hollywood y amante desdichada de Marlon Brando, con quien mantuvo una relación secreta. Murió ayer a los 93 años destacar como Medea, por ejemplo, bajo la dirección de Núria Espert durante los Juegos Olímpicos de 1992.

Con su físico mediterrán­eo, y un punto flamenco lorquiano, fue una de las más bellas personific­aciones de la tragedia griega. Y por supuesto que la llevó al cine. Ya sea haciendo de Antígona o de la Helena de Las troyanas (1971) en una película también dirigida por Michael Cacoyannis, su director favorito.

Consagrada en su país, esta viajera incansable se dio a conocer internacio­nalmente cuando aterrizó en el Festival de Cannes en 1952 con una película de Frixos Iliadis ( Nekri politeia, 1951). Pudo considerar­se como toda una estrella de Hollywood gracias al éxito de Los cañones de Navarone

(1961), aquella estupenda aventura bélica con sabor mediterrán­eo. Le tocó ser la sufrida Catalina de Aragón en Ana de los mil días

(1969), trabajó con Francis Ford Coppola en una versión televisiva de La odisea, y hasta participó, junto a Penélope Cruz, en La mandolina del Capitán Corelli (2001). Antes de codirigir, en 2004, su propia versión del Hécuba de Eurípides, se despidió a lo grande del cine con Una película hablada (2003), del maestro Manoel de Oliveira.

Conocida y respetada en todo el mundo, fue sin embargo un corazón solitario. Sólo se casó dos veces. A los 17 años con Alkis Papas, aunque no llegaron al lustro. Siguió el productor José Kohn con quien la unión fue todavía más breve. A la muerte de Marlon Brando, en 2004, una Irene Papas ya retirada del mundo de la farándula confesó que este había sido «el gran amor de su vida». Se conocieron en la Italia de 1954, y la relación se mantuvo siempre en el más absoluto de los secretos. Una tragedia.

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AFP La actriz Irene Papas en una imagen de 1952.

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