Los líderes del mundo despiden a Isabel II, una reina global
LONDRES acoge la que probablemente sea la mayor concentración en la Historia de dirigentes de todo el mundo para despedir hoy a la reina Isabel II. Tras más de 10 jornadas de duelo en un Reino Unido cuyos habitantes se han volcado en señales de gratitud y reconocimiento hacia quien ha sido su monarca durante 70 años –las kilométricas colas para acceder a su capilla ardiente lo dicen todo del sentimiento popular que ha despertado su deceso–, la imponente Abadía de
Westminster será este mediodía el escenario de un funeral de Estado al que han querido asistir hasta medio millar de líderes políticos, entre ellos decenas de jefes de Estado, incluido el presidente de EEUU, y primeros ministros, así como altos representantes de la práctica totalidad de monarquías del globo. La Corona británica, ya con Carlos III como nuevo rey, ha ejercido durante los últimos siglos como referente para las demás monarquías parlamentarias, siendo una institución medular que da estabilidad al sistema y que a sus funciones representativas suma su capacidad unificadora y su importante rol en defensa de los principios constitucionales, de los que tan orgulloso se ha mostrado siempre el pueblo británico, y de las libertades. Isabel II ejerció su alta magistratura con una dignidad y ejemplaridad notables, sorteando las dificultades de un reinado en el que pilotó con prudencia a su país desde el Imperio que se resquebrajaba hasta la era aislacionista que marca ese gran error populista que fue el Brexit. Y esa enorme influencia y su posición como una líder global es lo que lleva a tantos mandatarios a rendirle homenaje hoy en su último adiós.
Todos ellos se encontraron ya ayer en la recepción ofrecida en Buckingham por el rey Carlos. Y fue esa la cita en la que han vuelto a coincidir en público, después de dos años y medio, el Rey Felipe VI y su padre, Don Juan Carlos. El Emérito está presente en los actos de despedida a la monarca británica tanto por su estatus de ex jefe de Estado como por su estrecho parentesco con ella. Y, por ello, pese a las polémicas artificiales que han querido engordar los partidos que tienen como fijación atacar a la monarquía, su presencia en Londres responde a una lógica protocolaria. No supone ello, sin embargo, ningún cambio de Zarzuela respecto a Juan Carlos I. Don Felipe ha puesto muy alto el listón de la ejemplaridad y tanto sus pasos como Rey como su ejecutoria para redignificar la institución que encarna están resultando intachables.