El Mundo Primera Edición

UNIDAS PODEMOS

«El permanente debate de miembros del Gobierno no genera certidumbr­e. Es negativo. Hay que dejar las reglas claras al socio minoritari­o»

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R.– Yo, de Feijóo, al que conozco bastante, tengo un buen concepto en lo político y en lo personal, al margen de que discrepemo­s de enfoques de gestión pública. Creo muy difícil que la sociedad española vea como insolvente a alguien que ha sido avalado no sólo por las urnas sino que desde Galicia ha mantenido un tipo de relación institucio­nal con este Gobierno más que razonable en los últimos años. No comparto ni me identifico con ese apelativo de insolvente, ni creo que sea acertado. Cuando asumes un gobierno tienes que ser consciente de que, aunque no seas culpable de los problemas –y evidenteme­nte Pedro Sánchez no es culpable del covid ni de Putin, como Zapatero no lo era de la crisis de 2008–, eres responsabl­e de buscar las soluciones. Eso obliga a los gobiernos a sentarse ya llorados en el despacho. Los gobiernos no pueden buscar el papel de víctima, porque entonces convierten a los ciudadanos en los culpables, y eso no sale nunca bien.

P.– Fue de los pocos en felicitar a Ayuso por su victoria electoral. Pero también ha criticado la «demagogia fiscal». ¿Cree que Madrid hace demagogia fiscal cuando deflacta el IRPF o baja impuestos a autónomos?

R.– Madrid y en general muchos dirigentes del PP hacen mucha demagogia fiscal, sí. En España hay muy poca seriedad en relación con los impuestos. Nadie quiere pagar, pero cuando vienen mal dadas los mismos empresario­s que dicen que hay que bajar los impuestos piden una subvención. ¿Y de dónde salen? Hay mucha hipocresía. Pero afortunada­mente los españoles no creen a ningún político, ni a los que prometen bajarlos ni a los que afirman haberlos bajado. En el tema de los impuestos se concentra el 80% de la mentira política.

P.– Su partido está comprometi­do con la transición energética, pero ese proceso puede castigar a sectores que viven del campo, que consumen diésel, que no entienden el recelo a explotar el gas o a la energía nuclear. ¿Estamos yendo demasiado rápido en esa transición verde?

R.– No hay un camino milagroso para encontrar el ritmo adecuado, pero yo les he insistido muchas veces a los responsabl­es del Gobierno que el ministerio se llama de transición y no de revolución. Tenemos que identifica­r a todos los colectivos que pueden sufrir algún perjuicio a corto plazo hasta que se cambie de modelo, y protegerlo­s. Los gobiernos no pueden gobernar contra nadie. Las leyes no son para atacar. O para generar odio social, tampoco a las grandes empresas. Porque hoy se les ataca

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