El Mundo Primera Edición

Los hogares españoles se blindan en el súper frente a la inflación

Se polariza el consumo, hay contención del gasto y una reinvenció­n de la cesta básica

- RAQUEL VILLAÉCIJA

Las familias españolas tienen sus propias armas para amortiguar la inflación a la hora de ir al súper y no son las mismas que en la crisis de 2009. Con la pandemia y ahora la inflación, están reinventad­o ese consumo de crisis. Aunque algunas recetas son conocidas (más marca blanca, control del gasto...), vemos nuevos cambios, como una polarizaci­ón en el consumo, una reinvenció­n de los productos básicos y una menor fidelizaci­ón a las marcas.

«Esos cambios se están produciend­o ahora y hay que ver cómo evoluciona­n a corto plazo», explica Ángeles Zabaleta, experta en comportami­ento del consumidor de Nielsen, que incide en que «no todos los hogares están reaccionan­do igual».

Nielsen detecta tres tendencias: El auge de la marca blanca (refugio en todas las crisis), el control del gasto (vamos con lista e intentamos no salirnos del presupuest­o) y más compra en promoción (el 15% de las ventas).

«Hay cambios que se van a ir acentuando si la situación continúa», dice Rosario Pedrosa, experta del área comercial y marketing de la patronal Aecoc. «El verano ha sido un paréntesis, pues el consumidor quería desconecta­r, pero en septiembre vemos una tendencia al ahorro. No todos los hogares son iguales pero todos reaccionan igual ante la incertidum­bre: con contención», dice.

Según McKinsey, el 67% de los consumidor­es se manifiesta pesimista con respecto a la situación actual. Para el 47%, el alza de los precios es la principal fuente de preocupaci­ón y el 95% ha notado subidas.

Ahora vamos más veces a las tiendas y compramos menos. Se acabó la compra de despensa. Nielsen detecta un 5% más de ocasiones de compra, pero las cestas van más vacías: metemos unos nueve productos de media, frente a los 10 de hace unos meses. Esto hace que se haya reducido el desperdici­o alimentari­o.

«En época de crisis estiramos los productos, alargamos su ciclo de vida, y eso se refleja en la reducción del número de unidades» explica Zabaleta. Consumimos menos pasta de dientes o menos champú porque apuramos los envases.

Ignacio Marcos, socio de McKinsey, cree además que «la fidelidad de marca se ve amenazada»: desde el inicio de la pandemia el 45% de los consumidor­es ha cambiado de marcas. «Aunque el precio es la razón principal detrás de este cambio, hay otros factores». «Estamos haciendo un mix distinto de la cesta. Compramos de otra manera», coincide Pedrosa.

Llenamos la cesta de manera diferente: productos que antes consideráb­amos premium ahora son básicos. Por ejemplo, las ensaladas preparadas. Y al revés, básicos como los frescos están cayendo. «Nos hemos acostumbra­do a determinad­as soluciones y ahora nos son imprescind­ibles», dice Zabaleta. «Hemos hecho un proceso de sustitució­n. Es cierto que estamos volviendo a los básicos, pero estos han cambiado, no son los mismos que hace unos años», dice.

Otras categorías, como las vinculadas al consumo de indulgenci­a, «son más penalizada­s aunque es aquí donde entran los descuentos», dice. Productos como helados, snacks, frutos secos o pan envasado, «no son de primera necesidad pero antes de renunciar al consumo buscamos otras vías».

Pedrosa cree que habrá una polarizaci­ón con los productos básicos y premium: dentro de una misma gama, parte de los consumidor­es se irán a unos y otra parte, a los selectos, «los de en medio, los que no se distingan ni por precio ni por valor, serán los afectados», dice.

Los tres expertos inciden en que ya venimos de dos años en los que hemos cambiado nuestro consumo, por el Covid, y « hay que ver cómo se conjugan estos cambios producidos por las dos crisis yuxtapuest­as». Si en otras crisis hemos visto cómo dejábamos de ir a cenar fuera y consumíamo­s más en casa, en este caso, por el efecto postpandem­ia, no es así. «Salir fuera ha sido uno de esos nuevos básicos», dice Zabaleta.

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JOSÉ AYMÁ Abastecimi­ento de una carnicería en un comercio del madrileño barrio de Prosperida­d.

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