Libertad de expresión
El cuarto poder sigue por los suelos. Frente a lo que se pensaba, internet no ha acabado con la censura y los gobiernos atacan como nunca a los periodistas. Nos han perdido el respeto y nos sitúan en las alcantarillas del Estado. Y las embestidas contra los que escriben no vienen solo de los gobiernos. La prensa está en la diana de francotiradores que disparan en distintas direcciones: desde la corrección política o el lenguaje inclusivo hasta el matonismo que impera en el anonimato de las redes.
El periodismo de papel parece destinado a desaparecer cuando las agresiones a la prensa no suceden solo en Rusia o México (13 periodistas asesinados solo en 2022), sino en EEUU y Europa. Bruselas llama la atención a Polonia, Eslovenia y Hungría por su trato a los medios independientes.
El Gobierno español ha arremetido últimamente contra el poder mediático achacándole toda clase de bulos, intoxicaciones y manipulaciones; le culpa del desgaste y de la impopularidad del presidente. Para remediarlo, se va a gastar un pastón con la intención de contrarrestar, con propaganda y publicidad, la mala imagen que proyecta ante el zafarrancho electoral que se aproxima. Además, Pedro Sánchez será protagonista de Las cuatro estaciones, una serie televisiva que contará las hazañas del presidente en Moncloa y que Cuca Gamarra ya ha calificado de egoteca.
Éramos felices en la casita de papel bajo la luna de la Constitución del 78, pero la racha se torció. España empieza a recular en la clasificación mundial de la libertad de expresión. Cómo estará el patio que Bruselas ha decidido proteger la pluralidad e independencia de los medios y garantizar que no metan la mano en los contenidos. Ha propuesto un reglamento para blindar cualquier intento de coacción o censura, además de establecer salvaguardas que protejan a los periodistas y a sus fuentes cuando están siendo hostigados por el poder.
La vicepresidenta de la Comisión de Valores y Transparencia, Vera Jourová, justifica así la iniciativa: «La democracia solo funcionará si los periodistas tienen los medios y protección necesaria para vigilar a los que están en el poder». Y añade: «Es una legislación para los tiempos que vivimos, no los que nos gustaría vivir». Lo que intenta la Comisión es, sencillamente, proteger las democracias, y quiere que los países hagan test de pluralidad de medios.