«No me parece bien que Vox se apodere de los toros»
Pregunta.– Hábleme de la relación que se plasma en El beso de la Mujer Araña.
Respuesta.– Es una historia de amor accidental entre dos seres humanos que se encuentran en las antípodas.
P.– La obra lanza la pregunta: «¿Qué es ser hombre?».
R.– El personaje de Eusebio Poncela reivindica algo que nos escuece a las mujeres hoy: aboga por la sumisión y la libertad de querer vivir cuidando a los demás.
P.– Como las mujeres que se quedan en casa cuidando a sus hijos.
R.– Hoy está muy mal visto alguien que dice en una reunión de mujeres: «Yo
soy ama de casa». Es una elección como la de ir a la Universidad.
P.– Es verdad que desde el feminismo se critica mucho esa postura.
R.– Evidentemente tiene que ser una elección no una obligación.
P.– ¿Cómo es dirigir a Eusebio Poncela, ese actor indomesticable?
R.– Conmigo está enamorado. Discutimos mucho y el pobre Ygor Yebra tiene una paciencia infinita porque las discusiones son muy encarnizadas.
P.– ¿Por qué discuten?
R.– Él quiere realmente saber por qué hace las cosas. Tiene su punto de vista y quiere entender el mío.
P.– De los más de 200 personajes a los que he entrevistado, Eusebio Poncela me ha parecido el más seductor de todos.
R.– Él tiene un lema: «Tienes que seducir todo el día: al taxista, al tendero...».
P.– ¿Por qué fue destituida como directora del Festival de Otoño por la consejera madrileña de Cultura, Marta Rivera?
R.– No lo sé. Yo nunca me he manifestado políticamente. Soy de izquierdas, pero también soy muy crítica con la izquierda. Creo que el que llega nuevo al cargo quiere decidir a quién pone.
P.– ¿El escenario es el único sitio donde la mujer no está en un segundo plano?
R.– Sigue estando en un segundo plano. Hay muchos más actores que actrices en el escenario. Sí que hay un avance y ahora hay muchas más mujeres en el mundo técnico como maquinistas e iluminadoras.
P.– La Liga de Mujeres Profesionales del Teatro denunció que era un sector lleno de depredadores sexuales.
R.– Yo no lo he vivido. Sólo he visto de cerca un caso de insistencia y acoso de un director a un ayudante, pero no fue abuso.
P.– Muchas actrices me han contado que tenían interiorizadas y normalizadas determinadas situaciones de acoso.
R.– Sí recuerdo de jovencita en algún casting que te estén mirando a las tetas en vez de a la cara. Pero hace tiempo que no. P.– El actor Rafael Álvarez El Brujo sostiene que todos llevamos a un Aznar y a un Willy Toledo dentro.
R.– Espero no llevar ni a uno ni a otro. Lo que hay que llevar dentro es no casarte con nadie y no tener ese fervor fanático por unos y por otros. Ahora mismo no hay ningún político en el panorama español que sea excepcional. ¿Por qué seguimos como ovejas lo que dicen?
P.– Afirma que le gustan los toros, pero que le encantaría odiarlos.
R.– Decía el dramaturgo Castelucci que el espectáculo más perfecto es el arte taurino porque en él planea la muerte de verdad. Los toros tienen algo místico como para tratarlos sólo como algo de violencia animal. Soy animalista, vivo en el campo y tengo perros. Y es un toro que muere. No puedo negar la mayor.
P.– Ahora parece que si vas a los toros eres de Vox, cuando siempre ha sido una fiesta popular.
R.– Y de intelectuales. Hemingway, Lorca... Es un plano místico y no es tan barato como para convertirlo en una ideología política de la ultraderecha. Se trata de una fiesta española, donde cabemos todos y no me parece bien que se apoderen unos de ella y otros contra ella.