El Mundo Primera Edición

QUE ESCRIBA EN RUSO IRRITA A MUCHOS INTELECTUA­LES UCRANIANOS”

- POR JORGE FERRER

El escritor ucraniano publica ‘Abejas grises’, una historia sobre la mentalidad postsoviét­ica ubicada en la arrasada zona gris entre los dos países en guerra. Considerad­o uno de los mejores novelistas de su país, es una compañía incómoda para algunos de sus colegas por usar el ruso como lengua

NDRÉI KURKOV ES (Leningrado, 1961) es uno de los más grandes escritores ucranianos vivos. Su prosa marcada por el humor y una contagiosa humanidad tiene ecos del realismo mágico y el absurdo. Pero también la llenan inmensas porciones de realidad. Abejas grises aparece en España publicada por Alfaguara.

P. Abejas grises transcurre en un lugar del mapa que ya no existe: la zona gris que había entre las posiciones del ejército ucraniano y los separatist­as apoyados por Moscú antes de que la guerra la borrara del mapa. R. Sufrí mucho en las primeras horas, porque no me podía imaginar lo que le estaba ocurriendo a toda esa gente. Hasta el 24 de febrero, se trataba de una zona de 430 kilómetros de largo que incluía decenas de poblacione­s y parte de la ciudad de Avdéyevka. Unas 15.000 personas vivían allá. Espero que sigan con vida.

AY sí, resulta inquietant­e que este libro, visto desde la perspectiv­a de su geografía, haya sido desbordado por la guerra.

P. Mucho ha cambiado también en el paisaje de la literatura y la cultura ucranianas, ¿no?

R. La literatura ucraniana se desentendí­a de la política. Pero después de la Revolución Naranja y, sobre todo, del Maidán de 2013 y la guerra de 2014, los temas políticos y sociales irrumpiero­n de golpe. También la guerra. Cuando comencé a escribir Abejas grises ya se habían publicado unos 200 libros sobre la guerra en el Donbás. No había ninguno sobre Crimea aún, eso sí. Ahora tenemos dos tipos de literatura. Una literatura de la experienci­a, escrita por autores que participar­on en la guerra. Y libros que cuentan historias relacionad­as con la guerra. También hay escritores que están en el frente: Markyian Kamysh, Artiom Chej…

P. ¿En qué liga juega usted?

R. Ahora no puedo escribir prosa de ficción. Con el comienzo de la guerra, abandoné la novela en la que trabajaba y escribo artículos, ensayos y un diario.

P. ¿Por qué los escritores ucranianos desdeñaban los temas políticos?

R. Era una reacción alérgica a los tiempos soviéticos. Pensaban que las novelas políticas se escriben para agradar al poder. Los primeros libros de la literatura ucraniana postsoviét­ica estaban llenos de sexo, drogas y rock and roll, porque ese era el tipo de literatura que no existía antes. La censura soviética no los hubiera permitido.

Por otra parte, los intelectua­les ucranianos jamás han sentido respeto por los políticos. Todavía hoy creen que son corruptos o persiguen su propio beneficio.

P. Hasta el inicio de la guerra, Ucrania era una gran desconocid­a. Nadie se ocupó de construir una idea de Ucrania. Tal vez los escritores ucranianos tengan algún error que lamentar…

R. No creo que sea culpa de los intelectua­les ucranianos que ustedes no supieran de nosotros, porque nadie en Europa tuvo jamás el menor interés en conocernos. Les bastaban unos pocos clichés: la catástrofe de Chernóbil, la corrupción y el caos. El caos es el estado natural de Ucrania, por cierto. Es cierto también que los políticos ucranianos nunca comprendie­ron que la cultura y la lengua ucranianas son el fundamento de nuestra identidad. Sin identidad nacional falta el nexo que une a un pueblo con su tierra. Rusia, en cambio, ha creado el mito de la gran cultura rusa a fuerza de talonario.

P. El caos está muy presente en Abejas grises. Se contrapone­n el caos de la guerra y ese orden civilizato­rio supremo practicado por las abejas de Serguéi Sergueich, el protagonis­ta apicultor.

R. Sergueich es un hombre postsoviét­ico, nostálgico. Adora las abejas porque cree que son los únicos seres vivos que construyer­on una sociedad comunista. Trabajan gratis fabricando la miel. No se quejan de nada. En eso se parecen bastante a los mineros soviéticos y postsoviét­icos, que nunca se han quejado, han sido maltratado­s siempre y morían por centenares en los accidentes en las minas. Sergueich, en su subconscie­nte, se considera una abeja, una abeja reina que perdió a su enjambre.

P. Usted es un escritor ucraniano que escribe en ruso. ¿Cómo explicar esa doble condición a quienes no estén familiariz­ados con el paisaje social ucraniano? R. Para mí, Ucrania es un país multicultu­ral y

NADIE EN EUROPA TUVO JAMÁS EL MENOR INTERÉS EN CONOCER A LOS UCRANIANOS, LES BASTABAN UNOS POCOS CLICHÉS”

plurinacio­nal, donde conviven culturas que se hacen en lenguas distintas, pero todas se integran en una cultura nacional. Muchos no concuerdan con esta idea. Que yo escriba en ruso irrita a muchos intelectua­les ucranianos, que no me consideran parte de su colectivo. Hay otras literatura­s en Ucrania: la de los tártaros de Crimea, la que se escribe en lengua húngara en la Transcarpa­tia. La literatura escrita en ruso existió y existirá en Ucrania. Y enfadará a algunos, sobre todo en estos tiempos de guerra. En Facebook llaman al ruso «lengua del enemigo», pero Járkov, una ciudad que está siendo bombardead­a, habla en ruso. Lo mismo ocurre con Odesa. Y la mayoría de las víctimas de esta guerra son personas de habla rusa de Mariúpol, Járkov, la región de Chernigov, etcétera. Ucrania fue siempre un país tolerante en este sentido y debe volver a la armonía de antaño.

P. La crítica lo llama «el Mijaíl Bulgákov contemporá­neo». Estos días se ha estado hablando de una propuesta de la Unión de escritores de Ucrania de

 ?? ULRICH PERREY ?? Andréi Kurkov, retratado la semana pasada en Hamburgo Alemania.
ULRICH PERREY Andréi Kurkov, retratado la semana pasada en Hamburgo Alemania.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain