El Mundo Primera Edición

Los británicos ya ven a Starmer como ‘premier’

El líder laborista despega en las encuestas y es percibido como ‘mejor primer ministro’ que Liz Truss

- CARLOS FRESNEDA

«Después de todos los cambios que hemos hecho, después de todo el trabajo duro realizado, vemos finalmente los resultados que queremos y podemos decir de una vez... ¡el Arsenal va a la cabeza de la premier!».

En vez de escuchar abucheos, como hace un año, Keir Starmer fue recibido esta vez por una sonora carcajada y una cascada de aplausos por su broma inicial, con la que intentó rebatir la fama de aburrido que arrastraba en su desigual combate frente a Boris Johnson. El Arsenal es la metáfora, y no solo por el color rojo de la camiseta sudada. También por el desigual rendimient­o, por los constantes tropiezos y por las zancadilla­s que ha tenido que sortear Starmer en estos dos años vividos peligrosam­ente desde que relevó como líder laborista a Jeremy Corbyn.

El acenso político y futbolísti­co de Starmer se ha producido en Liverpool, donde ha tenido lugar su puesta de largo como serio aspirante a premier, con 17 puntos de ventaja sobre el Partido Conservado­r (45% a 28%). Algo así no ocurría desde el 2001 en los buenos tiempos de Tony Blair, antes de la guerra de Irak.

Hasta los periódicos conservado­res se han plegado ante la evidencia y reconocen que puede ser finalmente el «momento» de Starmer, que llegó con el compromiso de un «nuevo comienzo» y se enredó con los coletazos del antisemiti­smo, la revancha contra los corbynista­s (empezando por el propio ex líder), las constantes peleas con su número dos Angela Rayner y el pulso con los sindicatos por las huelgas en el verano del descontent­o.

«¿Por qué el Partido Laborista no ha sido capaz de sacar partido a la

guerra interna del Partido Conservado­r y a la caída de Boris Johnson?». Ésa era hasta hace una semana la gran pregunta de la política británica. Tuvo que llegar, pues, Kwasi Kwarteng, ministro de Economía, para propiciar el rearme de Starmer: pánico de los mercados, la caída de la libra y el rapapolvo del Fondo Monetario Internacio­nal. El laborista no ha tenido más que subirse a la cresta la ola y sonreír como no lo había hecho hasta ahora.

Su evolución ha sido un calculado viraje hacia el centro, con la idea de recapturar el amplio espacio de Tony Blair, pero obligado también a recomponer el muro rojo del norte de Inglaterra que le dio la victoria a Boris Johnson. Antes de la caída del líder conservado­r, Starmer ya dejó claro que su intención no es reingresar en la UE sino «hacer que el Brexit funcione», lo que volvió a levantar sospechas dentro del partido.

Hasta la conferenci­a laborista, un 46% de los británicos le considerab­a un líder «sin ideas claras», y aun así un 48% opinaba que su respuesta a la crisis del coste de la vida ha sido mejor que la de los conservado­res. A la pregunta «¿quién sería un mejor primer ministro?», un 37% se inclinaba por Starmer y un 35% por Truss.

En el marcador de Ipsos, mientras, Starmer aventaja a Truss en un hipotético mano a mano que llegará previsible­mente a finales de 2024, salvo que se convoquen elecciones anticipada­s. El líder laborista va por delante de su rival en más de 10 puntos y en apartados como la «experienci­a», la «honestidad», el «entendimie­nto» de los problemas de los británicos y el «contacto» con la gente corriente. El único punto en el que se acercan es en el apartado donde puede leerse «tiene mucha personalid­ad» (29% Starmer, 27% Truss).

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GETTY IMAGES Keir Starmer, junto a su mujer, instantes antes de pronunciar su discurso el martes en la conferenci­a del Partido Laborista celebrada en Liverpool.

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