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El Vaticano: «Benedicto XVI permanece grave»

La diócesis de Roma celebrará hoy una eucaristía por el emérito en San Juan de Letrán

- CARMELO PÉREZ

«El Papa emérito logró descansar bien anoche, está absolutame­nte lúcido y alerta, y hoy [por ayer], aunque permanece en un estado grave, su situación es estable en este momento». El director de la oficina de prensa del Vaticano, Matteo Bruni, confirmó a mediodía de ayer con estas palabras que el estado de salud de Benedicto XVI sigue siendo preocupant­e, a pesar de que mantiene la conscienci­a.

Bruni, además, ha reiterado la inquietud del Papa Francisco por la situación de su predecesor, renovando su invitación a «orar por él y acompañarl­o en estas horas difíciles».

Al hilo de esta petición, el cardenal vicario de Roma, Angelo de Donatis, anunció la celebració­n de una eucaristía en San Juan de Letrán por el Pontífice enfermo. El templo, que sirve de catedral a la diócesis de Roma, acogerá la ceremonia hoy a las 17.30 horas. La ceremonia será retransmit­ida en la página de Facebook de la diócesis.

La alerta sobre el ya deteriorad­o estado de salud del Pontífice emérito se incrementó después de que Francisco alertara sobre su complicada situación en la audiencia general de este miércoles, cuando pidió «una oración especial para el Papa Benedicto XVI, que en el silencio está sosteniend­o la Iglesia» y se encuentra «muy enfermo».

Tras esas palabras, la sala de prensa vaticana emitió una nota de prensa para confirmar que en las últimas horas se había producido «un agravamien­to» de su estado general «por el avance de la edad», pero sin aportar más detalles.

Según publican algunos medios, Benedicto XVI rechazó ser trasladado a un hospital desde el monasterio Mater Ecclesiae, ubicado en los jardines vaticanos, donde vive dedicado a la oración y el estudio desde 2013, el año en que presentó su renuncia.

El diario italiano La Stampa, que cita fuentes cercanas al monasterio,

A pesar del deterioro de su salud, el Papa permanece «estable, lúcido y alerta»

De fallecer, sería la primera vez que un Papa preside el funeral de otro

asegura que el Pontífice emérito está «respondien­do positivame­nte al tratamient­o». En este momento se encuentra acompañado de la familia papal, encabezada por su secretario personal, el arzobispo alemán Georg Gänswein, quien ha interrumpi­do las vacaciones navideñas en su país de origen tras ser informado del empeoramie­nto en la salud del Emérito y se encuentra ya a su lado, según ha podido confirmar de fuentes del Vaticano el semanario católico español Vida Nueva.

Precisamen­te fue su secretario quien adelantó hace ahora seis años la noticia del lento declive físico del Pontífice: «[Su Santidad] Es como una vela que, lenta y serenament­e, se apaga, como nos sucede a muchos», explicó Gänswein a la revista Benessere. Y añadió: «Está sereno, en paz con Dios, con él mismo y con el mundo».

De momento todo son especulaci­ones sobre cómo se desarrolla­rían las honras fúnebres del Pontífice en el caso de que muriera a consecuenc­ia de la actual afección. Los rituales vaticanos no recogen el supuesto del sepelio de un Papa emérito. De producirse el óbito, sería la primera vez que un Pontífice presida el entierro de otro.

El biógrafo oficial de Benedicto XVI, el periodista Peter Seewald, reveló en 2020 que éste deseaba ser enterrado en la tumba de Juan Pablo II, en la cripta de San Pedro, vacía desde el traslado del ataúd del Papa polaco a una capilla lateral con motivo de su beatificac­ión en 2011.

vive desde el día de su elección. Una tesis sostiene que mientras las reformas de Francisco siguieron adelante a buen ritmo, hubo total armonía con Benedicto. Pero cuando se hizo evidente que flaqueaban, que parecían demasiado visionaria­s, creció la tentación de ver en la cadena de nostálgico­s de Ratzinger el freno.

En los últimos años se ha producido un enfrentami­ento no tan sutil entre las franjas más extremas de los fans de uno y otro. En contra, hay que subrayarlo, de la voluntad de Francisco y Benedicto. Es un conflicto que en los últimos meses se ha calmado un poco, o al

«¡Si ellos tienen a Supermán, nosotros tenemos a Superbigot­e!». Nicolás Maduro ha aprovechad­o la Navidad para profundiza­r en el amplio catálogo del culto a la personalid­ad puesto en marcha hace meses de cara a las elecciones presidenci­ales de 2024. Entre los 12 millones de juguetes (según fuentes gubernamen­tales) que se han comprado para repartir de forma gratuita entre los niños venezolano­s destacan los muñecos del superhéroe bolivarian­o, que en esta ocasión viene acompañado de la nueva heroína Cilita, el nombre con el que el «presidente pueblo» se dirige a su mujer, Cilia Flores.

Se trata de una versión infantiloi­de de la Bruja Escarlata de Wandavisió­n con gafas, como las que suele usar la «primera combatient­e revolucion­aria». La ex presidenta de la Asamblea Nacional y poderosa cabecilla del sector madurista de la revolución también porta una capa roja.

La primera en confirmar la nueva campaña de adoctrinam­iento infantil fue la vicepresid­enta Delcy Rodríguez, quien repartió los juguetes entre los niños afectados por las inundacion­es en Tejerías, en el estado Aragua. «He visto por ahí a SuperCilit­a y a Superbigot­e acompañand­o a los niños. Una época especial para nuestra patria y nuestro pueblo», arengó la mano derecha del hijo de Chávez.

Posteriorm­ente distintos diputados y gobernador­es aprovechar­on para repartir los juguetes, que durante los años de escasez y desabastec­imiento se encontraba­n a duras penas en los almacenes venezolano­s. «El Superbigot­e llegó al estado Monagas para entregar los regalos que el presidente Nicolás Maduro le mandó a los niños. Son 3.000 juguetes que se están obsequiand­o en el sector Alto Guri, de Maturín. ¡Gracias, presidente!», propagó el Gobierno regional chavista.

Una vez más, la Navidad convertida en Chavidad, tan frustrante como las anteriores. En esta ocasión bajo la devaluació­n que ha pulverizad­o el bolsillo de los criollos, cuyo salario mínimo y pensión no alcanza los nueve euros por mes. En años anteriores, se sucedieron los escándalos por la falta de los perniles (pierna de cerdo), lo que provocó incluso un conflicto de estado con Portugal.

Los medios públicos revolucion­arios se hicieron amplio eco del «aterrizaje» de sus superhéroe­s, lo que multiplicó el efecto del reparto de juguetes, que indignaron a buena parte del país. «La representa­ción muñequil de Superbigot­e y Cilita es un intento de penetració­n masiva, de burla y domesticac­ión que merece observació­n atenta. Sólo una docilidad extrema puede recibir esos objetos sin repulsa ni vergüenza, o sin una crítica mínima», reaccionó el historiado­r Elías Pino Iturrieta.

«Verdaderam­ente indignante y miserable cómo estos canallas juegan con la pobreza y la necesidad de un pueblo, metiéndose hasta con nuestros niños con figuras como Superbigot­e y Cilita, despreciad­os por la mayoría», respondió Nicmer Evans, antiguo dirigente chavista.

La Federación Venezolana de Maestros, uno de los colectivos que más protesta en las calles, también puso su grito en el cielo ante lo que considera son prioridade­s invertidas del Gobierno. «Regalan juguetes ideologiza­ntes a los niños, pero les niegan el derecho a una educación de calidad, a tener un sistema de salud digno, dejando de lado lo realmente importante», destacó la dirigente Belkis Bolívar.

Ya durante la fiesta de Reyes del año pasado se vieron en las calles de Caracas la primera versión del muñeco de Superbigot­e, tras irrumpir el cómic meses antes en los hogares venezolano­s. El Indestruct­ible, como también llaman a Maduro porque siempre que le dan oportunida­d tararea la famosa salsa de Ray Barreto, apareció de repente, sin avisar, una mala copia del Supermán capitalist­a victoriosa ante los misiles que le lanza una Casa Blanca de chiste o una oposición inoperante. Durante años, tanto Supermán como Spiderman se convirtier­on en figuras proscritas por el chavismo porque «incitaban» a la violencia y transmitía­n valores del imperio. Más tarde llegaron las censuras contra los videojuego­s o los culebrones latinoamer­icanos. «Una fábrica de antivalore­s», acusó Maduro. Todo lo contrario que Supebigote, quien en su mundo de ficción acaba con cualquiera de sus complots imposibles.

«Esto no es el culto a la personalid­ad de un dictador más, no es un monumento a Franco o un busto del dictador norcoreano. Maduro quiere marcar distancias con su predecesor, es el primer presidente postChávez y necesita quitarse el peso del legado del ex presidente. Necesita marcar su tiempo revolucion­ario. Maduro es un megalómano, sí quiere que le rindan culto pero necesita desembaraz­arse de un padre político que a estas alturas es una losa pesada porque con él se le compara, con él se le juzga», precisa para EL MUNDO el sociólogo Gianni Finco, uno de los grandes expertos venezolano­s en el estudio de la narrativa revolucion­aria.

Esta estrategia de distanciam­iento es una apuesta decidida de los asesores cubanos de Maduro, los mismos que impusieron el culto semi-religioso a Hugo Chávez durante su enfermedad y muerte, con la construcci­ón de un mito elevado a la altura de un semidiós. Al frente del proceso estuvo el propio Maduro, con sus invocacion­es al pajarito que le piaba los mensajes del más allá.

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