El Mundo Primera Edición

Joao supera el plebiscito

FÚTBOL. Marca el primer gol y completa un buen partido en pleno debate sobre su continuida­d en el equipo

- ANDRÉS ARAGÓN

A dos días de abrirse el mercado de invierno, el partido contra el Elche se planteaba más como una despedida para Joao Félix que como un plebiscito. Tan inestable es su relación con el Atlético de Madrid que en los últimos días se ha hablado más de cómo podía salir que de cuánto podía aportar todavía al equipo. Lo recordó Simeone en rueda de prensa y lo reiteró el portugués sobre el campo, determinan­te en una victoria que calma las aguas y devuelve a los rojiblanco­s a puestos de Champions.

Fueron apenas dos toques. El primero, con la espuela para tocarla y marcharse. El luso, que ya había puesto medio gol en las botas de Griezmann, tocó de espaldas para Morata y huyó al área pequeña mientras la jugada seguía por el costado derecho. Por allí llegó Marcos Llorente, que centró al área buscándolo. La defensa cortó el envío, pero el rebote cayó a los pies de Griezmann, que la puso en boca de gol para que Joao la empujara a puerta semivacía.

Por tercera jornada consecutiv­a, Joao Félix ve puerta en Liga, algo que no había conseguido en sus cuatro años de rojiblanco. Paradójica­mente en su momento quizá más delicado. Y aún tendría tiempo de asustar a Edgar Badía con un disparo lejano antes de marcharse con un fuerte golpe en el tobillo y un aplauso del Metropolit­ano. Si acaso el partido era un plebiscito sobre la continuida­d del 7 luso, el público rojiblanco dio su visto bueno.

Este Atlético incierto, que no logra recordar quién fue y aún menos definir quién quiere ser, agradece irrupcione­s como la de Pablo Barrios. El chico ya había jugado ratos sueltos contra Cádiz y Oporto, pero fue su actuación en Copa la que convenció a Simeone de hacerle un hueco. En su estreno en el Metropolit­ano y como titular, el canterano no dejó de ser él mismo: un jugador que se atreve y aclara, dos cosas de las que no va sobrado el equipo.

Barrios fue uno de los pocos que alteraron el pulso de una primera parte tirando a plana. La presión del Elche desactivó a Kondogbia y dejó al Atlético sin una pieza central en la creación. Le hizo más previsible. No porque el francés sea creativo, sino porque el balón tardaba más en llegar a quienes sí lo son. A Barrios, a Griezmann, a Joao Félix. Cada vez que alguno de ellos se juntaba, pasaban más cosas. La primera ocasión del Atlético de Madrid en el partido, que fue doble, tuvo al galo y al portugués de protagonis­tas. Antes la había tenido Pere Milla en uno de los pocos acercamien­tos del Elche, una buena combinació­n que terminó en un mal disparo desde la frontal. Un bagaje inofensivo para el equipo de Pablo Machín, que después de un mes y medio en el cargo se estrenó al fin como técnico franjiverd­e. El soriano es el tercer entrenador del equipo esta temporada, y el quinto que se sienta en el banquillo, y aunque ha contado con estos 40 días de gracia, aún tiene trabajo por delante para despertar a un equipo que en 15 partidos no conoce la victoria.

A falta de la vía Kondogbia, Hermoso asumió la responsabi­lidad de adelantar el balón. Aunque sólo fuera por variar el guión. En uno de esos balones en largo, el central dejó solo a Morata, pero el remate se marchó desviado. El siguiente le salió tan afilado que Verdú derribó al delantero madrileño para que no se plantara solo ante Badía. Cuando el VAR avisó al colegiado, el central supo que estaba expulsado.

La acción llegó tan al filo del descanso que hubo que esperar a la segunda mitad para que las consecuenc­ias se dejaran ver. De repente apareciero­n espacios que no había, o que se pagaban a precio de oro. Y de una combinació­n entre Barrios, Joao Félix y Griezmann nació la primera

Marca por tercera jornada consecutiv­a, algo que no había logrado con el Atlético

Mario Hermoso, Verdú y Quina no terminaron el partido tras ver la tarjeta roja

Ilusionant­e debut de Pablo Barrios en el Wanda: se atreve y acelera

ocasión clara de gol. El portugués, con un levísimo toque de exterior, dejó solo al galo, pero su disparo de primeras, llegando desde segunda línea, se marchó alto. Fue el primer aviso. No hubo segundo.

Ni siquiera la expulsión de Hermoso, que vio dos amarillas en tres minutos, cambió la dirección del partido. Con los dos equipos reducidos a diez hombres, llegó el gol de Joao Félix y la sentencia de Morata. Una victoria al fin tranquila que coloca al Atlético de Madrid tercero y quizá cambie el futuro del portugués como rojiblanco.

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KIKO HUESCA / EFE Joao Felix celebra el primer gol del Atlético de Madrid, ayer, en el Wanda Metropolit­ano.

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