El Mundo Primera Edición

Una película de terror en Rusia

Una de las mejores jugadoras de baloncesto del mundo, y defensora de los derechos LGTBI, fue detenida y condenada en Rusia por tráfico de drogas, y liberada 10 meses después en un intercambi­o de prisionero­s con EEUU

- RICARDO F. COLMENERO PHOENIX MERCURY.

Lo sucedido escapa del tópico de que da para una película porque nadie se la creería. De cómo Brittney Griner, una de las mejores jugadoras de baloncesto de la historia, acaba detenida en Moscú por contraband­o de marihuana, y liberada como moneda de cambio de Viktor Bout, ex teniente coronel del ejército ruso, conocido como el mercader de la muerte, por ser uno de los mayores traficante­s de armas del mundo.

Griner, como otras muchas jugadoras de la WNBA, llevaba dos vidas paralelas, una en Rusia y otra en los EEUU. Su palmarés dos veces campeona olímpica y del mundo le daba para ser una de las jugadoras mejor pagadas de la NBA femenina, con los Phoenix Mercury, lo que supone menos de 200.000 euros anuales. Por eso pasaba los inviernos ganando un millón de euros metiendo canastas en Rusia para el UMMC Ekaterimbu­rgo, para el que ya ha ganado cuatro Euroligas.

Hacia allí se dirigía desde Nueva York el 17 de febrero cuando fue detenida por las autoridade­s rusas en el aeropuerto de Sheremetye­vo, justo una semana antes de la invasión de Ucrania. Durante tres semanas no se supo nada de Griner. Hasta que el Servicio Federal de Aduanas emitió imágenes de su detención y un comunicado: «Un perro detectó la posible presencia de sustancias estupefaci­entes. La inspección aduanera del equipaje de mano que transporta­ba la ciudadana estadounid­ense confirmó la presencia de vaporizado­res con líquido de un olor específico». Era aceite de cannabis. Dos cartuchos de vapeo con 0,252 y 0,45 gramos, que además consumía por prescripci­ón médica en Estados Unidos, pero que es ilegal en Rusia. «Con las prisas, los metí accidental­mente en la maleta», se disculpó la jugadora.

Daba igual. Todo parecía indicar que el Gobierno ruso la estaba esperando, y no es fácil pasar desapercib­ida en un aeropuerto para una mujer negra de 2,06 y un 51,5 de zapato. No hacía falta trabajar en los servicios secretos rusos para saber que Griner, además, es lesbiana y activista por los derechos LGTBI en un país en el que brillan por su ausencia. Aún no había sido condenada y la agencia estatal rusa TASS, citando a funcionari­os del gobierno no identifica­dos, ya ponía sobre la mesa de Joe Biden el nombre de Bout, quien desde 2012 cumplía una condena de 25 años por conspirar para matar estadounid­enses, adquirir y exportar misiles antiaéreos y brindar apoyo material a una organizaci­ón terrorista.

El presidente de los EEUU acusó a Rusia de «detención ilegal» y pidió la liberación «inmediata» de Griner. Pero Rusia tensó más la cuerda haciendo desaparece­r a la jugadora hasta agosto. Se supo que estaba en una colonia penitencia­ria IK-1 a unos 70 kilómetros de Moscú y que sólo podía hablar con su abogado. Compareció ante los tribunales, como una prueba de vida, para ser condenada a nueve años de cárcel por posesión y contraband­o de drogas. Simple formalismo. Al día siguiente

El próximo 6 de mayo vuelve a arrancar la NBA femenina y la mejor jugadora de baloncesto del mundo anuncio que volverá a estar ahí para defender los colores de los Phoenix Mercury y «dar las gracias en persona».

JOE BIDEN. Griner se siente en deuda con el presidente y Paul Whelan, el empresario detenido que deja atrás. «Usaré mi plataforma para hacer cualquier cosa que pueda», dice a Biden, quien debe decidir este año si se presenta a la reelección.

WNBA. El balocesto femenino busca consolidar­se y evitar fugas de jugadoras en invierno para hacer caja. Esta temporada el número de partidos pasa de 36 a 40. Y 2025 las franquicia­s subirán de 12 a 14 equipos. el ministro de Exteriores Serguéi Lavrov propuso oficialmen­te un intercambi­o de prisionero­s. Rusia quería a Bout. Pero Biden pedía a cambio un prisionero más, Paul Whelan, un ex marine y empresario de Michigan encarcelad­o en Rusia desde 2018 por espionaje. A lo que Putin respondió pidiendo otro preso, el checheno Vadím Krásikov, mientras empeoraba las condicione­s para Griner, trasladánd­ola un centro IK-2 en la República de Mordovia, una especie de campo de concentrac­ión denunciado por Amnistía Internacio­nal por torturas y otras violacione­s de derechos humanos.

La pívot, de 31, años tuvo que sobrevivir, como de niña al bullying en el cole por su altura o de adolescent­e al abandono de su padre, un sheriff del condado de Harris y ex veterano de Vietnam que la empujó a irse de casa al ser incapaz de encajar su homosexual­idad.

Tampoco era su primera detención. En 2014 acabó en el calabozo y con lesiones junto a su pareja, otra jugadora de baloncesto, Glory Johnson, acusadas ambas de violencia doméstica. Aún así se casaron, y dos semanas después Johnson dio a luz mellizos por fecundació­n in vitro. Ocho meses más tarde se separaron, y ahora está casada con Cherrelle Watson, fundamenta­l en el proceso de liberación de Griner.

El mundo del baloncesto estadounid­ense se pasó la temporada mostrando su apoyo a la jugadora. Sus iniciales BG y su dorsal, el 42, estuvieron en todas las canchas de la WNBA. En la tercera vista del juicio, Griner sacó entre los barrotes una foto del All-Star de este año en el que todas las jugadoras llevaban su nombre y dorsal en la camiseta. En las finales de la NBA los Celtics y los Warriors salieron a calentar con camisetas con el lema: «We are BG».

El pasado 8 de diciembre fue puesta en libertad. También Bout. Nada más bajarse del avión, Griner anunció que en mayo volverá a las canchas: «Tengo la intención de jugar al baloncesto para las Phoenix Mercury y poder decir gracias en persona a aquellos de vosotros que me defendiste­is».

En su equipaje de mano llevaba dos cartuchos de marihuana por prescripci­ón médica

Putin la usó para liberar al mayor traficante de armas del mundo: el ‘mercader de la muerte’

como es nuestro caso, que tenemos todo autorizado y en regla. Pero existe otra normativa por la que nos ha plantado el auto intentando que no participar­an en el que dice que no pueden participar menores de 15 años en actividade­s de riesgo y bajo su considerac­ión el toreo consideran que es de riesgo. Lo cual prohíbe la libertad a un niño que desea ser torero. Pelearemos», dijo a Mundotoro.

La medida, anunciada poco antes de la corrida en la que participab­an Alejandro Talavante, Emilio de Justo y Roca Rey, provocó un clamor en los cuajados tendidos del coso de Cañaverale­jo, cuyo público obligó a Marco Pérez a dar una apoteósica vuelta al ruedo vestido de paisano.

Poco después de la notificaci­ón del Ministerio de Trabajo de Colombia, Marco Pérez se puso manos a la obra mediante una acción de tutela, a la que ha tenido acceso EL MUNDO, mediante la cual solicita una suspensión cautelar de urgencia de la medida, buscando que sí pueda participar en la próxima Feria de Manizales, en la que se anuncia su debut de luces. En el texto, en el que expone la legalidad vigente de las corridas en Colombia y en el que adjunta todos los documentos en regla necesarios para su participac­ión, el novillero pide al Estado Colombiano que «se protejan mis derechos fundamenta­les al Libre Desarrollo de la Personalid­ad, Libertad de Escoger Profesión u Oficio, Libertad, Debido Proceso Administra­tivo, Defensa y Contradicc­ión, violados con el trámite irregular que llevó a la expedición del auto 6438 del 28 de diciembre de 2022».

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ALEXANDER ZEMLIANICH­ENKO / AP
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AFP Marco Pérez, aclamado en la vuelta al ruedo en la plaza de toros de Cali.

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