Confluencias electorales en el planeta
HACE AÑOS, Leire Pajín, por entonces secretaria de organización del PSOE, anunció la llegada de un acontecimiento histórico para nuestro planeta, la coincidencia de dos presidencias progresistas a ambos lados del Atlántico, la de Obama en Estados Unidos y la de Zapatero en la Unión Europea. A final de este año, otra conjunción para el planeta Tierra, pero en el sentido contrario de lo que esperaba la que luego fue ministra de Sanidad, puede producirse a ambos lados del océano, con Trump de vuelta a la Casa Blanca y con la derecha populista liderando el Parlamento Europeo.
Un elaborado estudio encargado por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, el think tank que en España dirige José Ignacio Torreblanca y que reúne en todo el continente a políticos e intelectuales europeos y europeístas, pronostica un Brusco giro a la derecha –así se llama el informe– en las elecciones europeas del próximo mes de junio. No es una encuesta, es un análisis que combina, entre otras variables, la información de los sondeos de opinión más recientes realizados en cada país de la UE con los votos obtenidos en las últimas elecciones nacionales. El resultado es que se prevé que partidos populistas de derechas y antieuropeos ganen en nueve países, entre ellos Italia, Francia, Bélgica o Austria, y que en otros nueve ocupen el segundo o tercer puesto, como sería el caso de Vox en España. Todo ello puede llevar a que por primera vez una coalición de eurodiputados de la derecha populista lidere la cámara por delante del Partido Popular Europeo y la alianza socialdemócrata que, junto a los liberales, han dominado el Parlamento hasta ahora. Todo ello mientras la ultraderecha empieza a ser blanqueada en países como Alemania y a ser aceptada como socio en países como España. Y todo ello cuando exhiben una línea dura en políticas y leyes clave para Europa, como lo son las migratorias, el Pacto Verde o el futuro de Ucrania y las relaciones con Rusia.
El Parlamento Europeo más antieuropeo y más populista puede confluir antes de que acabe el año con una presidencia norteamericana aún más incalificable que la primera que ostentó Donald Trump. Con todas las papeletas para ser el candidato republicano, ha añadido a su mochila un amplio currículo delictivo. Acaba de ser condenado por difamar a la escritora que ya le ganó un juicio por agresión sexual, y tiene por delante acusaciones tan variadas como las de conspiración y obstrucción a la justicia por el asalto al Capitolio, intento de manipulación electoral, sustracción de documentos o falsedad documental para tapar un soborno.
Todo esto se entiende mal cuando hablamos de democracias, de que sólo hay una vía para llegar tanto a la Eurocámara como a la Casa Blanca, la de los votos. Son los ciudadanos europeos y norteamericanos los únicos que pueden procurar estos nuevos acontecimientos históricos para un planeta que, si finalmente llegan, a ver cómo los soporta.