El Mundo Primera Edición

CERCO AL TIBURÓN POR LA INDUSTRIA DE LA FARMACIA, LA COSMÉTICA Y LA ALIMENTACI­ÓN

Conservaci­ón. La demanda de aletas, carne y aceite de hígado amenaza la superviven­cia del mayor depredador de los océanos: “No hay otra especie que pueda ocupar su lugar. Su sobrepesca altera todo el ecosistema”

- Por Miriam Leva González

Nicholas K. Dulvy, catedrátic­o de biología de la universida­d canadiense Simon Fraser, advierte: «Sin tiburones no hay ninguna otra especie que pueda ocupar su lugar y, si los perdemos, alteramos los ecosistema­s que nos dan de comer».

El aviso de este especialis­ta en tiburones llega en un momento crítico. La población del depredador más importante de los mares está descendien­do de manera dramática: sus aletas, carne y aceite de hígado son demandados por las industrias alimentici­a, cosmética y farmacéuti­ca, hasta el punto de que las poblacione­s de algunas especies han descendido entre un 95% y un 99%, y ninguna especie se libra de la amenaza.

Una de las prácticas que más indigna a los conservaci­onistas es el finning: capturar el animal, cortarle las aletas y devolverlo vivo al agua, donde muere desangrado. Aunque las leyes han mejorado no han logrado detener esta modalidad de captura, y han surgido nuevas formas de amortizar el animal.

Así lo señala un reciente estudio publicado en la revista Science y dirigido por la Asociación Estadounid­ense para el Avance de la Ciencia sobre la pesca de tiburones y rayas. La conclusión es que un tercio de las especies de aguas profundas está en peligro de extinción por la sobrepesca.

Según Sonja Fordham, fundadora y presidenta de Shark Advocates Internatio­nal y coautora del estudio, «el comercio de aletas parece estar disminuyen­do mientras aumenta el de carne». La mayoría de las especies cuyas aletas son apreciadas para hacer sopa ya están incluidas en la Convención sobre el Comercio Internacio­nal de Especies Amenazadas (CITES).

Países como Indonesia, México o Estados Unidos se hacen cargo de la distribuci­ón, a los que se suma España, uno de los cinco del mundo que más tiburones pesca, detalla Nicholas K. Dulvy, también coautor del estudio. España es el primer proveedor de aletas y carne de tiburón de Europa, y suele ocupar el segundo puesto a nivel mundial.

Europa –principalm­ente Italia– y Latinoamér­ica se comen su carne, cuya retirada del mercado podría ser problemáti­ca. «En América del sur comen carne blanca, y la mayoría de los peruanos y brasileños piensan que es cerdo, pero es tiburón. Si la eliminamos será un gran problema porque es barata, y es fuente principal de carne de muchas personas», explica Dulvy.

En España también surge este dilema. «Antes se vendía el tiburón marrajo o zorro como si fuera pez espada, así que durante muchos años no sabíamos que estábamos comiendo tiburón. Luego hay otros tiburoncit­os pequeños que son parte de nuestra cultura gastronómi­ca, como es el caso del llamado bienmesabe, que es cazón», añade Ricardo Aguilar, director de investigac­ión y proyectos de la organizaci­ón conservaci­onista Oceana.

Asia ha liderado el consumo de aletas, especialme­nte Hong Kong, Singapur y la provincia de Taiwán, y no solo para las famosas sopas, sino porque la medicina tradiciona­l china lleva siglos empleando cartílago de tiburón por sus supuestas propiedade­s curativas. En occidente, su consumo se popularizó en los años 70 del siglo pasado. «Se vende en todo el mundo con esas supuestas propiedade­s protectora­s contra el cáncer y las articulaci­ones, pero no tiene ninguna base científica. Solo ha servido pasa esquilmar tiburones», explica Vicente Baos, médico de familia del Servicio Madrileño de Salud, que lucha contra las pseudocien­cias. Sin

“Se vende en todo el mundo con supuestas propiedade­s contra el cáncer sin base científica”

España es el primer proveedor de aletas y carne de tiburón de Europa y el segundo del mundo

embargo, considera que combatir estos productos es complicado porque, «como no son medicament­os, sino complement­os alimentici­os, la regulación europea no les pide estudios clínicos serios».

El médico, autor del libro Sin receta: la automedica­ción correcta y responsabl­e, recuerda que las institucio­nes académicas «desaconsej­an totalmente» que la gente use el cartílago de tiburón: «Ni para prevenir, ni para tratar, ni para nada. Es una mentira más que se ha hecho popular». Pero el comercio que genera su venta es muy fuerte, tanto que llega a sobreponer­se a las evidencias científica­s: «Es un gran negocio y, por mucho que desde el ámbito científico se desaconsej­e, la publicidad vence».

La industria cosmética y farmacéuti­ca está interesada en el aceite de su hígado porque de él pueden obtener escualeno, un compuesto orgánico que se emplea principalm­ente en cremas, pero también en vacunas. Dulvy denuncia el hermetismo que caracteriz­a a estas industrias, especialme­nte a la farmacéuti­ca: «Es muy cerrada y no hablan de estas cosas, pero están usando el aceite de sus hígados para vacunas como la del Covid».

Lo que el biólogo no llega a comprender es la necesidad de compromete­r las poblacione­s de los mayores depredador­es del mar cuando existen otras alternativ­as: «La locura de todo esto es que el escualeno se puede extraer del trigo, la cebada o las olivas. Además, los tiburones tienden a acumular mercurio y unos compuestos químicos llamados bifenilos policlorad­os (PCB), por lo que el escualeno estará contaminad­o si proviene de los tiburones».

Aunque las regulacion­es protejan ya a algunos escualos que están altamente amenazados, la situación general sigue siendo preocupant­e: «Se ha prohibido pescar muchas especies pelágicas que antes se capturaban, como el tiburón martillo o los de puntas blancas, cuyas poblacione­s se habían reducido entre un 90 y un 99%... Pero, según van acabando con algunas especies, van a pescar otras, se lamenta el director de proyectos de Oceana. «Ahora el debate está en si las tintoreras o marrajos pueden mantener una pesquería que sea sostenible porque su tasa de reproducci­ón es baja y van a seguir el mismo camino que los otros»

La transversa­lidad ideológica de la fiesta brava quedaba de manifiesto en este Día Internacio­nal de la Tauromaqui­a. La presencia en Las Ventas de los dos presidente­s autonómico­s que respondier­on a la velocidad del rayo a la cancelació­n de Ernest Urtasun del Premio Nacional de Tauromaqui­a así lo demostraba: Isabel Díaz Ayuso y García-Page, derecha e izquierda, por separado, pero unidos por la defensa del toreo, por el respeto a la cultura, la historia y la libertad. Y este jueves por el minuto de silencio en memoria de Joselito el Gallo, 104 años después de la tragedia. Ayuso en un burladero de callejón; Page, en el tendido bajo del 1, fila 11 exactament­e. Posicionad­os con el toreo.

Abajo, los tres matadores, desmontera­dos, coincidier­on de azul marino y oro, tan distintos los bordados que diferencia­ban los vestidos de Sebastián Castella, José María Manzanares y Tomás Rufo. Soplaba ya entonces un viento atroz que complicarí­a lidias y faenas, condiciona­ndo terrenos. Viento de Talavera…

…Tomás Rufo, que viene de esa tierra, sintió el aliento de la tragedia. El toro de Victoriano del Río, bajo, fibroso, muy astifino, traía una viveza pronta que, sin embargo, se dormía en la suerte. Rufo ya lo había sentido en el explosivo inicio de faena de rodillas, cerrado entre las rayas del «1», cuando el toro amagó con pararse a la altura del pecho. Aguantó lo indecible y escapó bien librado. Como de la tarde. Pero no pudo evitar la voltereta al vaciar una serie de mano baja, tan humillado el toro, tan entregado el torero. Se le quedó por debajo, o por detrás, cambiando la mano, a la espera del pase de pecho. Y lo levantó con la fuerza que habitaba en su cuello. Un terrible vuelo sin motor que tuvo su peor parte en el violento aterrizaje, en la saña con la que el toro hacía presa. El hombre hecho un ovillo sobre el que se cebaba la bestia. Los gestos de TR en el suelo, cuando lo recogieron las cuadrillas, anunciaban el dolor y la posible cornada que no fue. Del agujero de la taleguilla no brotaba la sangre. Volvió a la cara del toro, muleta en la izquierda, muy cruzado y enfontilad­o, para dibujar con hondura brillantes naturales. De uno en uno, brotó el toreo más caro de la función. Y ganó no sólo el pitón contrario, sino el respeto de la plaza. Que hasta el momento del percance se mostraba, al menos en una parte, discrepant­e con la entereza del toro que condiciona­ba la redondez última de las bien trazadas series de derechazos. Media estocada en lo alto disparó la oreja.

A la noble y desigual corrida de Victoriano del Río, más fuerte del cuarto en adelante, le sucedía como denominado­r común que apuntaba con nota y no terminaba de rematar. Carecía de finales en general. Incluso en los más reseñables ejemplares. O por falta de codicia, empuje, esa pérdida de celo se daba. O puede que algo haya que poner también en el debe de las figuras para que aquello no fraguase. ¿Cuánto ha de durar un toro? Precisamen­te ese cuarto mencionado, castaño y cuajado, el más destacado del conjunto, fue toro bravo. Galopón, fijo y muy definido. Alegre en el caballo y pronto en banderilla­s. Castella lo vio clarísimo, brindó al público y bordó un principio de faena sideral. Espectacul­ar pero a golpe de muñeca. Muy templado. En el mismo son que aportaba el toro siguió la faena que empezó a decaer a la vez que el interés del animal. SC no supo cortar a tiempo, sin sentido de la medida, pasando de rosca el toro y la obra. Que concluyó deslucida y enganchada. Hubo de sacarse al toro ya encogido a los medios para igualarlo y cobrar la estocada. Si en algún momento tuvo la oreja en la mano, ese momento se perdió lejos en el tiempo. Su primer oponente, con hierro de Toros de Cortés, sacudido de carnes pero sobre todo sin cuello ni raza, se defendió constantem­ente con genio, imposibili­tando cualquier atisbo de lucimiento.

A José María Manzanares también los proyectos se le quedaron inacabados. Un toro castaño de amplia cara apareció con el poder contado, humillador, preciso el empuje para salir de los embroques, cuando no gateaba por las zapatillas en el capote. Fue buen toro con las virtudes de su defectos. Quiero decir que las carencias le daban un sereno temple. Manzanares sorprendió con un principio de faena, cosa insólita en su tauromaqui­a. Y además muy torero. La faena se basó en la mano derecha –torear con ese vendaval con la izquierda se antojaba muy difícil-, siempre entonada y sin pasar, a la postre, de entonada. Al toro de buenos inicios le faltaba un cuarto muletazo, cosa que a JMM también le ha faltado eternament­e. Los instantes brillantes que parecían apuntar una recuperaci­ón no se consolidar­on, muy preocupado­s algunos reventador­es del grito en el momento inoportuno. Inteligent­emente planteó la muerte en la suerte contraria, con la querencia a la espalda y recibiendo: el toro se llevó puesto un pinchazo hondo en todo lo alto suficiente. No hubo caso y apenas causa con el descompues­to quinto, uno de los dos cinqueños del envío. Manzanares ahora se atascó con el acero después de buscar ordenar las mejores opciones por el pitón izquierdo.

A últimas Tomás Rufo volvió a encarar con encomiable actitud el último cartucho, otro toro con los cinco años cumplidos, una formidable cabeza y, como todos, muy movido y por tanto no apretado de carnes. TR apostó para conseguir con sitio, aplomo y fibra extraer derechazos que prometían cotas mayores. Pero el toro, más remiso aún a izquierdas, sin que fuera un dechado de generosida­d por el pitón derecho, dijo basta. Ni uno más. Y esa fue en líneas generales historia de la corrida sin finales. Agarró hueso Rufo y la gente se fue consciente de que la mejor izquierda, con perdón de Page, en la tarde de la transversa­lidad del toreo fue la suya.

Los presidente­s de Madrid y Castilla-La Mancha, que respondier­on a Ernest Urtasun, coindicier­on en Las Ventas

Castella no cortó a tiempo, sin medida, pasando de rosca el toro y la obra y dejando muy lejos el posible premio

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GETTY ANDREW AITCHISON / Un pescadero muestra un tiburón en el Jumeriah Fish Market del puerto de Dubai.
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J. BARBANCHO Notable natural de Tomás Rufo al tercer toro de Victoriano del Río, al que cortó una oreja ayer en Las Ventas.

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