El Mundo Primera Edición

No solo es la derecha de pernada

- NADA POR ESCRITO EMILIA LANDALUCE

LA FRASE es de Pere Rusiñol (ojalá se me hubiera ocurrido a mí), de cuando se produjo todo ese lío entre Pablo Iglesias y las dipunovias (por recuperar el término que inventó Federico), las tarjetas SIM, que por cierto al final quedó en nada: «Podemos fue un plan para follar que se fue de las manos». Sin embargo, ahora cualquiera puede tener la sensación de que la sentencia es válida para todos los partidos y no solo por las andanzas del sevillano con tirantes Coco Robatto que filtran sus rivales y que son la comidilla. Al final, lo que pasa en los partidos no dista demasiado del funcionami­ento de algunas empresas.

Pasta y tías es lo único que interesa. Por lo que se trabaja.

No hace falta retroceder en el tiempo ni ahondar en viejas heridas para recordar los don nabos que han hecho efectiva su derecha de pernada. O «más a la izquierda, por favor. Así, sigue». No es difícil. Ya lo intuyen hasta los evangelios sin querer sonar hereje ni satánica. Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los cielos. Y ya sabemos lo que es tan estrecho como el ojo de una aguja. Esa apertura por la que además de salir los niños entran los camellos (o los burros). Y así meten a muchas tontas en las listas mientras los listillos se hacen los tontos y los que no se enteran.

Sin embargo, duele más que lo hagan aquellos a los que has defendido, con los que compartes principios, que ese machirulís­imo del que hace gala Podemos/Sumar (porque hablar en femenino no te libra de festejar las tres comidas al día. Y disculpen la ordinariez).

En cualquier caso, no se debe criticar el sexo como motor del mundo siempre y cuando sea para mejorarlo. Lo que es imperdonab­le es que la palabrería feminista, los principios, la gestión sean solo el follaje con el que se practican los fines de siempre: la pasta y las tías, que al final vienen a ser lo mismo. A más pasta, más tías. Y que ese motor no sirva para apuntar a una mejora de la sociedad sino para perseverar en la mediocrida­d, en el bien peor. Si hacen política para ligotear y hacerse ricos, que al menos hagan cosas buenas.

Por supuesto, hay excepcione­s en los partidos. Y desconfíen de la antipolíti­ca porque pasa exactament­e lo mismo. Pasta y tías.

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