¿Síndrome de Estocolmo?
La entrevista de Eduardo Madina a Fermin Muguruza generó tanto aplausos como críticas durísimas. En la charla, ni el músico reniega de los atentados de ETA, ni el político le pregunta por ello. Ello supuso que se registrasen acusaciones a Madina de “humillación” o “síndrome de Estocolmo”. Alfonso Zapico está preparado para que a su tebeo, inspirado en esa charla, le ocurra lo mismo: “Sé que a muchos no les gustará. En temas muy sensibles siempre va a haber opiniones diferentes”. Madina lo encaja “con el máximo respeto”. “Hay discrepancias claras entre Fermin y yo, pero no quería un debate. No importaban mis puntos de vista, sino que él contara los suyos”, defiende. “A los que opinamos distinto en Euskadi hace décadas que nos acusan de síndrome de Estocolmo. Creo que en realidad están hablando de ellos mismos”.
Supremo en 2000 de Negu Gorriak, el grupo de Muguruza, acusado por Galindo de ofender su honor; el músico cuenta cómo se salvó de los GAL y precisa que el hermano de Yoyes, la exetarra asesinada por la banda en 1986 por considerarla traidora, era (y es) su técnico de sonido. “Nos dejó destrozados”, dijo Muguruza en Jot Down —la entrevista se publicó en febrero de 2017—. Aunque subraya su apuesta por la paz y contra la violencia, el músico sigue sin condenar los atentados de ETA, lo que encendió polémicas en contra de esa entrevista.
Normal, según Madina. Cree que su charla con Muguruza hubiese sido imposible hace una década. Tampoco el cómic. “Zapico dibujó la conversación que no tuvimos ni pudimos tener”, afirma, pero “la vocación hacia la convivencia de la sociedad vasca” y el cese del terrorismo de ETA abrieron las puertas a otra Euskadi. Cada vez que Madina alude a ello, recita esa fecha: “20 de octubre de 2011”. Tras el anuncio de la banda, su teléfono sonó: era el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, quien quería compartir el fin de una época. Tras medio siglo de terror y más de 800 muertos, el País Vasco empezaba otro capítulo.
En La pelota vasca, el escritor Bernardo Atxaga preveía que un día se quitarían ese peso de encima. Madina recupera la idea: “Ya se puede hablar sin que cada palabra pese una tonelada”.
A la espera de la disolución definitiva de la banda, el cómic ofrece optimismo. Si hasta su generación la tormenta fue la costumbre, los hijos de Madina y Muguruza afrontan un horizonte menos nublado. “Sus vidas se describen en la normalidad. Quizás sea el momento de hacer un esfuerzo
por la convivencia, manteniendo la memoria de lo que ocurrió, para protegernos”, dice el exdiputado. A su hijo Unax se lo contará todo, pero “poco a poco, por capítulos”. Mientras, que viva y disfrute el suyo, el de la paz.