Acuerdo sin detalles sobre los lazos en espacios públicos
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska (a la izquierda) y el presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, reunidos ayer en Barcelona, anunciaron su compromiso de “garantizar la neutralidad” de los espacios públicos tras la polémica surgida por la colocación y retirada de lazos amarillos. Sin embargo, no explicaron qué entienden por ello ni cómo piensan realizarlo. En la imagen, ambos políticos se saludan en el Palau de la Generalitat de Barcelona.
El Gobierno y la Generalitat trataron de escenificar ayer una entente cordial frente a la controversia de los lazos amarillos. Anunciaron su “compromiso” de “garantizar la neutralidad” del espacio público, aunque no explicaron qué entienden por ello ni cómo piensan realizarlo. El compromiso no incluye ningún acuerdo en concreto —ni siquiera la retirada de simbología independentista de edificios oficiales—, pero sí pasa por preservar la paz social y evitar los conflictos. Si estos aparecen, el Ejecutivo fía su resolución a los Mossos d’Esquadra.
Tras casi dos horas de reunión de la Junta de Seguridad de Cataluña, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y su homólogo catalán, Miquel Buch, anunciaron un “compromiso” para garantizar la “neutralidad” y la “convivencia” en las calles. Aunque el pacto involucra a las dos partes, fue Marlaska —que solicitó, con éxito, incluir la cuestión de los lazos amarillos en el orden del día— el único que lo anunció y lo subrayó. “De lo que todos somos conscientes es de que las calles no pueden ser monopolizadas por nadie”, enfatizó.
Ni Marlaska ni Buch explicaron cómo se asegura esa neutralidad ni qué pautas deberán seguir los Mossos para lograrlo. Evitaron, de hecho, descender al análisis de casos concretos. ¿Hay que evitar que en la plaza mayor de Vic se planten cruces amarillas? ¿La policía tiene que identificar a personas que acuden con cúteres y otras herramientas a retirar lazos? Ni siquiera se abordó la necesidad de retirar de las fachadas de organismos públicos de la Generalitat los signos en defensa de los líderes independentistas que están en prisión preventiva por rebelión, sedición y malversación de fondos —llamados “presos políticos” en esos carteles—. “Nadie ha pedido a nadie que retire nada. Cada uno ha expuesto sus ideas y el compromiso es que
no pase nada en la calle”, explican fuentes de la Generalitat.
Ése es el mínimo común denominador: la necesidad de evitar enfrentamientos entre ciudadanos. “La calle ha de ser un espacio libre de amenazas y violencias. En ese entendimiento estamos todos”, dijo, de nuevo, el ministro, que expresó su “confianza” en los Mossos para que “los ciudadanos puedan ejercer sus derechos y libertades”.
Aunque ambos dirigentes mostraron sintonía personal, su diagnóstico sobre el conflicto de los lazos amarillos es dispar. Para Marlaska, los altercados vividos en las últimas semanas son motivo de “preocupación”. Para Buch, en cambio, los lazos —símbolo empleado para pedir la excarcelación de los políticos presos, que él mismo lucía ayer en la solapa— no suponen “un problema grave de convivencia”.
Aunque pasó más de puntillas por el asunto, Buch recogió el guante y se comprometió a evitar “la confrontación” entre partidarios y detractores de los lazos. “Los Mossos han hecho un gran trabajo y confiamos en ellos en caso de que haya problemas de seguridad ciudadana”, dijo el consejero, que animó a la población a “llamar a la policía” si detecta situaciones de riesgo. Hace unos días, la fiscalía abrió una investigación sobre las identificaciones de la policía autonómica a personas que habían retirado lazos amarillos. Antes de la Junta celebrada ayer y presidida por Quim Torra (que también portaba un lazo amarillo en su chaqueta), Marlaska y Buch se cruzaron cartas en las que este último defendía que los Mossos tienen las competencias en seguridad ciudadana y Marlaska respondía que la competencia es del Estado.
Buch admitió que este verano “ha habido más hechos” vinculados a los lazos. Por ejemplo, la agresión, frente al parque de la Ciutadella de Barcelona, a una mujer que retiraba lazos junto a su familia. El consejero atribuyó esa eclosión a las maniobras de “cierto partido político” al que “le interesa que eso sea un problema”, en alusión a Ciudadanos. “No estamos para generar problemas”, apostilló el ministro.
Otro de los puntos calientes de la reunión fue la decisión del ministerio de enviar a un millar de policías y guardias civiles a Cataluña por la Diada. Marlaska restó importancia a ese operativo y aseguró que, solo en una final de Champions League, se moviliza a más de 2.000 agentes. “No seamos alarmistas”, pidió. El ministro aseguró que su único objetivo es “ayudar” a los Mossos en caso de que se vean desbordados. Buch tampoco entró a la batalla en ese punto, pero se mostró convencido de que la policía catalana podrá arreglárselas por su cuenta sin necesidad de pedir refuerzos.