Trump ordena la reunificación de las familias migrantes separadas
Donald Trump buscó ayer un difícil equilibrio en su intento de proyectar al mismo tiempo contundencia y compasión ante la inmigración irregular. El presidente estadounidense ordenó a las agencias del Gobierno la reunificación de las más de 2.000 familias de inmigrantes separadas desde abril tras cruzar ilegalmente la frontera desde México. El día antes, las autoridades descartaron hacerlo de inmediato después de que Trump cancelara su polémica política de ruptura. Pero el mandatario republicano no abandonó ayer su retórica incendiaria al insistir en la necesidad de levantar un muro fronterizo, mantener una “política muy dura”, calificar a los demócratas de “extremistas que quieren fronteras abiertas” y atacar ferozmente a México. “No hace nada por nosotros excepto coger nuestro dinero y mandarnos drogas”, dijo del país vecino.
Trump, obsesionado con aparentar fortaleza, ha sufrido un doble fracaso en inmigración. La ola de repudio le forzó el miércoles a acabar con la ruptura de familias de indocumentados tras pasarse días insistiendo en que solo el Congreso podía hacerlo. Y anoche el mandatario se encaminaba a un nuevo chasco después de que los republicanos de la Cámara de Representantes fueran incapaces de sumar suficientes votos en sus filas para aprobar una propuesta de ley que incluye las principales restricciones migratorias solicitadas por Trump, como un muro con México, e impide la separación de padres e hijos tras cruzar ilegalmente la frontera.
La demonización de la inmigración catapultó en 2016 a Trump a la Casa Blanca. Pero ahora también ha expuesto sus límites políticos. El republicano se pasó días clamando falsamente que los demócratas le forzaban por ley a romper familias cuando en realidad respondía a una decisión de su Gobierno. El martes les acusó de permitir que indocumentados “entren e infesten nuestro país” e insistió en que el Congreso debía cerrar “vacíos legales” para poder evitar la separación de padres e hijos. El objetivo de Trump era utilizar el drama de los niños, como ya hizo en el pasado con otros inmigrantes, para tratar de lograr una dura ley migratoria, que incluya fondos para su muro y otras restricciones. El miércoles, sin embargo, llevó a cabo su mayor rectificación como presidente cuando firmó un decreto para terminar con la política de separación y contener así una crisis creada por él mismo.
Y ayer se visualizó con crudeza en la Cámara de Representantes la brecha en inmigración entre los republicanos. Los más conservadores y moderados chocaron sobre dos propuestas de ley porque una abre la puerta a legalizar a los dreamers, indocumentados que llegaron de niños a EE UU. En cualquier caso, si una de las leyes avanzara en la Cámara parece imposible que lo haga en el Senado porque se necesita el apoyo de nueve demócratas.