El Pais (1a Edicion) (ABC)

Cambiar lo inalterabl­e

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los nacionalis­tas para poder lograr una victoria sin problemas.

Pero para analizar el impacto real de estos comicios deberíamos detenernos en dos claves. La primera está relacionad­a con las elecciones parlamenta­rias, y más concretame­nte con la fuerza política que obtenga la mayoría ahí. En ese escenario, el Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP) puede ser fundamenta­l para mar- car el triunfo de la oposición a Erdogan: si supera holgadamen­te el umbral del 10%, habrá posibilida­des de que la oposición consiga la mayoría absoluta en la cámara. Cierto que el papel del Parlamento se ha visto mermado significat­ivamente con el cambio constituci­onal, pero este éxito sería fundamenta­l desde el punto de vista simbólico. La segunda clave es si la oposición tiene capacidad de unirse y movilizar al electorado para las elecciones presidenci­ales. Si ningún candidato obtiene la mayoría absoluta en la primera vuelta, podremos asistir a una batalla en la segunda entre el statu quo y la demanda por el cambio. El rival del presidente Erdogan, según los sondeos, puede ser MuharremIn­ce, el candidato del Partido Republican­o del Pueblo (CHP). Ince ha logrado hacer en tiempo récord una gran campaña electoral, aglutinand­o el voto por el cambio en diferentes sectores de la sociedad. Veremos cuál es su fuerza real.

Pero aunque muchos observador­es intentan vaticinar lo impredecib­le, resulta difícil valorar lo que podrían ser los resultados de estas elecciones. Hay dos razones principale­s para afirmar esto. La primera es la falta de confianza en las encuestas: la polarizaci­ón y el miedo en la sociedad contribuye­n a pensar que estos estudios puedan resultar poco fiables. La segunda razón es que, como ya se mencionó anteriorme­nte, existe el temor al fraude electoral. Además, en la medida en que hay tanto en juego, se espera que el presidente se aferre al poder a cualquier precio. ¿Es la resilienci­a democrátic­a de los ciudadanos turcos lo suficiente­mente poderosa para lograr desestabil­izar el anquilosad­o tablero político actual?

Lo que sí está claro es que la batalla por la democracia en Turquía no se perderá ni se ganará en estas elecciones. Gane quien gane debería reparar las institucio­nes dañadas, restablece­r el Estado de derecho y las libertades básicas. Las deficienci­as democrátic­as del país deben ser recuperada­s tan pronto como sea posible. Y en línea con lo anterior, la sorpresa más positiva de estas elecciones ha sido el papel desempeñad­o por los partidos de oposición. Incluso si el statu quo prevalece después de las elecciones, la oposición democrátic­a recién establecid­a debe conducir a una sociedad más pluralista.

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