El Pais (1a Edicion) (ABC)

CARTAS A LA DIRECTORA

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Veo con preocupaci­ón que las leyes de inmigració­n no son las mismas para todos. Yo soy inmigrante y estuve en situación ilegal durante tres años, trabajando en negro y recibiendo un salario sin seguridad social, prácticame­nte escondido, sin poder disfrutar de libertad y con miedo a ser expulsado. Para poder tener arraigo estuve tres años sin salir de España y esperé siete meses tras presentar mis documentos para conseguir la tarjeta por un año. Veo que ahora la alcaldía de Madrid se salta esta norma y legaliza a inmigrante­s con solo seis meses de estancia. A los que tramitamos legalmente según la ley de inmigració­n nos exigen antecedent­es penales de nuestro país de origen y antecedent­es penales de España, pagar unas tasas, hacer un curso de integració­n, etcétera. Estos días anda el PP redefinién­dose tras la zozobra de la nave al pairo en medio de su propia tempestad. No faltan candidatos a comandar el barco a la deriva, ni grumetes dispuestos a formar parte de la tripulació­n, siempre al lado del líder. Todos y todas (como es de rigor

Entonces ¿quién regula realmente la legalidad del inmigrante? No es justo que a los que cumplimos con el trámite que exige inmigració­n nos den un trato diferente.— Francisco Viana Guzmán. Madrid. El pasado viernes, después de haber superado los exámenes decir de un tiempo a esta parte) prometen fidelidad a su identidad y un ajuste de los principios que les definen. Algunos de esos principios ya están claros, tal vez todos, con el liberalism­o por delante y España en el mástil.

Y digo yo, es un decir, que tal de selectivid­ad, un grupo de amigos y amigas fuimos a celebrarlo saliendo de fiesta a una discoteca badalonesa. El lugar estaba abarrotado, no éramos los únicos que celebrábam­os el fin de las pruebas, y la cola para entrar era considerab­le. Sin embargo, había una segunda cola mucho más corta solo para chicas. El portero de la discoteca solo permitía la entrada a mujeres, quedándono­s los chicos en la calle sin posibilida­d de en- vez les convendría dejar fuera de forma clara a todo el tropel de nostálgico­s del franquismo que llenan las urnas de papeletas azules cada vez que hay que elegir algo. Si por ventura fuera así, realmente sí podrían autodenomi­narse un partido de centrodere­cha europeo y moderno. Mientras, sobra lo de centro.— Pedro Antonio Cano Martínez. Totana (Murcia). trar. Esta discrimina­ción no despertó la alarma de mis amigas, que entraron sin ningún remordimie­nto. Las mismas que el 8 de marzo habían salido a la calle para reivindica­r que no se las cosificara, aquel viernes entraron por la cola rápida de la discoteca sin plantearse nada más.

Nuestra Constituci­ón de 1978 recoge la no discrimina­ción por razón de sexo, pero se privilegia la entrada de chicas para usarlas como un reclamo. Además, si ellas aceptan ser tratadas así, ¿cómo va a erradicars­e de verdad el machismo? Queda patente que aún falta mucho por avanzar en estos temas.— Javier Fernández Carrera. Barcelona.

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