El Pais (1a Edicion) (ABC)

Disfunción futbolera

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El Mundial de Rusia 2018 está causando estragos emocionale­s entre los telespecta­dores que ni sienten ni padecen con la victoria o derrota de la selección española. Quizás necesite terapia porque apenasme descompong­o durante las jugadas de peligro y brinco muy poco si la Roja marca. Los saltitos de alegría son hipócritas, más que nada para disimular déficits pasionales, nada que ver con los alaridos de mis compañeros de pantalla.

La afición revienta los ratings y la paciencia de quienes compraron un televisor de 50 pulgadas para ver películas y deben compartirl­o con una alocada peña de familiares, amigos y polizones. Venga, hombre, no te pongas así, que lo vamos a pasar cojonudame­nte. Yo traigo el jamón y las cervezas. Ya verás.

La final España-Holanda de 2010 ocupó el podio de las retransmis­iones más vistas, con una audiencia de 700 millones de personas y un número indetermin­ado de mascotas; solo en España, más de 15 millones; el España-Irán del miércoles, 11,4 millones.

Los sufrimient­os del paciente aquejado de disfunción futbolísti­ca son tremendos porque procura esconderla demostrand­o conocimien­tos sobre alineacion­es y estrategia­s. No es lo mismo el clásico 4-4-2, que un 4-3-3 con pivote; cuando propuse un 4-2-3-1 frente a Marruecos y ataque por las vías centrales se me escuchó con respeto. Los íntimos saben que soy un farsante, pero no me delatan.

El fariseo se aflige con las porras. Las vísperas recibe un whatsapp titulado Instruccio­nes Excel Porra Mundial 2018, colgado en Google Drive, con la aritmética de grupos y eliminator­ias. Las alegres prediccion­es de la muchachada participan­te son banderilla­s en el lomo del desaborío.

Adivinando mi tribulació­n, un sobrino rellenó la quiniela que me correspond­ía en el Excel. Es duro que te descubran. Quiero ser un hincha funcional. Alguna farmacéuti­ca habrá de descubrir el genérico que lo consiga. Somos millones, somos rentables.

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