México, ante el cambio político
México no aguanta más. No aguanta más los niveles de violencia que desangran el país. Tampoco la corrupción y la impunidad que campan a sus anchas. No puede aguantar más la desigualdad. No lo soportan los mexicanos ni lo puede sostener un régimen, un sistema, que ha dado ya suficientes evidencias de que se tambalea. De ahí que la elección del próximo domingo no pueda considerarse una más. El país, que hace 18 años celebró el fin de la hegemonía del PRI después de 70 años en el Gobierno e inició una alternancia de partidos, enfilará dentro de una semana el camino hacia una transición, acaso un cambio de régimen.
La del domingo será la elección más grande de la historia de México. Además del presidente se elegirán ocho gobernadores, el jefe de Gobierno de la capital —todo apunta que será jefa—, 500 diputados, 128 senadores y casi 3.000 cargos públicos. Unos comicios precedidos por una maratoniana campaña electoral que augura el fin del sistema de los partidos políticos tradicionales y una más que probable recomposición de las élites.
El sexenio de Enrique Peña Nieto, marcado en un primer tramo por unas reformas espe- ranzadoras y claudicado, en el segundo, por flagrantes casos de corrupción —la casa blanca de Peña Nieto, la estafa maestra a través de 128 empresas fantasma, gobernadores prófugos—, crímenes como la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa o una violencia que crece sin freno, han propiciado que el hartazgo y el enojo sean los dos sentimientos más perceptibles entre los votantes. El rechazo a la gestión del actual presidente, casi de un 80%, es el candidato con más adeptos.
Todos los sondeos apuntan a una rotunda victoria de Andrés Manuel López Obrador. Según el último promedio de encuestas de EL PAÍS, el líder del Morena lograría casi un 50% de los votos, con una ventaja de más de 20 puntos sobre Ricardo Anaya, candidato del Frente por México y casi de 30 sobre José Antonio Meade, del PRI, lo que le augura un 95% de posibilidades de triunfar. Si finalmente se cumplen los pronósticos —de no hacerlo, el batacazo en los pronósticos superaría al Brexit, la elección de Do-