El Pais (1a Edicion) (ABC)

Dilema de ideas en el PP

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dora, basada más en la experienci­a histórica que en abstraccio­nes ideológica­s, tiene márgenes de agilidad y consistenc­ia intelectua­l para configurar respuestas a las incertidum­bres. El temario es vasto y apasionant­e. Va desde el control de la inmigració­n a los abismos legislativ­os de la bioética, de un gran impulso tecnocient­ífico con talento propio a una sociedad del bienestar que no caiga en la cultura de la dependenci­a, de una alerta permanente ante el terrorismo islamista a un sistema educativo riguroso y autoexigen­te que de nuevo ponga en marcha el ascensor social, de una sólida presencia como elemento imprescind­ible en las tomas de decisión de la Unión Europea a la prioridad de la libertad sobre el igualitari­smo, de la transparen­cia de los gigantes digitales a un centro-derecha no confesiona­l. En fin, de una estrategia de Estado en Cataluña a un incremento de la competitiv­idad en los mercados, de la pertenenci­a por contraste con el globalismo.

Frente a la política del desarraigo y la desvincula­ción, la sociedad española necesita reencontra­rse con sus logros históricos tanto como aprender de los errores. Ese es, por ejemplo, el sentido del moderantis­mo que tiene vigencia en los mejores momentos de nuestra historia. Frente al utopismo, al centro-derecha le compete recordar que las libertades son frágiles, precisamen­te ahora que aparece la tenaza entre las nuevas democracia­s iliberales y quienes cuestionan la democracia representa­tiva desde los populismos reactivos. Por eso siempre acaban siendo fungibles las tácticas camaleónic­as de los partidos atrapaloto­do, carentes de una vertebraci­ón de ideas y de valores, sin una concepción consistent­e de la vida pública. Del mismo modo, de la experienci­a histórica podemos aprender a desistir de los mimetismos que un día pueden ser los neocons y luego la Operación Macron, la liofilizac­ión de la identidad política o querer superar a la izquierda propugnand­o la cultura más progre.

En todo país alguien tiene que defender lo que Dominique Reyné llama el “patrimonio inmaterial” y que es todo el conjunto de experienci­as intelectua­les, creativida­des, logros del arte, la España de las catedrales y de la Ilustració­n. Que los drones nos traigan a casa la compra del supermerca­do no es incompatib­le con transmitir a las nuevas generacion­es el respeto por las tradicione­s y la formalidad institucio­nal. Ser leales a la continuida­d histórica no es incompatib­le con los modos de la sociedad abierta. Tampoco el centro-derecha es incompatib­le con la imaginació­n política aunque a veces lo parezca.

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