El Pais (1a Edicion) (ABC)

CARTAS A LA DIRECTORA

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En mi infancia vi una película de la que solo recuerdo un encadenami­ento de hechos. El alcalde daba un bofetón al alguacil; este, ya en la calle, un sopapo al cabrero, y el cabrero, sin pensar, un bastonazo al cabrón. El mercado avisa a la Europa unida. Los países del Norte golpean a los del Sur. Los gobernante­s del Sur solo atienden a la economía y privilegia­n a unos y golpean a trabajador­es, emigrantes, gitanos, y añaden una escala inferior: los que vienen por mar huyendo de guerras, miserias para que los anteriores grupos golpeados tengan en qué pensar, hablar y sacar conclusion­es. ¿Dónde están los derechos humanos, la justicia, el derecho, o hay que rendirse definitiva­mente al neoliberal­ismo del mercado en contra del ser humano y de la madre Tierra?— Francisco Navarro Crespo. Vitoria. Una gran parte de jóvenes españoles hemos estudiado, probableme­nte más de lo necesario; hemos trabajado con tanta ambición que hemos dejado atrás familia y raíces, y nos hemos mudado de país buscando algo, que en casi todos los casos nos ha dejado con una sensación de vacío e insatisfac­ción. Se nos llama la genera- En este país hay muchos temas recurrente­s, pero nadie habla de la situación de los trabajador­es del transporte: de las jornadas laborales de 15 horas de los conductore­s; de la incoherenc­ia de que te obliguen a cargar y descargar tú mismo en tiempos de descanso; de la ausencia total de dietas en muchas empresas ción fomo (fear of missing out; miedo a perderse algo).

Hace un año, vivía en Bangkok y por la mañana abría la ventana esperando encontrar una ligera brisa que trajera un sutil recuerdo de la primavera europea. En su lugar, el olor a comida tailandesa, que tanto había adorado en un pasado remoto. Soñaba del transporte nacional; de las continuas faltas de respeto por parte de empresas cargadoras y descargado­ras. Por si esto fuera poco, algunos empresario­s del sector tienen la poca vergüenza de salir en televisión diciendo que no encuentran conductore­s y que tendrán que buscarlos fuera. Si pagaran lo que es justo, no tendrían ese problema. Hay que ser hipócrita para decir eso.— Javier Ortiz. con la naturaleza, la nieve y acurrucarm­e en casa con una manta sin tener que encender el aire acondicion­ado. Este año, al mudarme a Ginebra, todos me preguntaba­n cómo había podido dejar un país tan increíble como Tailandia. Ahora he vuelto a comer comida tailandesa. ¿Cómo se puede querer ser y estar en tantos sitios a la vez sin pertenecer a ninguno?— Blanca García Gardelegui. Ginebra (Suiza). La Asamblea Nacional Catalana quiere declarar el 1-O fiesta nacional. A Torra le parece razonable la petición. Me permito hacer unas reflexione­s: del asambleari­smo no podemos esperar decisiones razonables; es casi peor que el totalitari­smo. Volvemos a tener un presidente que gobierna solo para una parte de Cataluña, que encuentra razonables las aspiracion­es de esta parte e ignora las de la parte contraria. Por último, con esta propuesta no se reduce la fractura social. El independen­tismo no quiere aceptar que Cataluña no es una realidad homogénea. Con su imparciali­dad está consiguien­do la consolidac­ión de dos pueblos diferentes. Dos comunidade­s que, de momento, se miran con indiferenc­ia, en algunos casos con perplejida­d, y que ocasionalm­ente ya se enfrentan. Aún no hemos llegado al enfrentami­ento civil del que habla Borrell. Nos estamos acercando.— Martín Martínez Martínez. Barcelona.

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