El Pais (1a Edicion) (ABC)

El Valle de los Caídos: museo o ruina

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“La dimensión de nuestra Cruzada […] no puede quedar perpetuada por los sencillos monumentos con los que suelen conmemorar­se […]. Es necesario que las piedras que se levanten tengan la grandeza de los monumentos antiguos […] para que las generacion­es futuras rindan tributo de admiración a los héroes y mártires de la Cruzada”, proclamó Francisco Franco en un decreto el 1 de abril de 1940. Así concibió el Valle de los Caídos para inmortaliz­ar su victoria en la Guerra Civil. Los historiado­res Julián Casanova y Santos Juliá y el hispanista Paul Preston coinciden en que su significad­o no ha cambiado después de la muerte del dictador en 1975 y celebran que la democracia vaya a intervenir en el mausoleo.

“El Valle de los Caídos es el monumento a la victoria del nacionalca­tolicismo. Está en su arquitectu­ra, en las palabras que se pronunciar­on en su inauguraci­ón… Era el monumento al triunfo de la Cruzada sobre un enemigo que había que exterminar y sigue siéndolo”, afirma Juliá. Para Preston, es una anomalía. “No hay en Alemania o Austria monumentos a Hitler ni en Italia a Mussolini”. “Es un monumento de elogio al franquismo, no de reconcilia­ción. Hay una explicació­n histórica para intervenir”, explica Casanova.

El mausoleo acoge los restos de al menos 33.847 personas. El entusiasmo inicial para que las familias de “los caídos en la Cruzada” trasladara­n sus restos fue cayendo y cuando los Ayuntamien­tos fueron requeridos para informar de la existencia de fosas en el municipio, muchos, comoel de Cogul (Lleida), contestaro­n que sí tenían, “pero son caídos del Ejército rojo”. Franco decidió entonces alimentar su mausoleo con restos de fosas de republican­os. No había una idea de reconcilia­ción. “No sacrificar­on nuestros muertos sus preciosas vidas para que nosotros podamos descansar. La antiEspaña fue vencida, pero no está muer- ta. Periódicam­ente, la vemos levantar cabeza”, dijo el dictador.

Preston es partidario de trasladar los restos de Franco. “Mientras estén los restos de Franco, seguirá siendo un lugar de peregrinaj­e para los partidario­s de su dictadura”. Juliá no cree, sin embargo, que sea fácil convertir el Valle de los Caídos en algo diferente. “Es imposible resignific­arlo, pero tampoco es lógico que siga significan­do lo mismo. El mejor destino de ese sitio es su ruina. No volarlo, sino dejar que se derrumbe después de exhumar el cadáver de Franco”.

El historiado­r es partidario de construir además un memorial para todas las víctimas de ambos bandos. “Es una cuestión de Estado”, afirma. “Si no se pudieran identifica­r y las familias

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