El Gobierno considera que los independentistas tendrán difícil rechazar las cuentas
El optimismo en el que se ha instalado el Gobierno después del complejo acuerdo de Presupuestos con Unidos Podemos muestra una resistencia notable.
Da igual que los independentistas catalanes, imprescindibles en cualquier acuerdo —al menos uno de los dos, ERC o PDeCAT, tendría que abstenerse y el otro apoyar las cuentas—, estén dejando claro que no negociarán “nada” si antes el Gobierno no pide a la fiscalía que rebaje sus acusaciones de rebelión contra los presos del procés. El Ejecutivo está tan satisfecho con los Presupuestos y las buenas noticias que contienen, sobre todo en aumento de gasto social, que está convencido de que será casi imposible que se opongan partidos con una raíz de izquierda como ERC.
La portavoz, Isabel Celaá, se mostró convencida de que las cuentas se impondrán por su propio peso, y que una cosa son las declaraciones retóricas y otra la negociación constante entre laGeneralitat y el Gobierno, como demuestra que ayer mismo, en plena escalada verbal, se reuniera por primera vez en siete años la comisión bilateral de infraestructuras Estado-Cataluña. “Hablamos de medidas reales para las personas, de infraestructuras, de cambio energético, de dependencia. Tenen que valorarlo las auto- ridades catalanas para decírselo a sus ciudadanos. Pesa mucho más la Cataluña histórica, inteligente, cosmopolita, cultivada, que unas declaraciones retóricas. Creemos que el Presupuesto tiene fuerza propia intrínseca para salir adelante”, señaló Celaá.
Las cuentas, explicó, “son valientes, cambian el paso” y dejan atrás la austeridad, por lo que confía en que esa condición de influir en la justicia, inasumible para el Ejecutivo, quede atrás. “El Estado de derecho se basa en la división de poderes, y las autoridades catalanas lo saben”, explicó la portavoz.
En la misma línea, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, principal negociadora del Gobierno, avanzó que ahora empezará los tratos con el PNV, mucho más favorable al acuerdo, y después irá a buscar a los independentistas catalanes. También ella analizó que el coste de rechazar las cuentas sería muy alto para ellos. “Me resulta difícil imaginar que alguien ponga obstáculos, las cuentas son buenas para las personas y además se sanean las cuentas públicas. Apoyar los Presupuestos no es apoyar al Gobierno, es apoyar la calidad de vida de los ciudadanos”, sentenció.
Ayer, de forma inusual, comparecieron de forma conjunta Montero y Nadia Calviño, ministra de Economía y habitual freno a las medidas de aumento de gasto. Así se trataba de ofrecer la imagen de que no hay fisuras en el Gobierno con estas cuentas, a pesar de que en la negociación la tensión ha sido evidente porque Calviño, negociadora con Bruselas, trataba de suavizar algunas de las peticiones de Podemos.
Ambas trasladaron sintonía y un optimismo muy evidente, e insistieron en que se puede cumplir a la vez con los ciudadanos y con las demandas de Bruselas, que exige reducir el déficit estructural. “Que quede claro, le damos a Bruselas la reducción del déficit estructural que nos pide”, dijo Montero. “Llevamos años escuchando que la crisis había pasado, ha llegado el momento de que los españoles lo noten”, explicó la ministra para resumir unas cuentas públicas que suponen un aumento de gasto de 5.000 millones de euros.
Calviño defendió con vehemencia algunas de las medidas más criticadas por la oposición, como el aumento del salario mínimo a 900 euros al mes en 14 pagas. “Los salarios en España están en niveles muy reducidos en los últimos años. La mitad de los trabajadores no llega a 1.000 euros. El 30% de las personas con empleo no puede permitirse una semana de vacaciones. Y el 14% está en riesgo de pobreza. En España tenemos trabajadores pobres”, sentenció. El Gobierno exhibe así sintonía y cierra filas con unas cuentas en las que se juega la legislatura.