El Pais (1a Edicion) (ABC)

La justicia europea frena la polémica reforma del Supremo de Polonia

- Desafío de Varsovia

Las medidas provisiona­les se mantendrán, según el auto, hasta que el tribunal de la UE resuelva la denuncia y la petición de medidas cautelares de la Comisión. Bruselas acusa a Polonia de infringir las normas comunitari­as al haber aprobado una rebaja de la edad de jubilación de los jueces del Supremo—que forzaba la salida de casi un tercio de sus miembros— y al conferir al presidente de la República la facultad de ampliar el número de jueces.

El auto de Silva de Lapuerta estima que las alegacione­s de la Comisión, en principio, parecen La primera ministra rumana, Viorica Dancila, reclamó este mismo mes en el Parlamento Europeo un voto de confianza a las institucio­nes comunitari­as hacia su Gobierno que, según ella dijo, siempre iba a respetar el Estado de Derecho. Apenas tres semanas después, el Ejecutivo socialdemó­crata no ha pasado el examen de la Comisión de Venecia, el órgano consultivo en materia constituci­onal del Consejo de Europa, que ha bien fundamenta­das. En segundo lugar, la vicepresid­enta del tribunal admite la urgencia planteada por la Comisión para pedir medidas cautelares, dado que la aplicación de la reforma podría llevar a una transforma­ción del Supremo polaco y derivar en sentencias dictadas sin suficiente­s garantías de independen­cia de la justicia.

La decisión del Tribunal de Luxemburgo parece llamada a enconar aún más el conflicto entre Bruselas y Varsovia. El vicepresid­ente de la Comisión Europea Frans Timmermans ya ha expresado su temor a que en algún mo- expresado su “preocupaci­ón” por los cambios realizados en el Código Penal y la Ley de Enjuiciami­ento Criminal. La institució­n concluye que las reformas del Parlamento rumano pueden “debilitar seriamente la eficacia de su sistema penal” para combatir la corrupción y el crimen organizado.

Tras Polonia y Hungría, el punto de mira de las institucio­nes europeas está puesto en Rumania. El vicepresid­ente primero de la Comisión Europea, Frans Tim- mento el Gobierno polaco acentúe su rebeldía y opte por el desacato, que podría dar lugar a una segunda denuncia con posible multa. Pero fuentes europeas advierten de que, más allá de la sanción, la Polonia de Jaroslaw Kaczynski franquearí­a una línea roja de difícil retorno y desencaden­aría una batalla institucio­nal sin precedente­s en la Unión. Polonia ya se encuentra expedienta­da en base al artículo 7 del Tratado de la UE por presunta vulneració­n de los derechos fundamenta­les, una medida que puede abocar a la suspensión de ciertos derechos mermans, lo dejó claro en la misma sesión en la que Dancila se explicaba ante la Cámara. “Si la Comisión debe ser brutal en su evaluación, lo será. Y si debemos utilizar otros instrument­os a nuestra disposició­n, lo haremos”, advirtió a la espera del informe de la Comisión de Venecia.

Rumania está sometida desde su ingreso en la UE en 2007 al Mecanismo de Cooperació­n y Verificaci­ón, que debe comprobar, entre otros asuntos, sus avances del país en la UE, entre ellos, el derecho de voto en el Consejo.

El expediente, por ahora, apenas ha avanzado porque no existe mayoría suficiente de socios en el Consejo para dar el primer paso, que sería confirmar la violación de los valores fundamenta­les. Pero un desacato por parte de Varsovia podría movilizar muchos más apoyos para la aplicación del artículo 7, jamás utilizado.

El auto obliga a Polonia a informar una vez al mes a la Comisión sobre el cumplimien­to de las medidas cautelares. El primer informe deberá presentars­e en el pla- en materia judicial. Sin embargo, desde hace un tiempo los informes avisan de un retroceso. Este mes, el Parlamento convocó un referéndum para vetar constituci­onalmente los matrimonio­s del mismo sexo que fijaba como umbral mínimo de participac­ión un 30% del censo. A pesar de que la consulta quedó invalidada al no alcanzar ese listón, en las institucio­nes europeas quedó inquietud por la posibilida­d de que hubiera sido un ensayo al que recurrir de nuevo para validar reformas constituci­onales cuestionab­les.

La Comisión de Venecia propina un considerab­le revés a Rumania por las enmiendas que ha aprobado su Parlamento para reformar las dos leyes penales que, a su juicio, minan los procedimie­ntos para perseguir la “corrupción, los delitos violentos y el vás. Polonia ya había puesto en marcha la ley de reforma del Tribunal Supremo, que entró en vigor el pasado 3 de abril. Y a pesar del expediente y de la denuncia de la Comisión ante la Corte de Luxemburgo, presentada el 2 de octubre, se había iniciado la renovación de la institució­n.

El Gobierno parecía tener la intención de repetir la jugada de Hungría, donde el primer ministro Viktor Orbán también acometió una polémica reforma del Tribunal Constituci­onal. La Comisión Europea denunció a Budapest ante la corte europea. Pero para cuando llegó la sentencia de Luxemburgo, la presunta purga de jueces ya se había ejecutado y Orbán se limitó a readmitir a algunos jueces y a indemnizar a la mayoría.

Bruselas ha sido mucho más tajante en el caso de Polonia y el tribunal europeo no solo paraliza la reforma, sino que obliga a dar marcha atrás a los cambios ya acometidos. La norma polaca ya ha supuesto la jubilación de varios jueces, incluidos la presidenta del Supremo y los presidente­s de Sala. Al mismo tiempo, el presidente de la República ha nombrado 27 nuevos jueces y se ha anunciado la ampliación del número de magistrado­s de 93 a 120. Unos cambios que, según el auto de Silva de Lapuerta, “suponen una recomposic­ión profunda e inmediata del Supremo”. crimen organizado”. Reclama a la Cámara que reconsider­e las enmiendas presentada­s para construir una propuesta “sólida y coherente” que, además, cuente con un “amplio apoyo de la sociedad”. Las calles de Rumania han vivido en los dos últimos años manifestac­iones multitudin­arias, precisamen­te, contra la corrupción por parte de autoridade­s gubernamen­tales.

El organismo asesor también señala los choques institucio­nales que se vienen produciend­o entre el Parlamento y el presidente de la República, el fiscal general o el Tribunal Supremo. Al respecto, recuerda que el pasado 12 de octubre el Constituci­onal ya consideró que más de 60 artículos de la reforma de la Ley de Enjuiciami­ento Criminal no se ajustan a la Carta Magna del país.

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