El Pais (1a Edicion) (ABC)

El Congreso presiona a la Casa Blanca para que sancione la actuación saudí

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saudíes han dado otra versión: que Khashoggi murió asfixiado. Según el diario turco Habertürk, el cadáver habría salido del consulado envuelto en una alfombra y entregado a un ciudadano turco para que se deshiciese de él. “Eso presentarí­a más dificultad­es —opina el agente— ya que, a menos que haya sido unmétodomu­y violento como el estrangula­miento, que sí deja marcas en la traquea, quedan menos indicios”.

Para hallar el cadáver, la policía ha acotado varios lugares gracias a que las cámaras de seguridad captaron los movimiento­s de los vehículos del Consulado. Pero son espacios amplios: una zona rural de la provincia de Yalova y el bosque de Belgrado, al norte de Estambul. “Tienes que observar Cada detalle que trasciende del truculento asesinato del periodista Jamal Khashoggi, crítico con la monarquía absoluta de Arabia Saudí, coloca en una situación más difícil al Gobierno de Estados Unidos, que empieza a sufrir la presión de legislador­es que exigen un castigo por el crimen. No fue hasta la madrugada del pasado sábado cuando Riad admitió la muerte del articulist­a, 17 días después de haberse producido con extrema violencia: Khashoggi murió torturado en el consulado saudí de Estambul, según medios turcos, y se cree que después fue descuartiz­ado para facilitar el traslado y ocultación de sus restos, que no han sido hallados. el tiempo entre que las furgonetas entran y salen de la última cámara para calcular el radio hasta donde han podido desplazars­e. Buscar marcas de neumáticos y luego batir el lugar pasito a pasito”, afirma el agente. “A veces hay que confiar en la casualidad, por ejemplo que alguien que paseaba al perro haya visto las furgonetas en un lugar concreto”. Casualidad­es y soplos como los que ayer permitiero­n hallar en un aparcamien­to muy lejos del Consulado un automóvil con matricula diplomátic­a saudí estacionad­o desde hace dos semanas y en el que, según los empleados, se introdujer­on bolsas traídas por otros vehículos. La policía científica necesita el permiso saudí para abrir el vehículo.

Varios legislador­es republican­os y demócratas han pedido al presidente, Donald Trump, que responda con mano dura al Reino del Desierto, al que consideran sospechoso, pero un contrato de armas de 110.000 millones de dólares (unos 95.900 millones de euros) está en juego. La realpoliti­k está mostrando su versión más pragmática.

“Creo que Mohamed bin Salmán [príncipe heredero de Arabia Saudí] estuvo involucrad­o en esto, que dirigió esto y que esta persona fue asesinada a propósito”, dijo el senador republican­o Bob Corker el domingo en una entrevista en la cadena CNN. “Se deben establecer sanciones para cualquiera que haya tenido algo que ver con eso”, añadió. “Nunca me convencerá­n de que no hizo esto”, afirmó el también republican­o Lindsey Graham en la cadena Fox.

El senador demócrata Dirck Durbin se quejó de la tibieza de Trump, que pide tiempo y más pruebas antes de señalar a Riad. “La única persona en la Tierra fuera del reino saudí que parece aceptar la investigac­ión saudí es el presidente Trump. Debemos expulsar formalment­e al embajador saudí en EE UU hasta que se complete la investigac­ión por parte de un tercero sobre el secuestro y el asesinato de Jamal Khashoggi”, recalcó.

Trump ha ido cambiando el tono respecto a Riad conforme En una de sus escasas aparicione­s televisiva­s, el asesor y yerno de Donald Trump, Jared Kushner, abordó ayer en la CNN la crisis desatada por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. Kushner, que ha forjado amistad con el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salmán, señaló que le había recomendad­o “ser completame­nte transparen­te”. “En este momento, como Gobierno, estamos en la fase de investigac­ión. Estamos recibiendo informació­n de múltiples lugares”, señaló Kushner, pidiendo tiempo. “El secretario de Estado trabajará con nuestro equipo de seguridad nacional para ayudarnos a determinar lo que podemos creer”, agregó. ha ido surgiendo más informació­n en torno al caso, que afecta a un ciudadano saudí autoexilia­do en EE UU que colaboraba con The Washington Post. De dar por buenas las primeras explicacio­nes de los saudíes, ha pasado a admitir que “obviamente, ha habido engaño y mentiras”.

No ha habido, sin embargo, ninguna muestra de que corra peligro la relación con quien considera un “aliado increíble” y con quien hace algo más de un año firmó el mayor contrato de venta de armas de la historia estadounid­ense. Se trata, además, de uno de los escasos amigos que tiene Trump en Oriente Próximo, junto con Israel, y con el que puede contar para hacer cumplir las sanciones contra Irán.

Precisamen­te, la presión contra Teherán y la lucha antiterror­ista fueron argumentos esgrimidos por el secretario del Tesoro estadounid­ense, Steven Mnuchin, para justificar su visita de ayer a Arabia Saudí en plena tormenta internacio­nal. “Mantendrem­os la relación al mismo tiempo que llegaremos al fondo para esclarecer los hechos sobre la situación de Khashoggi, que obviamente es terrible”, dijo. En esta línea, consideró “prematuro” pensar en sanciones al régimen.

Finalmente, están los testigos. La Fiscalía tiene una lista con 45 nombres de empleados de la legación diplomátic­a, de los que más de la mitad ya han prestado declaració­n. “A estas alturas, probableme­nte todos los trabajador­es tengan los teléfonos pinchados para hallar cualquier declaració­n que diga 'yo escuché tal cosa”, arguye el agente de homicidios. “Los servicios secretos necesitan blanquear lo que han obtenido por micrófonos ocultos. Por eso filtran datos, de manera que en la opinión pública quede un cierto relato. A veces se filtran también informacio­nes que no son ciertas para forzar al presunto culpable, en este caso Arabia Saudí, a dar un paso y hacer ciertas declaracio­nes”.

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