El Pais (1a Edicion) (ABC)

“Debemos prepararno­s para pedir más tiempo a la UE para el Brexit”

-

Tony Blair (Edimburgo, Reino Unido, 65 años) se resiste a encajar en la teoría de que los ex jefes de Gobierno son como jarrones chinos: muy valiosos pero siempre en medio, sin que se sepa muy bien dónde colocarlos. La crisis del Brexit le ha dado la oportunida­d de encontrar un hueco entre el fanatismo de los euroescépt­icos y la imprecisió­n del líder de su propio partido, el laborista Jeremy Corbyn. Blair ha expuesto sus planteamie­ntos en una entrevista con los principale­s diarios europeos, incluido EL PAÍS.

Pregunta. ¿Hay algo claro en la niebla de estas últimas horas?

Respuesta. Algunas cosas han quedado ya claras. Y la más importante es que el acuerdo del Brexit de Theresa May no va a obtener el respaldo del Parlamento. En segundo lugar, creo que no existe una mayoría clara respecto a ninguna otra alternativ­a. Una salida “a la noruega”, es decir, un Brexit suave que cada vez parece tener más adeptos, es algo que no gusta a la ciudadanía. Nos situaría en la incómoda situación de tener que asumir las reglas de la UE sin poder participar en su elaboració­n. Un modo extraño, a mi entender, de recuperar el control si a cambio has tenido que renunciar antes al control que ya tenías.

P. Está la opción de un Brexit duro, sin acuerdo. Es la amenaza recurrente de May para que el Parlamento respalde su plan.

R. Está claro que el Parlamento no va a respaldar una salida a las bravas, por las consecuenc­ias económicas que supondría. Por eso creo que es importante que los líderes europeos dejen La posible prolongaci­ón de las negociacio­nes del Brexit se ha topado con el escollo, aparenteme­nte insalvable, de las elecciones al Parlamento Europeo, cuya celebració­n está prevista entre el 23 y el 26 de mayo. Reino Unido no tiene intención de convocar esos comicios, por lo que se quedará sin eurodiputa­dos el 30 de marzo (si se cumple el plazo de dos años para consumar la sali- de centrarse en los peligros de un Brexit sin acuerdo. No va a ocurrir. No me canso de repetirlo. Hay una mayoría parlamenta­ria enorme en contra de esta opción. Si el Gobierno lo intentara, habría muchas dimisiones en su seno. Las posibilida­des de que acabe ocurriendo algo así no llegan al 10% y de ocurrir, sería por culpa de un extraño accidente.

P. ¿Ve más cercano entonces el segundo referéndum que usted siempre ha defendido?

R. Todavía no hay suficiente apoyo en el Parlamento para un segundo referéndum, pero se trata simplement­e de aplicar la máxima de Sherlock Holmes. “Si excluyes lo que es imposible, la respuesta es lo que te queda, por muy improbable que resulte”. Comprendo las dudas y la ansiedad que genera la idea de un segundo referéndum, pero si no hay modo de acordar una salida y todo está bloqueado, y si hay amplio consenso en que no pue- da) o el 2 de julio, primer día de la próxima legislatur­a, si se aplaza la retirada.

Bruselas lleva meses buscando soluciones. Sin éxito, de momento. Aunque no se descarta que, si fuera necesario, la conocida creativida­d jurídica de la UE acabe encontrand­o cómo cuadrar el círculo.

Un documento del servicio jurídico del Parlamento Europeo, citado por el diario Financial Ti- de haber una salida de la UE sin acuerdo, creo que un segundo referéndum es el único modo de resolver todo esto.

P. Hay argumentos de peso contra la celebració­n de una nueva consulta. Generaría más división, y sería, sostiene May, una quiebra en la confianza democrátic­a de la ciudadanía.

R. El país ya lleva dividido mes, asegura que el Parlamento Europeo podría constituir­se sin presencia británica. Pero se trata, según fuentes europeas, de una mera nota fechada en septiembre de 2017 y cuya conclusión parece muy alejada de la realidad actual. “El escenario ha cambiado completame­nte desde entonces”, señala una fuente comunitari­a.

Bruselas teme ahora que toda la futura legislació­n comunitari­a dos años. Y hay cierta exageració­n en estos argumentos. Dicen los euroescépt­icos que volver a consultar a la ciudadanía sería una traición. Pero no estamos sugiriendo que se consulte a otra ciudadanía. ¡Se trata de volver a preguntar a los británicos! Se trata de acudir a la gente, en medio de todo este enredo, para preguntarl­es de nuevo si creen que se trata de una buena idea. ¿Eso es una traición? Un referéndum es el único modo de anular el resultado de otra consulta. Sea cual sea la opinión que uno tenga sobre los referendos, una vez hechos, solo puedes cambiar de idea por los mismos medios, o si no nos metemos en problemas.

P. Sea cual sea la solución, el tiempo se agota. El 29 de marzo está a la vuelta de la esquina.

R. Creo que debemos comenzar a prepararno­s para solicitar una extensión del artículo 50. Bien para preparar un segundo que pase por el Parlamento quede expuesta a litigios si Reino Unido sigue siendo miembro de la UE, pero no elige diputados. “No solo los británicos, también cualquier europeo residente en Reino Unido podría ir a los tribunales por habérsele negado el derecho a elegir una Cámara cuya legislació­n le repercute”, avisa una fuente de la Comisión Europea.

Entre las soluciones barajadas se ha mencionado la de que Londres envíe nuevos eurodiputa­dos electos de manera temporal, o bien diputados nacionales en proporción a la representa­ción de cada partido en Westminste­r.

La primera opción parece inaceptabl­e para Londres porque obligaría a participar en las elecciones europeas. Y la segunda provoca gran rechazo en Bruse- referéndum, bien para ganar claridad respecto a las opciones que se puedan negociar en vez del plan de Theresa May. Creo que esa extensión es inevitable.

P. ¿Ayudan cosas como la carta de los líderes políticos alemanes pidiendo a Reino Unido que se quede en la UE?

R. Europa tiene ante sí un reto. Intenta responder a una situación que resulta única, en la que ni el Gobierno británico ni el Parlamento tienen todo el control. Creo que es realmente importante que Europa tome la iniciativa y diga con claridad que si Reino Unido está dispuesto a cambiar de idea, estarían dispuestos a escuchar. Por eso creo que la carta de los políticos alemanes ha sido una buena idea. Porque a pesar de lo que se diga, creo que la opinión pública británica ha cambiado.

P. El líder de su partido, Jeremy Corbyn, se muestra reticente a respaldar el segundo referéndum que, al parecer, desean la mayoría de votantes laboristas.

R. Sí, se puede decir que hasta ahora ha sido bastante reticente [ríe]. Él defiende que haya elecciones generales. Y si no es posible, un acuerdo que nos mantenga en la unión aduanera y en el mercado interior, muy cerca de la UE. Y si nada de eso es posible, solo entonces, un referéndum. No va a lograr las elecciones que pretende, ni va a obtener de May la segunda opción. Déjeme intentar ser justo con Jeremy Corbyn. Yo no lideraría el Partido Laborista del modo en que él lo está haciendo, pero sí le entiendo, porque conozco a muchos diputados laboristas cuyas circunscri­pciones votaron a favor del Brexit, y hablo mucho con ellos. Y tienen miedo de perder sus escaños si votan a favor de un nuevo referéndum. No es un reparo absurdo. Hay que tenerlo en cuenta. Creo que se equivocan, basta con mirar a las encuestas recientes. ¿No es increíble que con este Gobierno y esta primera ministra, Corbyn esté 15 puntos detrás de May en índice de popularida­d? las porque permitiría a diputados de un país en retirada pronunciar­se sobre la elección del próximo presidente del Parlamento Europeo y del próximo responsabl­e de la Comisión Europea.

El encaje jurídico tampoco se antoja sencillo. La única fórmula hallada hasta ahora resulta tan enrevesada (pasaría por una revisión de los tratados por unanimidad y con ratificaci­ón nacional) que se da prácticame­nte por descartada.

En Bruselas casi nadie disimula el malestar por el embrollo que puede provocar el solapamien­to del Brexit con la renovación del Parlamento Europeo. “[El presidente ruso, Vladímir] Putin juega con las elecciones, nosotros, no”, señala con evidente enfado una fuente diplomátic­a europea.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain