“La ley de cambio climático se está retrasando demasiado”
El abogado Manuel Pulgar-Vidal (Lima, 1962) ha estado a ambos lados de la barrera; en la gestión política y en el activismo. Entre 2011 y 2016 fueministro deMedio Ambiente de Perú. Ahora, forma parte de WWF y es el referente internacional de esta organización en asuntos de clima. Presidió la cumbre del clima de 2014, la que preparó el terreno para que en 2015 se adoptase el Acuerdo de París. Ahora forma parte del grupo de expertos internacionales que el Ministerio para la Transición Ecológica de España ha traído a Madrid para unas jornadas sobre políticas climáticas.
El Gobierno español está en pleno proceso para intentar sacar adelante su ley de cambio climático y el plan que debe presentar a Bruselas para limpiar su sector energético de gases de efecto invernadero. Pulgar-Vidal aplaude la “voluntad” que ha mostrado el Gobierno por avanzar. “Pero tampoco tiene una mayoría en el Congreso y eso le obliga a obtener consensos para aprobar la ley de cambio climático”. Y recuerda que los compromisos europeos marcan el camino. “La Comisión Europea propuso el 28 de noviembre un plan que dice que para 2050 debe haber un nivel cero de emisiones y por lo tanto no tiene ningún sentido que España retrase ninguna decisión porque va a significar quedarse atrás y, a la larga, un perjuicio económico para sus ciudadanos”. “Hay voluntad política en el Ejecutivo y hay que ver la manera de lograr consensos en el Parlamento, porque se está retrasando demasiado esta ley de clima y energía que España necesita para ponerse a tono con Europa”. A Pulgar-Vidal también le parece interesante el caso de Alemania, cuyo Gobierno ya no lidera en la lucha internacional contra el cambio climático. “Alemania tiene que mostrar su liderazgo poniendo plazos para la salida del carbón de su sistema”, dice sobre las centrales que queman este combustible.
Los titubeos de Alemania ya se habían asumido en esta lucha internacional contra el calentamiento. Y parecía que la Francia de Macron había cogido el testigo. Hasta que llegó la protesta de los chalecos amarillos, que ha hecho que el presidente francés tenga que paralizar algunas medidas medioambientales. “Los chalecos amarillos, más que como una preocupación, hay que verlos como una lección. Es preocupante porque la agenda de reivindicaciones es diversa y con liderazgos poco identificados. Y probablemente eso es lo más rijoso políticamente: cuando no sabes quién lidera y qué quiere. Pero desde el punto de vista climático deja una lección sobre la transición justa: cuando uno toma una acción tiene que mirar sus consecuencias positivas, pero también las negativas y se deben planificar cómo revertirlas para convertirlas en algo bueno”.
El auge de Gobiernos escépticos o negacionistas fuera de Europa —como en EE UU y Brasil— preocupa a Pulgar-Vidal. Y, pese a todo, es optimista: “El Acuerdo de París se ha escrito de tal manera que es resiliente a las dificultades políticas. Porque tiene objetivos de largo plazo, porque tiene mecanismos acordados por consenso, como las contribuciones nacionales, y porque tiene algunas formas para su implementación que ayudan a que ese consenso se genere, como son las finanzas climáticas. Como el Acuerdo de París tiene una visión a largo plazo es natural que en este camino hacia 2050 haya dificultades, pero solo son dificultades temporales. Los mandatos de los Gobiernos son temporales y muchas veces los países se mueven como péndulos. Pero eso no va ni a detener ni a hacer que el Acuerdo de París no se cumpla”.