Movilizar con la bandera
Adam Traczyk, analista político del think tank Global.Lab, considera que la estrategia del Gobierno de “movilizar a la gente con la bandera y presentar a la oposición como agentes extranjeros” ha sido “demasiado obvia”. “Ha exagerado esa carta y no ha convencido a nadie más allá de su electorado principal”, añade. “La gente ha entendido que el peligro no era tan grande y que eso de la mayor crisis en 30 años era una exageración, como se puede ver estos últimos días. Y sí, la UE ha cerrado filas con Polonia, pero los grandes temas con Bruselas, como el Estado de derecho o el debate de la condicionalidad [en la entrega de fondos europeos] no han desaparecido”, señala.
Antes de la crisis en la frontera, pasaron muchas otras cosas que explican el deterioro en la popularidad del Ejecutivo. La más reciente fue hace apenas tres semanas, cuando se dio a conocer la muerte de una embarazada. Izabela, de 30 años, falleció el pasado septiembre de un shock séptico en un hospital. El feto tenía una malformación grave y los médicos no practicaron un aborto (ella llegó al centro médico expulsando líquido amniótico) porque un año antes el Tribunal Constitucional había declarado inconstitucional el supuesto legal bajo el que se encuadraban
el 97% de interrupciones legales del embarazo, el de malformación fetal.
El caso generó vigilias y protestas, como un mes antes, cuando decenas de miles de polacos salieron a las calles tras el rechazo del Constitucional a un pilar de la pertenencia a la UE: la primacía del derecho comunitario sobre el nacional. Ese mismo mes, el Tribunal de Justicia de la UE multó a Varsovia con un millón de euros al día por vulnerar la independencia judicial.
Tampoco ha ayudado al PiS la imagen de inestabilidad. El pasado agosto y en apenas 24 horas, se vino abajo la coalición tripartita de Gobierno, Derecha Unida, con el cese de un vicepresidente, aunque la ha retomado con una escisión.