El Pais (1a Edicion) (ABC)

Fracasa el control de fronteras que prometió el Brexit

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La crisis migratoria es una tragedia humana que, en el Reino Unido, ha acelerado una crisis política. Con la llegada del Brexit, el Gobierno aprobó nuevas leyes de inmigració­n y mayores restriccio­nes al proceso de solicitud de refugio y asilo. Era una de las promesas de los euroescépt­icos, take back control (recuperar el control), que aseguraban que, con el fin de la libertad de movimiento de personas de la UE, pondrían finalmente orden en las fronteras.

El número de inmigrante­s que llegan a las costas británicas no ha cesado de crecer, en ascensos exponencia­les. La facilidad para acceder al mercado negro laboral —mucho más en el Reino Unido que en otros países—; el idioma inglés; la presencia previa de familiares y la conflictiv­idad en las regiones de origen —iraníes, iraquíes, sirios, sudaneses o eritreos— estimulan un flujo que no cesa. Las bandas criminales, que cobran más de 3.000 euros por pasaje, han visto un filón en el cruce del canal. Mucho más después de que el Brexit y la pandemia hayan complicado el paso por carretera de camiones desde Calais a Dover.

Patel ha sido uno de los personajes más apreciados entre las filas conservado­ras, por la dureza de su discurso y el tono populista pero eficaz de sus proclamas contra la “inmigració­n descontrol­ada” y un “sistema roto de concesión de asilos” que resultaba demasiado garantista y generoso. La realidad es que, en 2021, se ha alcanzado la mayor cifra de asilos en trámite en los últimos 17 años —más de 67.000 peticiones nuevas, y más de 125.000 casos por resolver—, y los inmigrante­s siguen cruzando el canal de la Mancha. “Si la gente nos votó para que recuperára­mos el control, tiene todo el derecho a preguntars­e qué es lo que queremos hacer con ese control, si nos resulta imposible proteger la integridad de nuestras fronteras”, ha dicho John Hayes, ex secretario de Estado de Inmigració­n y hoy al frente de un grupo de diputados rebeldes.

Johnson ha comenzado ya a dar señales de que se agota su paciencia con Patel, pero hasta el momento ha decidido preservar a la única ministra capaz de mantener un discurso agresivo en defensa de las fronteras que a él no le sale fácilmente. La tensión con Francia, sin embargo, agravada por la crisis de las licencias de pesca y el conflicto en torno al protocolo de Irlanda del Norte, ha hecho que las soflamas de Patel contra París ya no resulten tan aplaudidas ni jaleadas por Downing Street.

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