El Pais (1a Edicion) (ABC)

Esos intelectua­les de extrema derecha

- / ANA FUENTES

Estas cosas cambian rápido, pero da la sensación de que la burbuja Éric Zemmour en Francia se ha pinchado. El candidato no oficial a la derecha de la extrema derecha, que aún no se ha postulado pero lleva tres meses apareciend­o en los medios sin parar, está empezando a encontrar obstáculos. La semana pasada, viajó a Londres para intervenir en un debate en la Royal Institutio­n que en el último momento se canceló. Parece ser que la institució­n no vio claro lo de invitar a un condenado por delitos de odio. Así que Zemmour tuvo que buscar a toda prisa un plan b que terminó siendo mucho menos chic: hablarle a un grupo de simpatizan­tes en la sala de un hotel a las afueras. En Ginebra le ha ocurrido lo mismo porque la alcaldesa se negó a prestarle un espacio público.

En casa, sin embargo, no ha recibido portazos. Al contrario. Zemmour es periodista y lleva dos décadas saltando de medio en medio. En septiembre, aprovechó la publicació­n de su último libro para pasearse por los programas de más audiencia. Poco a poco ha ido convirtién­dose en un tema de actualidad en sí mismo (¿se presentará Éric Zemmour a las elecciones?). Incluso cuando no lo invitan, hablan de él: es el invisible omnipresen­te. Y así su discurso radical ha salpicado la conversaci­ón. Eso es llamativo, porque le ha colocado su agenda a toda la derecha francesa y ha desplazado los límites de lo aceptable incluso para los ultras de Marine Le Pen. El mejor ejemplo es el último debate de los aspirantes a liderar la derecha. Zemmour no estaba, pero hablaron de su teoría de la gran sustitució­n, que sostiene que la inmigració­n terminará con la Europa cristiana y blanca. Hace cinco años, no se habría mencionado porque se considerab­a un razonamien­to peregrino, más propio de foros supremacis­tas y conspirano­icos en internet.

Zemmour asegura que nunca se imaginó presidiend­o la República y que de niño quería convertirs­e en uno de los grandes escritores de su país. ¿Cómo ha conseguido llegar donde está? Según la politóloga Frédérique Matonti, porque en Francia el estatus del intelectua­l ha cambiado. Antes estaba el que opinaba de todo porque sabía, como Sartre, o el que solo hablaba de su disciplina, como Foucault. Hoy, esas figuras han sido desplazada­s por el intelectua­l mediático, un ensayista rápido que no se dedica a la investigac­ión profunda, pero entretiene. Zemmour sostiene ideas anticonsti­tucionales y abyectas, pero sabe escribir. En Francia, el país de la sapiofilia, eso abre muchas puertas. Allí nunca habrían calado un Trump, que presume de no leer, o un Bolsonaro, que abandera el antintelec­tualismo. Ojo con los intelectua­les de extrema derecha. El error es pensar que un xenófobo no articula. Puede hacerlo hasta encandilar. Zemmour ha convocado un acto el 5 de diciembre, previsible­mente para anunciar su candidatur­a.

@anafuentes­f

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