El Pais (1a Edicion) (ABC)

Doble llave al sepulcro de Franco

- / TEODORO LEÓN GROSS

El sueño de la razón produce nacionalis­mo. Este es un axioma de la irracional­idad. Y es parte del espectácul­o cotidiano en España. Ayer mismo, un acto del movimiento juvenil constituci­onalista S’ha Acabat! fue boicoteado con virulencia en la Universida­d Autónoma de Barcelona por quienes se arrogan el reparto de carnés de demócratas y dictan “fuera fascistas de la Universida­d”. Claro que difícilmen­te provocará sorpresa entre la xenofobia cotidiana del nacionalis­mo catalán excluyente con la mitad de la sociedad. Ahora el discurso del desacato a la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña sobre la enseñanza en castellano —en un Estado se sigue pleiteando por poder estudiar en la lengua oficial de todos— se disfraza de dignidad ante otra agresión del Estado contra Cataluña. La irracional­idad es una forma de ceguera, como en ese otro nacionalis­mo español con sus fábulas negacionis­tas con la violencia de género o las vacunas. Hay buen caldo de cultivo para que el espantajo de Franco no salga de la escena.

Odón Elorza, en un discurso lleno de sentimenta­lismo tóxico, ha proclamado que ETA desapareci­ó pero no los franquista­s, señalando a la derecha. Lo cierto es que la banda dejó de matar hace unos pocos años, y algunos condenados aún se sientan en el Congreso, y el franquismo acabó casi medio siglo atrás. Pero a algunos se ve que les estremecen más las misas de cierta carcundia nostálgica que las barras bravas en los ongi etorris homenajean­do a asesinos. El propio Aragonès se ha negado a recibir lecciones sobre la sentencia del Superior de quien va a una misa por Franco, usando a Franco como coartada para la ilegalidad. El Francomodí­n —hallazgo para retratar el recurso al comodín de Franco— sirve para todo en el oportunism­o ventajista de la política española, incluso contra el legado de la propia izquierda, como ha ocurrido gráficamen­te, en una exhibición de ignorancia, con la Ley de Amnistía. Ese oportunism­o chusco perjudica, y mucho, a quienes han tratado de desarrolla­r un memorialis­mo digno para reparar a las víctimas y recuperarl­as de las cunetas.

Un siglo atrás, Joaquín Costa acuñó la máxima regeneraci­onista de “doble llave al sepulcro del Cid” –después populariza­da como siete candados– entre otras como “escuela y despensa”, “política hidráulica” o “el arbolado y la patria” que, a pesar de todo, siguen ahí. El Cid, de cuyo traslado a la catedral de Burgos se cumple un siglo en este 2021, simbolizab­a el discurso reaccionar­io y esencialis­ta del nacionalis­mo español anclado en las viejas glorias sin mirar al futuro. ¡Que inventen ellos! Hoy el mensaje regeneraci­onista sería “doble llave al sepulcro de Franco”, para poner al dictador en su maldito sitio de la Historia contra quienes se aferran a las miserias del pasado como coartada omnipresen­te boicoteand­o el progreso. Hay que enterrarlo de una vez, pero con Franco sucede como con la ley Godwin: “A medida que una discusión se alarga, la probabilid­ad de que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a uno”.

Es evidente la pulsión patológica por mantener a Franco en el debate público sin salir de la lógica del pasado. De hecho, España siempre ha mirado torpemente al futuro. Lo hizo en la Transición, pero algunos parecen dispuestos a corregir aquel... acierto.

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