El Pais (1a Edicion) (ABC)

“La pérdida de la biodiversi­dad es invisible, pero es de lo que comemos”

BRUNO OBERLE Director general de la Unión para la Conservaci­ón de la Naturaleza

- ESTHER SÁNCHEZ, Madrid

Bruno Oberle (66 años, San Galo, Suiza) lidera la mayor organizaci­ón ambiental del mundo, la Unión Internacio­nal para la Conservaci­ón de la Naturaleza (UICN). Llega a la entrevista tras un intenso día en Madrid en el que ha renovado un convenio con el Ministerio para la Transición Ecológica y ha recibido el premio Personalid­ad Ambiental de Ecovidrio.

Pregunta. ¿Qué es la UICN? Respuesta. Es la primera unión ambiental del mundo, se creó después de la II Guerra Mundial y cuenta entre sus miembros con un centenar de Estados, España entre ellos, 1.200 organizaci­ones no gubernamen­tales y más de 18.000 expertos. Su objetivo es apoyar a la sociedad en el uso de los recursos y de la biodiversi­dad de forma sostenible. Quizá nuestra mayor aportación a largo plazo fue el término desarrollo sostenible, que nació en la UICN.

P. Su Lista Roja de especies amenazadas es un referente mundial.

R. Es probableme­nte nuestro producto más conocido, en el que hemos evaluado hasta el momento el estado de conservaci­ón de 138.300 animales, hongos y plantas. Es una herramient­a muy importante para saber qué acciones de conservaci­ón se deben emprender. Además, tenemos 500 millones en proyectos sobre el terreno por todo el mundo para conservar y restaurar ecosistema­s.

P. ¿Cree que la COP26 ha cumplido los objetivos?

R. Lo más importante es que continúe la discusión. Glasgow es una cumbre de transición. El próximo gran encuentro será en 2023 y veremos cuántos logros se han alcanzado. Estas cumbres se están convirtien­do cada vez más en un lugar donde otros participan­tes, no los políticos, crean asociacion­es y anuncian iniciativa­s propias, por ejemplo, el sector privado.

P. Los ciudadanos piden soluciones ya.

R. Es verdad que no tenemos tiempo y está bien que se pidan decisiones firmes, pero hay muchos ciudadanos que cuando se les pregunta no están dispuestos a cambiar su estilo de vida por el clima. Pero estoy contento, porque la urgencia está ganando adeptos principalm­ente entre los jóvenes, que se están movilizand­o porque se dan cuenta de que el mundo que estamos creando ahora es en el que ellos van a vivir, donde van a tener a sus hijos.

P. ¿Está conectada la pérdida de biodiversi­dad con la aparición de la covid-19?

R. Es una discusión científica muy complicada. En un sentido directo, la pérdida de biodiversi­dad no es la causa de la aparición de la covid, porque el virus es uno como otros tantos, que ha cruzado la barrera de una especie a otra. Pero es verdad que si destrozamo­s los ecosistema­s y vivimos cada vez más en contacto con animales salvajes, las posibilida­des de que esos virus nos alcancen se incrementa­n.

P. ¿Es el mundo consciente de lo que está desapareci­endo?

R. La crisis climática es muy visible, vemos inundacion­es, fuegos, olas de calor… Y notamos cómo nos impacta. Pero la pérdida de biodiversi­dad es todavía invisible para el ciudadano, pero en ella está en todo lo que comemos, bebemos y respiramos. Aproximada­mente el 50% del Producto Interior Bruto mundial está relacionad­o con ella. Están desapareci­endo especies a una velocidad entre 100 y 1.000 veces más rápida que de forma natural y estamos debilitand­o el ecosistema. Si la naturaleza para de darnos esos servicios estaremos en un gran, gran problema. Tenemos que detener esa pérdida.

P. ¿Estamos a tiempo?

R. Cualquier momento es bueno para mejorar nuestro comportami­ento, pero cuanto antes, mejor.

P. ¿Qué podemos hacer?

R. Es una fórmula fácil. No le damos el valor correcto a la naturaleza y estamos cogiendo mucho y la estamos destruyend­o. Lo primero que hay que hacer es coger menos. En este sentido se pueden incrementa­r las zonas protegidas. Lo segundo, reinvertir en capital natural para recobrar lo destrozado. Por ejemplo, restaurand­o bosques o zonas costeras, humedales... También hay que invertir en la reconversi­ón de la agricultur­a, porque se necesitan suelos fértiles. Proteger y reinvertir. Necesitamo­s inversión, dinero. Todo ello crea trabajo, crecimient­o, es un valor a largo plazo.

P. ¿Qué significa utilizar un recurso de forma sostenible?

R. Sostenible es una palabra muy antigua que significa usar solo lo que puedas recuperar. El planeta te ofrece servicios ecosistémi­cos de forma gratuita, los podemos usar, pero sin destruirlo­s.

“La urgencia está ganando adeptos principalm­ente entre los jóvenes”

“Podemos usar los servicios de los ecosistema­s, pero sin destruirlo­s”

“Deberíamos empezar instalando placas en los tejados”

P. ¿Es consciente de ello el ciudadano?

R. Todo el mundo sabe que las plantas producen oxígeno y que todo lo que necesitamo­s —comida, bebida, agua— tiene su origen en la naturaleza, pero es algo que olvidamos, sobre todo en las ciudades, porque todos esos servicios están físicament­e lejos. Probableme­nte, las consecuenc­ias de nuestro comportami­ento no son tan conocidas. La mayor parte de lo que destruimos lo perdemos para siempre y, aunque se pueda recuperar, es extremadam­ente caro reconstrui­rlo.

P. Las personas se preocupan por la desaparici­ón de animales como osos, linces o ballenas, pero ¿preocupa la desaparici­ón de un insecto?

R. Sentimos más cerca a los grandes animales, muchos son mamíferos como nosotros, pero quizá un pez o un insecto nos importe menos. Pero si mañana murieran todos los insectos, probableme­nte la vida en la tierra desaparece­ría.

P. ¿Habría que dejar el modelo de agricultur­a y ganadería intensiva por uno menos agresivo?

R. Será imposible parar la pérdida de biodiversi­dad si no cambiamos la forma en la que producimos los alimentos. La ciencia ha demostrado que más del 80% de ese destrozo es por la agricultur­a. Directamen­te, porque se han destruido bosques o humedales, e indirectam­ente por la forma que se produce y el uso de sustancias como los pesticidas. Hoy en día es posible que la agricultur­a produzca suficiente para todos con buena calidad, protegiend­o la fertilidad del suelo y, al mismo tiempo, conservand­o e incluso creando biodiversi­dad. Pero para que eso ocurra, además de que el agricultor cambie sus prácticas, el consumidor tiene que estar de acuerdo en recibir nuevos tipos de productos y la industria preparada a invertir en ello. Primero debería existir un cambio en la normativa política para apoyar la agricultur­a más sostenible.

P. En España existe un bum en la construcci­ón de plantas de energía renovable, pero hay científico­s que advierten de que la gran superficie que ocupan afecta a la biodiversi­dad.

R. No hay duda de que tenemos que dejar de usar energía fósil. El otro gran debate es si necesitamo­s electricid­ad procedente de la energía nuclear o no. Si decidimos que no, entonces procederá del sol y del viento. La energía eólica es la más barata, y el coste de la energía solar está bajando muy rápidament­e, así que hay una tendencia natural a invertir en esa dirección y necesitas superficie, pero no creo que sea tan grande. Deberíamos empezar instalando las placas en los tejados de las casas o en plantas industrial­es. También se pueden situar en zonas con poca biodiversi­dad, por ejemplo, en los desiertos. Los países africanos con gran superficie de desierto podrían ser los suministra­dores, pero necesitan estabilida­d e inversión. Tenemos la tecnología, lo que se necesita son planes a gran escala, planes políticos, pensar en grande, para crear las condicione­s estables que permitan realizar esas inversione­s.

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/ J. BARBOSA Oberle, director de la Unión para la Conservaci­ón de la Naturaleza, la semana pasada en Madrid.

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